Bianca moría por dentro, se sentía tan humillada de que su madre la bañara aún con diez años de edad, no podía resistir esa vergüenza que le causaba el estar desnuda frente a ella y repugnancia al sentir como frotaba sus manos contra su cuerpo.
Se sentía tan mal.
¿La estaba limpiando o ensuciando?
Ella se sentía sucia ante tal acción.
Pareces reemplazar tu cerebro con tu corazón
Las manos de la mujer bajaron hasta las piernas de la niña, causandole escalofríos y conteniendo esas lágrimas aperladas que se le querían escapar de los ojos, pasó a la parte interna de éstas y acarició los muslos, se estremeció e intentó cerrar las piernas en vano, subió un poco más para frotar en su intimidad y dejarla tan limpia como lo había estado cuando llegó al mundo.
Unas pesadas y dolorosas lágrimas resbalaron por sus mejillas y cayeron al agua de la tina, salpicando un poco sus piernas, poco a poco, fueron aumentando.
Te tomas las cosas tan a pecho y luego te desmoronas
No era malo lo que hacía, era una muestra de afecto, ¿No? ¡¿No?! ¿No era acaso la mejor forma que tenía para demostrarle su amor incondicional?
Qué mal se sentía ser amada por ella.
Tratas de explicarlo pero antes de que puedas empezar
—basta, mamá, basta —imploró con una voz débil y temblorosa cuando percibió el tacto de los fríos y largos dedos de su madre en su zona íntima, acariciándola. Más lágrimas cristalinas se desbordaron de sus orbes verdes.
Ella no hizo caso, continuó con esa acción, dándole a entender que era para dejarla tan limpia como una bebé.
Esas lágrimas de bebé llorón salen de la oscuridad.
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Bianca despertó, estaba empapada en sudor frío, lo primero que hizo fue levantarse y desnudarse, bajó de la torre y corrió hasta la costa para meterse al agua sin importarle la temperatura de ésta. En cuanto entró, sintió como todo su cuerpo se paralizó pero no le importó, comenzó a rasguñar su piel con sus uñas para limpiarse, aunque aquello más bien parecía un intento desesperado por matarse.
Los rasguños sin piedad que hacía en su piel poco a poco fueron abriendo paso a la sangre y, al tiempo que el agua salada tocaba la herida, comenzaban a arder.