II. El canto de un ruiseñor

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-Nota: este capítulo es contenido +18, empieza y explica un poco más de como inicio la relación  de Aemond y Aegon, so, espero que lo disfruten

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-Nota: este capítulo es contenido +18, empieza y explica un poco más de como inicio la relación  de Aemond y Aegon, so, espero que lo disfruten. 🐉

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[II]





<< 2 semanas antes>>


Siempre me han molestado los sonidos vacíos, el sondeo de los mosquitos en mis aposentos, los pasos de la guardia real, las voces de la servidumbre cuchicheando afuera de mi puerta, la madera crujiendo en vuelta por las llamas llegando a mi cabeza.

Pero eso solo porque reflejaba cuan solo estaba, esa era otra de las cosas que me molestaba, estar solo, antes de empezar lo que sea que tuviera con mi hermano ahora, todo el tiempo yo estaba solo, lo consideraba mejor, nunca me habían preocupado mis famosos "deberes reales" o "mi educación para ascender al trono de hierro", se desgataban mis maestros, la reina y su padre para hacer que yo tomara importancia y prepararme para gobernar. No lo deseaba ni lo quería, era por eso que huía todo el tiempo, el sentirse sin responsabilidades me hacía falsamente feliz y solo se volvió una costumbre, se adaptó a mi realidad por un buen tiempo, hasta que se hizo más real, al grado de ya no soportarla, hacía que me arrinconara en una esquina de mi cama, sentado con las manos en mis ojos frotándolos con fuerza para desvanecer tal mentira, era muy patético el desear tanto algo para después maldecir llorando el por qué hacerme esto yo solo.


Buscando desesperadamente quien aliviara este dolor, quien llenara el hueco en mi corazón e hiciera desaparecer estos pensamientos malignos de mi cabeza, nadie me veía realmente, nadie deducía que las palabras de quien se supone debería de quererme más que a nada eran si no todo el problema, una muy buena parte de este, pero ya no tendría por qué tener dolor, ya no tendría por qué haber un mal trato a mi mismo, todo acabaría.


Cada vez que me lo proponía me inventaba excusas para dejarlo después, "tal vez este día", "será mejor para esta ocasión", "tal vez tendré más fuerza para mañana", excusas vacías que me ponía porque al final del día moría de miedo, de que a nadie le importara, que no fuera suficientemente digno para un dracarys, suficientemente digno para llorar y orar por mi alma.


Una noche mi lamento no pudo resistirse más en mi boca y grite lo más fuerte que mis cuerdas vocales me lo permitieron, bueno un poco más, el dolor era papable en mis manos, brazos, piernas, ojos, todo mi ser convirtiéndose en el más puro de los dolores, sollozando patéticamente en mi cama, creyendo acabarlo todo ahí, rápido y mucho más silencioso, mis oídos ignorando el ruido de afuera y de dentro, solo enfocados en mi miseria, después, a la madera crujir.


Enterrando aún más la cabeza en las almohadas, preguntando ¿Por qué?, ¿Cuándo tendría fin?, ¿Cómo sería morir?, ¿Qué harían?, ¿Qué sentirían?, ¿nada?

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