Tengo que poner bien los caps, después lo hago se me va la inspiración ayuda

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De camino a la cafetería, apenas habló.

Eso no le importaba, Yoosung hacía la mayoría de la charla, eso se le daba bien, era bueno tratando con la gente.

Por eso permanentemente estaba uniéndose a nuevos clubs, le encantaba conocer gente nueva, y aprender cosas nuevas, también.

¿No era eso lo mejor?

Él estaba pensando en contarse a Saeran de la nueva armadura que había conocido, ¡Le había costado tanto conseguirla!

Horas y horas sin dormir, pero se había sentido tan genial cuando finalmente la obtuvo.

Y no le avergonzaba ni un poco pensar que lo primero que se le cruzó por la mente es contárselo a su nuevo amigo.

Porque... ¿Eran amigos.. cierto?

El pensamiento lo hizo sentirse triste, pero no quería molestarlo con esos pensamientos tan triviales, y especialmente cuando acababa de salir de su consulta.

Él siempre se veía... fuera de foco cuando salía de ahí.

Y Yoosung no lo culpaba. Él no tenía detalles específicos de todo lo que había pasado, pero tampoco lo necesitaba.

Sabía que había sido muy duro, y el hecho de que una persona que él solía idolatrar había tenido que ver con todo su sufrimiento... Solo lo hacía sentir peor.

Sintió un pequeño empujón en su costado, y sonrió.

No sabía si Saeran se daba cuenta, pero a veces buscaba el contacto físico, y a Yoosung no le molestaba en lo absoluto.

Así que lo empujó juguetonamente, de vuelta. —¿Que sucede?

—Estabas demasiado perdido en tus pensamientos. — Le respondió, con el ceño fruncido, y con sus ojos perforandolo.—Si tenías otros planes, deberías habermelo dicho.

—No tenía ningún otro plan. —Le dijo sinceramente, de manera tan abierta, que se dio cuenta de que lo había sorprendido. —No había otro lugar donde quisiera estar que no fuera contigo.

Se toparon con una esquina, y justo ahí, estaba el lugar de Jaehee.

¡Era tan bonito!

A Yoosung le encantaba, y sabía que a Saeran también, no solo lo acompañaba por obligación, pensó, con una pequeña sonrisa.

Empujaron la puerta hacia adentro, y Yoosung señaló algo con el dedo. —¡Mira! Están buscando empleados aquí. — Él suspiró con tristeza. —. Si no estuviera en la universidad...

Saeran observó el acogedor lugar, antes de que tomaran asiento en uno de los reservados en la parte trasera del lugar.

Era su lugar favorito. Tenía unos sillones muy mullidos, y una pequeña mesa para compartir en el centro.

No vieron a Jaehee en el frente de la cafetería, lo cuál tenía sentido, dado que ella era la dueña del lugar, no siempre estaría disponible para ellos.

Pero pudo ver que Saeran notó lo mismo, y se desinfló ligeramente en su lugar en frente de él.

Jugueteó con los cordones de su raída sudadera, y se sintió un poco fuera de lugar.

Yo sé que a Saeran le agrada Jaehee. Ellos... Él...
Ella es muy inteligente, y Saeran-ah lo es también. Deben tener muchos temas de conversación en común.

Tal vez es más cómodo para él hablar con ella, es tranquila y centrada.

Tal vez soy demasiado ruidoso. — Pensó en voz alta, y cuando levantó la vista y vio esos ojos ocultos tras las lentillas, sintió que su cara ardía completamente.

Inmediatamente se puso la capucha y se escondió. —¿Me oíste?

Pasó un segundo de silencio, y vió que Saeran estaba jugueteando con el menú, que ya ambos sabían de memoria, excepto la especialidad semanal, que rotaba cada cierto tiempo. —. ¿Te refieres a qué eres ruidoso? Sí, lo oí.

—¡Saeran-ah!~ —. Se quejó, con un tono juguetón. —. Tú nunca me lo pones fácil.

—¿Quieres que te lo ponga fácil?

Oh, por dios.
Su cara se sentía como el mismo infierno, temía que hasta le empezará a salir sangre por la nariz.

Él no se había dado cuenta de lo... pecaminoso que sonaba la frase que acababa de decir.

¿Por qué pensaba en esas cosas?

Cambiar de tema, cambiar de tema.

Aún esperaba una respuesta, pero lo único que recibió fue una sacudida de cabeza.

Se asomo a mirarlo desde las profundidades de su capucha, y le sonrió.

—¿Le haz echado un vistazo al menú?

—Rollos de canela.

—¿Qué?

—La especialidad de esta semana. — Sostuvo el menú en alto, y se lo señaló, todos lo incluido en el menú tenía unas bonitas fotos al lado.

Haciendo lo propio con el segundo menú en la mesa, lo ojeo rápidamente, y sin levantar la mirada, preguntó. —¿Helado, o café helado?

El cielo no es siempre azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora