𝐄𝐔𝐑𝐘𝐃𝐈𝐂𝐄 | ' cree solo la mitad de lo que ves y nada de lo que oyes '
‾‾‾‾‾‾‾‾‾‾« en donde Eurydice Pym es
enviada a la Academia de Nunca Más
como un rito de iniciación por su familia » ‾‾‾‾‾‾‾‾‾‾
▹ wednesday fanfiction
▹ femoc x ?
▹ no se...
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EL DÍA DE EURYDICE INICIÓ CON UN ESCALOFRÍO PROVOCADO POR SU MADRE. El escenario era todo para la mujer, las constantes miradas y aplausos alimentaban el ego de Delora Pym. Los ciudadanos se alzaron para alabar el espectáculo de la cantante de ópera, sus movimientos, altos como bajos tonos al armonizar una tragedia en el escenario. Eurydice fue la primera en levantarse, como la primera en apagar los aplausos.
Desde el escenario, como el centro de atención, donde las luces cegaban y se olvidaban de proporcionar color al cuerpo de la mujer de pie, Delora Pym lanzó una mirada a su hija, quien se mantenía escondida en lo recóndito de los asientos del segundo piso.
Los fans lo interpretaron como una señal de otra vuelta musical, pero cuando la mujer se acercó al micrófono, callaron sus emociones.
La personalidad de Delora Pym era otra muestra de ser un ángel. Agradeció a la orquesta y, como no, quienes habían ido a verla. Recibió flores de agradecimiento. Algunas le fueron arrojadas desde los asientos; tomó con cuidado las blancas, las olfateó y volvió a mostrar gratitud mientras que pisaba las rojas al despedirse del escenario.
—¡Fenomenal! ¡Fue grandioso!
—¡La adoro!
—¡Ojalá tener su voz!
—¡Es como la de un ángel!
Los mismos comentarios provocaban una sonrisa cómplice en Eurydice que nadie era capaz de apreciar. Su madre sí que era espectacular para el ojo humano. Si dejaba de lado lo que conocía de ella, podía incluso simpatizar con la mujer.
Se dirigió a la salida. Las escaleras vía abajo estaban desoladas que fue milagroso no verse atropellada con los fans de Delora Pym por autógrafos.
Los encargados de la entrada le dieron una mirada de arriba hacia abajo. ¿Qué tanto le seguirían sorprendiendo al verla entrar y salir de esa clase de lugares? Su madre era una cantante de ópera famosa, no era para tanto. ¿Acaso esperaban que Eurydice fuera tan extravagante como ella?
—¿Cómo lo hice, mi pequeña daga?
La voz angelical borró las expresiones de los empleados; estaban embobados viendo a la madre de Eurydice trajinando la ropa de cuero ajustado, al contrario de sus vestimentas al lucir en el escenario blanco y pulcro como un sacrificio a la hoguera.
Eurydice la miró a los ojos. Esperaba que sus pensamientos se le fueran transmitidos, sólo que no podía hacerlo de manera verbal. Sacó de su bolsillo una libreta de mano y escribió en ella:
ME GUSTÓ LA PARTE DONDE HABLABAS DE LA MUERTE DE LA NOVIA.
—¡Lo sé! —chilló su madre, haciendo que su hija cerrara los ojos para aguantar—. También fue mi parte favorita.
EMPECÉ A ABURRIRME CUANDO RESUCITÓ.
—No muchos autores tienen la visión de tu padre —su madre le guiñó el ojo, mostrándose como lo solía hacer ante quienes no correspondían a la familia—. Ahora, dime, ¿dónde está Todd?