La mañana siguiente.
Nayeon se ve hermosa cuando está dormida.
Mina ha estado despierta por un tiempo.
Ella cree que ya ha pasado una hora.
El departamento es silencioso.
Los únicos sonidos que puede escuchar son el aire acondicionado y los sonidos distantes del tráfico afuera.
La almohada debajo de su cabeza es suave, la manta que cubre su piel desnuda es suave.
Todos sus sentidos se sienten completamente despiertos.
Por primera vez en mucho tiempo, no se revuelve en sus pensamientos.
Ella mira las facciones de Nayeon, preguntándose si esto es real.
Ella ha anhelado esto desde el día en que se fue.
De la misma manera que anhelaba que Hyejoo regresara.
Ha pasado años tratando de mantenerse ocupada, guardando todas sus emociones en una caja para esconderlas en lo profundo de su mente, pensando en Hyejoo en los mejores y peores momentos de su vida.
Porque en el centro de su ser se encuentra su hija.
Hyejoo, quien entró en su vida y la mantuvo unida después de que sus padres y su ex novio le dieron la espalda. Hyejoo, quien trajo sol y luz y le dio una razón para despertarse cada mañana. Hyejoo, quien era su nuevo propósito después de todo lo que sabía y planeaba, y luego... Todo se vino abajo.
Las cosas nunca volverán a ser iguales sin Hyejoo.
También sabe que si Hyejoo la viera así, estaría triste.
Mina se desliza de la cama, asegurándose de no despertar a Nayeon.
Sus ropas de anoche yacen tiradas en el suelo del dormitorio.
Las recoge en silencio y se las pone.
No puede evitar sonreír al darse cuenta de que en su lugar agarró la camisa de Nayeon.
Justo cuando está a punto de salir de la habitación, ve un peluche de conejo sentado en la mesita de noche.
La vista es suficiente para golpearla en la garganta.
Recuerda el día en que ella y Hyejoo lo compraron por capricho como regalo para su vecina. No le sorprende que Nayeon lo haya mantenido después de todos estos años. También parece estar en buenas condiciones, claramente es amado y apreciado.
Mina lo trae consigo cuando sale de la habitación.
La cocina tiene una ventana que da a la ciudad, que Mina abre para dejar entrar un poco de aire fresco. Coloca el peluche de conejo cerca de la ventana, encontrando en su presencia un consuelo necesario ahora que está de regreso en este departamento. Ahora que lo piensa, es la primera vez que entra en la casa de Nayeon. Es cálido y agradable, y refleja bien la personalidad del propietario.
Mina se pone a preparar el desayuno para las dos. Ha pasado un tiempo desde que cocinaba para ella y un ser querido, sabiendo que en casa siempre había un chef para cocinarle. Encuentra los ingredientes necesarios para hacer unos panqueques, recordando una época en la que estaba cocinando para Hyejoo. Cuando ve el azúcar escondido dentro del armario, su mano se detiene al darse cuenta de que Nayeon también guardó el contenedor que Mina le dio hace tanto tiempo, guardado cuidadosamente en la parte de atrás.
Su corazón se calienta.
Venir aquí había sido una decisión en la que pensó durante los últimos dos meses.
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