I. Las pupilas de Aegon

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[I]





Me imaginaba una vida diferente, un presente menos deseoso de cariño, si bien no una familia que se sintiera como una buena, si una que ya no sintiera la necesidad de hacerme sentir basura. La indiferencia de mi hermana, el disgusto de mi abuelo, el nulo amor de mi madre y el estado de  frío a caliente de mi hermano, hacía que mi estómago se revolviera y que mi única solución fuera correr hacia las grandes olas de alcohol, esas que me hundían en sueño reconfortante, aunque algunas noches ese consuelo no era suficiente y tuviera que pretender que solo lo veía como una actividad más para poder relajar mis nervios  el entregarme en cuerpo a mi hermano  y bueno, aparentemente en mente y corazón.

Sé que lo necesitaba, no importa como fuera y no fue algo que planee tampoco, solo sé que nació y que al ser mi primera experiencia en ámbito sexual  estar con Aemond me había hecho sentir deseado, querido, aceptado, sorprendente mente no fue algo con lo que tuve que batallar, este sentimiento fue compartido con él, sus manos expertas parecían despertar de una siesta de mil años cuando tocaban mi cuerpo con entusiasmo, sus labios en mi boca con auto-control en los míos por primera vez por mi falta de experiencia parecían moverme con ternura para después reclamar mi boca como derecho propio,  solo lo hacía más vicioso, la desgracia que compartía su ojo sano con el zafiro donde debería de estar otro ojo sano en dirección a mí era abrumadoramente bella, jamás habíamos intercambiado palabras tristes acerca del incidente o como yo le llamaba, condena, acerca de la perdida de este, desde que empezamos estos encuentros físicos envueltos de placer no se me tenía permitido tocarlo, ni siquiera mirarlo por mucho tiempo, hasta hace unas noches donde yo lo montaba con ambas manos enredadas en su cuello y el manteniendo el ritmo con las suyas en mis glúteos, perdidos ambos en nuestras bocas con el  estimulando mi destruida (en ese momento) entrada, tan rudo, tosco, solo como un animal tomaría a otro mucho más indefenso que el mencionado, bestial en resumidas cuentas, perdidos en el acto de querer complacernos mutuamente, él mordiendo, chupando y besando todo lo que yo era y yo solo dejándome ser porque sabía que a él le gustaba mi sumisión. Soltando sonidos directamente en su oreja de puro gozo, tratando de camuflajear las palabras de cariño que quería soltar hacia él, por gemidos y lloriqueos con su nombre.

blood of my BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora