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El departamento de Jimin estaba iluminado por las velas que había comprado. Los gatos jugaban con una tapa que se había caído al suelo mientras él intentaba preparar una cena que no sabía si sería del gusto de su invitado, pero que le parecía lo suficientemente contundente como para al menos llenarlo.

La cena sería un pastel de pollo que llevaba únicamente 5 ingredientes. Obviamente el pollo, queso, maíz, tomate y frijoles negros. No podía hacer algo que tuviese muchas cosas, porque su despensa no estaba llena como la de otras personas, pero tampoco quería preparar un ramen que no tuviese mucho trabajo. El pastel de pollo estaba bien, el queso se derritió con el resto de ingredientes y el sabor fue asombroso, al menos para él.

Su vecino estaba sentado en el sofá, jugando con uno de los gatos. Jimin había iluminado toda la sala por su bien, todo se veía bastante claro, incluso era una atmósfera que llamaría romántica. No quería que su vecino sufriera otra crisis de pánico desesperado por encontrar ayuda. Parecía que buscaba que alguien lo salvara de la oscuridad, y a pesar de que Jimin sabía que nada le sucedería, decidió cuidarlo asegurándole que estaría para él hasta que la luz regresara.

El aroma en la sala era delicioso, al menos a Jimin le abrió el apetito. Estaba acostumbrado a comer poco, su cuerpo se adaptó a lo simple. No se trataba de dietas o de cuidar su apariencia, se trataba del poco dinero que obtenía para cubrir todas sus cuentas.

— ¿Cómo se llaman tus gatitos? — Le preguntó su vecino mientras era mordido por una de sus mascotas, eso sí, sonreía resplandeciente. Era bueno volver a verlo tranquilo, le hizo sentir mejor.

— Mmm, uno es Mantequilla de maní y el otro es Melon soda.

— ¿Melon soda? — La risa de su vecino era bonita, tenía unos dientes frontales que le daban una apariencia un poco más infantil y amigable —. Me encanta, es un buen nombre.

Jimin asintió ante eso, porque era pésimo en las conversaciones y no sabía qué más agregar a eso. Si tuviera el valor suficiente, le comentaría que le dio ese nombre después del primer saludo que hubo entre ambos, pero sentía que lo espantaría y que le daría una idea equivocada.

— ¿Dónde los adoptaste? — Volvió a preguntar su vecino, parecía del tipo que no se pensaba las cosas y simplemente las decía.

— Cuando salí de mi trabajo estaban en la calle y los recogí.

— Guau, eres realmente impresionante. ¿No te da miedo salir tan tarde del trabajo?

— No, estoy bien, mira. — Para hacer hincapié en que realmente estaba bien caminando solo por la noche, tomó el cuchillo mariposa con el que salía y le mostró lo sencillo que se le hacía manipularlo. Solía practicar trucos por aburrimiento, algo que también había sorprendido a sus compañeros de trabajo cuando lo vieron jugando como si nada. Su apariencia a veces engañaba a la gente y creían que por su delgadez, era incapaz de hacer algo por sí mismo.

— ¿Cómo no te cortas haciendo eso?

— Me gusta que la gente crea que me puedo cortar simplemente tomándolo, me da una ventaja, supongo. Pero he aprendido a usar este cuchillo desde niño, porque siempre he tenido que viajar de noche y no quería que me robaran o mataran. Lo llevo así. — Le enseñó la punta del cuchillo —. Pero lo puedo mover como quiera, no es problema.

— ¿Alguien te enseñó a hacer eso?

— No, aprendí solo, cuando eres más joven, aprendes más rápido. — Volvió a prestarle atención a la comida, sacando un plato donde servirle una porción a su vecino.

Tenía un par de palillos que sacrificaría para dárselos a su vecino. Él comería con un tenedor de plástico que había guardado de una ocasión en que compró comida por una aplicación. Era muy reacio a botar algunas cosas, le parecía que contaminaba demasiado y por ende lo reciclaba todo, o por lo menos la gran mayoría.

MELON SODA メロン KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora