IV. Caída libre

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[IV]





Quiero gritar.

Quiero gritarle a ese estúpido Aegon que veía reflejado en el espejo. Quiero que deje de ser tan patético y pare de llorar. Quiero decirle que esta sensación se retirara, casi tan rápido como las demás que nos han acomplejado o echo daño, todo va a pasar y solo será un sueño o una pesadilla. Pero ya no importara cuál de las dos haya sido. Despertara.

Exhalo, porque sé que no es cierto, muy en el fondo, mi corazón lo dicta de otra manera y se burla de mí.

Casi sin reconocerme a mí mismo, paso una manta por el amplio espejo que está situado a un lado de la puerta del baño y me dejo caer en los fríos suelos de este, ni siquiera mi piel desnuda se inmuta y trato de cerrar fuerte mis ojos para impedir que las lágrimas salgan otra vez.

Harto, de que mi tristeza tenga que rebajarme tanto a ocultarme de todos, hasta de mi propio reflejo. Uno roto, tan de adentro como visiblemente muchísimo más por fuera.

Nunca creí necesitarlo como lo hago justo ahora, tampoco creí odiarlo justo así. Aunque, me pregunto realmente si esto es llegar a odiarlo a él o solo estoy odiándome más a mí.

Supongo que el fin es el mismo, me siento miserable y mis pensamientos siguen jugándome en contra, aunque no son tan ruidosos como los sueños que saltan enseguida a mofarse de mí. Sabiendo las ilusiones que me forje durante todo este tiempo que creí podríamos ser felices, solo quedan los moretones internos y externos de algo que sabía nunca iba a poder ser completamente mío.

Toda esa fuerza y rabia que me atraía de ti, quise reconocerla como una tregua para acercarnos más, yo siendo ingenuamente como una bandera de paz en un terreno desconocido en media guerra interna, intentándolo por ti.

Nunca fue de verdad, nunca quisiste ni si quiera intentar amarme. Pero eso no es tu culpa, esa fue mía. Te juro que trate de jugármelo así, me mentía diciendo que lo toleraría, que me alejaría si un día aparecieras de frente y decidieras terminar con "esto", te sonreiría y seguiría mi camino a la cocina a comer algo.

Pero ya ni si quiera puedo beber, me repito todas las noches que volverás y todo será como antes, dirás chistes acerca de cómo impondrías nuevos decretos solamente para mi si fueras rey, nada agradables por supuesto, de escucharte quejar absolutamente por todo y todos, de cómo ningún torneo está a tu altura, incluyendo a los competidores y eso es verdad, nadie nunca podría estar a tu altura. Luego de discutirlo, fingir pelear en desacuerdo contigo para terminar arrastrado por tus fuertes brazos hasta no sentir más el piso en la suela de mis botas y ver que me has recogido sin esfuerzo y caernos juntos en mi cama, tratando de no reír muy fuerte para no alertar a Sir. Erryk.





Ya más relajados, mirarnos hasta que cedas un poco y te acerques más a mí a depositar besos por toda mi cara, con la excusa de que así me pongo más lindo contigo y te hago disfrutar más. Soy más entusiasta para que no veas el manojo de nervios que son mis manos cuando te tocan, ni sientas mis labios agitados de anhelo por quererte besar. Y por fin me elevo contigo en una espiral agradable de puras texturas que parecen acariciarnos cuando nos volvemos uno. Genuinamente soy feliz, creo que tú también lo eres.


blood of my BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora