HACE DIEZ AÑOS...
Los doctores dicen que no estamos listos para salir al exterior, yo no les creo y es más porque soy de los pocos que logran escaparse de noche aguanto mucho tiempo sin dormir no lo necesito, a veces huyo con Tiburón y Oso voraz aunque este último come mucho y está más gordo que nosotros a veces lo pillan y salimos corriendo dejándolo atrás al pobre mañana tendremos sobrecarga nos llevaran a nuestros límites en cualquier aspecto para ver quien sigue y quien se va, muchos prefieren irse y vivir como locos en el bosque pero yo no, yo quiero demostrar que soy algo grande que jamás se rinde, aunque la impaciencia no me deja dormir lo poco que lo hago he visto como la luna llena se mueve lentamente cruzando el cielo estrellado y las luces de una Venecia lejana, hasta que Morfeo me golpea con su almohada y caigo dormido en mi dura cama.-¡Despierte, vamos todos levantados!-gritaba una de los guardias mientras tocaba las puertas con su mano llena de cicatrices.
-Qué hombre tan pesado es, es que de verdad a uno no lo dejan dormir aquí-decía Oso al otro lado de la habitación.
-Venga Oso no vayamos a llegar tarde a Sobrecarga
-No quiero terminar desmayado en el suelo y que Persua me vea
-Sí que eras idiota venga levántate
Me puse la camisa de entrenamiento que era una playera de mangas muy cortas y pegada al cuerpo mientras seguía con mis pantalones militares y las botas pesadas que me daban cada año porque las terminaba destrozando algo increíble y paranormal siempre me decían.
Salí corriendo de la habitación con Oso a la clase entramos por el largo y estrecho pasillo e irrumpimos en los salones de entrenamiento todo el grupo se nos quedó viendo con caras que ya sabían lo que iba a pasar, el entrenador ya nos estaba esperando con una mirada asesina pero esa era su cara de amable un hombre alto de cabello gris y corto y unos ojos de color marrón rojizo.
-Los voy a dejar pasar esta vez porque hoy van a sufrir con sobrecarga pero para la próxima no tendré piedad incluso con sobrecarga-dijo el entrenador con fuego en su mirada
-Lo siento entrenador ayudaba a Oso a vestirse no durmió muy bien que digamos, está muy nervioso-dijo casi que a punto de explotar por los nervios
-Está bien, acóplense al grupo
Nos movimos con gran vergüenza con pequeños pasos hasta llegar al grupo entonces el entrenador empezó a gritarnos dice que es para despertarnos pero solo nos asusta y mucho, Se podía ver el miedo, los nervios y la osadía que tenían algunos delante de este suicidio físico otros como yo estábamos indiferentes.
-Bien chicos como saben haremos sobrecarga y no piensen que va a hacer muy fácil quiero que me hagan mil abdominales, mil flexiones y quiero que corran por dos horas luego descansen por cinco minutos y lo hacen de nuevo dos veces más ¡Venga arreando!
-Esto no es para humanos y menos para niños es un suicidio-decía Mole el chico más fuerte del grupo, si el decía eso es que estábamos perdidos
-no pienso hacer esto-decía Persua con repulsión en las palabras
-No tendrán otra opción ¡Empiecen ya mil abdominales!-decía el entrenador furioso y sus ojos en llamas queriendo vernos sufrir
Empecé como todos un buen ritmo y respirando con normalidad al paso de las veinte abdominales el hambre empezó a atacarme algunos ya habían reclamado pero el entrenador solo decía que comeríamos después de sobrecarga los músculos habían empezado a flaquear como mi respiración las primeras gotas de sudor empezaron a caer al paso de las cien abdominales intente concentrarme en otra cosa y dejar que mi cuerpo siguiera solo pero los gritos del entrenador impedía eso estaba rozando ya las doscientos cincuenta cuando empecé a jadear y todo el tronco de mi cuerpo me dolía así como mi cabeza de tanto subir y bajar había alcanzado las cuatrocientas me sentía satisfecho de haber conseguido tanto en una situación común no habría pasado de las ciento cincuenta. mi mente me exigía oxigeno pero no podía permitirme tal lujo debía seguir hasta que los gritos del entrenador se opacaron y pude conseguir salir de mi cuerpo y dejar pasar el tiempo, este estado de indiferencia máxima lo interrumpió Tiburón al preguntarme por cuantas iba el último número que recordé era las seiscientas y cincuenta y siete, sorprendido bastante su cara cambio drásticamente debido a la sorpresa el llevaba quinientas y había tenido que descansar dos veces el entrenador los gritaba a ellos no era a mí pero no me daba cuenta de ello intente volver a ese estado pero resultaba imposible con Tiburón al lado parloteando cada vez que el aire se lo permitía para entonces ya estaba casi en las setecientas, hasta que Tiburón no volvió a descansar no logre llegar a ese estado que me permitía aquello entre de nuevo en el esta vez sí tenía algo en mente era un páramo tenía los dedos congelados y estaba corriendo como si algo me persiguiera pero era mucho más pequeño que ahora y corría con otros chicos mientras nos perseguían unos hombres con uniformes extraños y fuera de lo común.
Había pasado ya las mil abdominales y ni cuenta me había dado hasta que me despertó Tiburón confuso haciendo ya flexiones con sus músculos flacuchos que estaban tan tensados que podrían reventarse, confuso me despertó de mi sueño me había dicho que llevaba más de dos mil abdominales y el entrenador me estuvo viendo con una cara de sabía lo que me pasaba y que luego se fue pero que siguiéramos sobrecargándonos algunos lo ignoraron y descansaron, otros fueron más despacio para agarrar oxígeno y luego estaba Mole y yo que no parábamos.
-¿No te rindes, eh Búho?-dijo Mole siendo amistoso lo que era algo raro
-Sabes, creí que no llegaría ni a las doscientas abdominales
-Te seré sincero creí que no podría completar los abdominales
-Ahora guardemos aire para no perder el ritmo
Se me hacía extraño que Mole simpatizara conmigo yo que era un flacucho e indiferente del grupo mientras él era uno de los líderes aunque no nos fijábamos mucho en eso ya había comenzado las flexiones llevaba doscientas ya pero mis músculos me pedía que parara pero no podía, seguí llevando mi cuerpo a los limites.
-Ok es suficiente-dijo repentinamente el entrenador llegando de una de las múltiples entradas con un hombre al lado
-Felicidades Mole y Búho fueron los únicos en lograr resistir aunque no cumplimos ni la mitad del objetivo estoy muy decepcionado con vosotros tienen dos días para descansar luego haremos sobrecarga excepto Búho y Mole se lo ganaron por perseverancia, oh casi lo olvidaba este es Doce su capitán-dijo el entrenador concluyendo
-Ok gracias Tobías ya te puedes ir yo me encargo-dijo al entrenador ni sabíamos que se llamaba así
-quiero a los que nombre parados en esa línea amarilla: Águila, Bárbaro, Búho, Chiste, Furia, Filo, Killer, Mole, Persuasión y Tiburón los demás deben irse a esa puerta se les asignado otro pelotón los que nombre conmigo ya ¡Venga muévanse!
Fue un momento de presión y nervios dejar a tus compañeros así sin más me pareció un poco fuerte a decir verdad un hombre llamado Doce viene de repente nos separa y luego debemos seguirlo es algo que no es fácil de procesar.
Seguimos a Doce por pasillo que no habíamos visto en la vida podíamos notar que eran habitaciones de otras personas que no habíamos visto en la vida algunas tenían la puerta medio abierta otras totalmente cerrada había un ambiente pesado y húmedo en esas zonas hasta que llegamos a una puerta metálica con guardias y muchas medidas de seguridad.
-De acuerdo no soy bueno con los discursos pero están a punto de salir al exterior por primera vez si tengo entendido ¿Alguno sabe cómo es?-dijo Doce un tal nervioso
-Yo grandes campos verdes con árboles y una ciudad llena de canales de agua y edificios altos-dije entusiasmado
-¿Cómo que sabes mucho del exterior no, Búho?-dijo Doce descubriendo que yo era de lo que me escapaba
-Eh bueno me han contado de el...-dije intentado eludir su mirada
Entonces suena la alarma de las instalaciones y nos alejamos de la puerta corriendo, mientras que los guardias preparaban sus armas tecnológicas en dirección a la puerta, pensé pero una fuerte explosión abrió un boquete en ella se podía ver que el grosor era de unos cincuenta cm algo desorbitante Doce nos condujo por unos pasillos angostos hasta llegar a una especie de salida secundaria rozando a lo secreto dijo que entráramos sin temor y que siguiéramos corriendo, así lo hicimos y el pelotón pudo ver cómo era el exterior pero debíamos correr para que no nos encontraran...