Por la mañana, Luca terminó sus deberes hasta cerca del mediodía, apresurandose para buscar una perla para su Perla.
Él se veía sumamente entusiasmado, dirigiéndose al lugar donde había encontrado la ostra que contenía la perla que le había regalado a la morena en su cumpleaños.Al llegar al lugar correspondiente, el semiacuático no perdió tiempo y buscó la mejor ostra que hubiera en el lugar. Debía darle lo mejor a Bianca.
Cuando encontró la ostra perfecta —no muy grande, lo suficiente como para que pudiera ponerla en un buen lugar sin que se perdiera pero que tampoco pasara desapercibida—, una gran sonrisa se pintó en su rostro.
La sonrisa se desvaneció al recordar la cara de disgusto de Bianca cuando tuvo que hurgar dentro de la ostra, y tenía toda la razón, estaba viscoso.
Él hizo una mueca. Si le iba a dar una perla a su amada, no dejaría que tuviera que ensuciarse las manos. Por supuesto que no.Sin importarle mucho, abrió la ostra y sacó la perla de su interior por su propia cuenta, para después quitarle todo lo viscoso que había dentro de ella, dejarla hueca y que pudiera guardar cada perla que le diera.
Al terminar, sonrió satisfecho, no perdiendo más tiempo y nadando de inmediato a donde se encontraba Bianca, guardando los regalos en su morral.
Cuando llegó, ella estaba regando el pequeño huerto hecho de cajas de madera que tenía al pie de la torre, con tanta pasividad que Luca quería quedarse todo el día mirándola.
Cayendo en la cuenta de que eso no era posible, el niño se acercó.—Buongiorno, Perla —la saludó, sonriente.
La menor se quedó estática, dejando de hacer la actividad que estaba realizando, le dirigió una mirada confundida ante la forma en que acababa de llamarla, frunció el entrecejo.
—¿Cómo me llamaste? —habló con un tono de voz arisco.
Luca sintió que no debía haber dicho eso, cambiando el semblante a uno preocupado, se mordió el labio inferior.
—Mi dispiace, Bianca... solo... —intentó disculparse —Creí que te gustaría que te llamara así y... Scusa... No lo volveré a hacer.
Bajó la mirada, apenado, y se abrazó a sí mismo.
Bianca no dijo nada, completamente quieta en su lugar.
—Dime algo, por favor —suplicó el castaño, armándose de valor para mirarle a los ojos —. No te enojes.
La morena relajó la mirada, enternecida por la forma de actuar del pecoso. Sin más, corrió hacia él y besó su mejilla con fuerza, dando lugar a un beso tronado y un cálido abrazo.
El contrario le devolvió el abrazo, más calmado de que Bianca no estuviese enojada con él, además de las mejillas ruborizadas y un millón de mariposas revoloteando en su estómago.—¿Cómo me voy a enojar contigo, Luca? —cuestionó con incredulidad la oji-verde al separarse del abrazo. Posteriormente tomó el rostro de Luca entre sus manos —Me encantó que me llamaras así.
Volvió a besar su mejilla.
—¿Entonces si te puedo decir así? —sus ojos brillaron con intensidad de la emoción. Su corazón saltó.
—Claro que sí —afirmó la femenina, sonriendo ampliamente de oreja a oreja.
Sin pensarlo, el castaño besó la mejilla de Bianca con emoción, atrayéndola hacia él al tomarla del rostro. Tanta era su emoción que inclusive depositó otro beso en su pómulo.
Al caer en la cuenta de lo que estaba haciendo, se detuvo al instante, tornándose tan rojo como un tomate que incluso Bianca pudo jurar que al pecoso le iba a arder el rostro si lo tocaba.
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━━𝑷𝒆𝒓𝒍𝒆 𝒅𝒊 𝑴𝒂𝒓𝒆 〔ʟᴜᴄᴀ ᴘᴀɢᴜʀᴏ × ʀᴇᴀᴅᴇʀ〕
Fanfiction𝑷𝒆𝒓𝒍𝒆 𝒅𝒊 𝑴𝒂𝒓𝒆 | ━ ʟᴀꜱ ᴘᴇʀʟᴀꜱ ɴᴏ ꜱᴏʟᴏ ꜱᴇ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴀɴ ᴇɴ ᴇʟ ꜰᴏɴᴅᴏ ᴅᴇʟ ᴏᴄᴇᴀɴᴏ... ❝ ━𝑳𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒍𝒂𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒎𝒖𝒚 𝒗𝒂𝒍𝒊𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒊 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒍𝒍ó𝒏 𝒅𝒆 𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒐𝒅𝒓í𝒂𝒏 𝒊𝒈𝒖𝒂𝒍𝒂𝒓 𝒍𝒐 𝒗𝒂𝒍𝒊𝒐𝒔𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒆�...