Amoxexelistli⁷

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Desde esa mañana un mal presentimiento se instaló en su pecho.

Desayunar junto a Cortes ya era costumbre desde que los extranjeros llegaron al imperio, pero hoy el español estaba tardando mucho en llegar.

-Ya deja de mirar la escalera, no debe tardar en bajar- Soltó una voz a su lado.

Cuitláhuac miraba disgustado a su hermano mientras masticaba la comida de forma pausada demostrando su palpitante enojo. 

-Es que ya tardo bastante.

-Eres un desesperado, eso es lo que pasa- Su hermano pequeño suspiro -De todas formas, ¿Por qué es tan importante que ese pendejo baje? ¿No puedes comer sin él?

-No es por eso. 

El Tlatoani se pintó de un ligero carmín, no es que no pudiera comer sin él, pero le era más cómodo comer juntos.

-Tch, pues se tardará, te tendrás que conformar con mi compañía.

-Cambias todo lo que digo. 

-Eso das a entender.

Moctezuma hizo una mueca de rendición, no tenía cabeza en este momento para pelear con él. 

Que estará haciendo...

Mientras tanto, Hernán seguía recostado mirando el techo, solo suspirando de vez en cuando, no quería bajar y ver a Moctezuma, después de hablar con su sub-capitán la noche anterior tenía muy claro su deber, pero eso no quitaba que lo hiciera sentir miserable esa mañana.

- ¿Qué sucede?

Se levanto con velocidad mirando hacia la apertura en la entrada, Moctezuma yacía ahí, tan imponente como de costumbre, aguanto la respiración cuando el Tlatoani se acostó a su lado con esa linda elegancia que acostumbraba.

-No, para nada, ¿Por qué lo dice?

-Te estuve esperando un buen rato, pero no llegaste, me preguntaba si te había pasado algo malo.

-No es nada, solo tenía mucho sueño.

La sonrisa más hipócrita del mundo surco los labios del de habla hispana. 

-Bajemos

-Está bien...- Moctezuma asintió con duda, Hernán se portaba diferente con él.

Bajaron en silencio, era la primera vez en mucho tiempo que no se sentían a gusto estando juntos, una sensación que no le agrado a ninguno de los dos.

Al bajar, el comedor se encontraba desolado, Cuitláhuac había terminado minutos antes de que su hermano subiera por Cortés.

-Parece que estaremos solos.

Exactamente lo que menos quería, prefería tener que comer con la amenazante mirada de Cuitláhuac encima, que aguantar todo ese tiempo al lado de Moctezuma con ese ambiente tan incomodo que el mismo había creado.

Se sentaron con fingida tranquilidad, el Tlatoani siguió degustando sus alimentos con calma, su cabeza estaba hecha un lío, pero sus movimientos nunca lo demostraron. En el justo momento en el que se decidió por iniciar una conversación con su contrario, este mismo se levantó de su asiento con la intención de retirarse del lugar.

- ¿A dónde se dirige?

Cortes se giró con tanta lentitud que puso nervioso al gobernante.

-No es de importancia, su Majestad.

Siguió caminando sin mirar atrás dejando al otro hombre en completa soledad.

- ¿Qué está pasando? - Se pregunto a si mismo el azteca.

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