𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 12

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"Me gusta soñar, porque en mis sueños, al menos, estás a mi lado"

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"Me gusta soñar, porque en mis sueños, al menos, estás a mi lado"









Casana hizo una reverencia frente al Rey Viserys, como una muestra de respeto común. El hombre estaba acostado en su cama, notablemente enfermo, parecía dormido por la leche de amapola. Visitó al rey porque el hombre la había llamado, pero notando su estado, tal vez ni siquiera lo recordaba.

—Rhaenyra —llamo el hombre, Casana bajo la mirada y se acercó al hombre con gentileza, notando que extrañaba a su hija mayor, tomó la mano del hombre —mi única hija. Mi Rhaenyra. 

Casana suspiró, tal vez el hombre ignoraba deliberadamente que tenía otra hija, la dulce Heleana. En lugar de molestarse, decidió seguir tomando su mano con calma, tal vez solo necesitaba compañía. 

—Su majestad, ¿necesita que llame al maestre?

—Aegon—susurro el hombre, Casana frunció el ceño.

—¿Quiere que llame al príncipe Aegon?

—El Príncipe que fue prometido—volvió a susurrar el hombre—unirá a los Reinos cuando los otros lleguen y suya será la canción de hielo y fuego.

Casana estaba muy confundida, pensando que el hombre hablaba de Aegon, su hijo poco querido y olvidado, quien solía refugiarse en una copa de vino. 

—No lo entiendo, majestad, lo lamento. 

Suspiró, frustrada ante no poder entender al hombre y sus palabras, no sabía si se refería a Aegon, el único Aegon que conocía o alguien más, y ¿el Príncipe prometido? Eso no tenía sentido para ella. Había pasado horas al lado del hombre. Intentando entender, velando por su sueño, su corazón estrujándose cuando lo oía soltar pequeñas quejas.

La puerta de la habitación se abrió y Casana se levantó cuando vio a Alicent.

—Majestad.

La mujer ladeó la cabeza en un gesto confuso.

—¿Has estado aquí toda la tarde?—preguntó acercándose y poniendo sus manos en los hombros de Casana —. La noche ya llegó, cariño, no deberías seguir aquí. Tienes una boda que planear.

Casana se sonrojó y sonrió, siendo sincera. Los preparativos de la boda la mareaban y emocionaban, pero no tenía la experiencia organizando nada y por eso sentía que estorbaba más que otra cosa.

—Lo lamento.

—No te disculpes, fue solo una recomendación, en dos días se van a Dorne.

𝗟𝗜𝗩𝗘 𝗙𝗢𝗥𝗘𝗩𝗘𝗥 | 𝗔𝗘𝗠𝗢𝗡𝗗 𝗧𝗔𝗥𝗚𝗔𝗥𝗬𝗘𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora