CAPÍTULO CINCO

166 18 1
                                    

Liverpool, Inglaterra
Año no especificado
Yoohyeon faltó a clases el día siguiente. La mueca triste por parte de Minji fue inevitable. Ejerció lo mismo que hacía su abuela cuando quería proteger a alguien desde la distancia. Rezó. Rezó en voz baja mientras tomaba asiento en el pupitre de siempre. No podía culparla. Ni siquiera se enojó. Tener a un familiar enfermo en casa era algo que Minji pasó. Como pudo, la chica cuidó de su abuela. Era la única que se hizo cargo de la señora Kim. Fue ahí cuando tomó el rol de persona adulta y dejó al final de jugar con sus muñecas. Rezó de nuevo al pensar en el cuaderno de perros de Yoohyeon. Su abuela siempre le dijo: "Dios nunca dejará de escucharte, solo trata de a hacer las cosas bien, niña". Minji estaba haciendo las cosas bien, de hecho. Rezar por su amiga era algo que cualquier persona haría. Alguien bueno, obvio.
"Perdóname por a hacerte esperar. Ya sabes. El bus a veces tarda. ¿Puedo sentarme junto a ti, por cierto?"
Yoohyeon sonrió.
Una ola de felicidad instantánea permaneció hasta el final de la mañana. Minji en verdad se sentía en paz cuando conversaba con Yoohyeon. Pero... La gente es muy mala, ¿verdad? Sí.
— Yoohyeon.
La chica bajó su mirada a sus labios. Observó a Minji señalar la entrada del baño. Yoohyeon asintió. Se quedó parada apoyada a la pared.
— Maldita extranjera.
Minji jamás supo cómo es qué terminó viviendo en otro continente. O por qué sus padres la dejaron a cargo de su abuela. Minji no los mencionaba, más no sabía absolutamente nada de ellos. Solo tenía recuerdos de su abuela. Fue ella misma quien le enseñó coreano porque su lengua "principal" siempre lo había sido el inglés. Pero la señora Kim solía repetirle con frecuencia: "Tú de asiática tienes los rasgos, pero créeme que pasas más por europea que los mismos europeos. Tu inglés es perfecto, niña".
— ¿Te crees genial solo porque ahora te juntas con esa sorda de mierda?
Minji lloró en silencio mientras la golpeaban adentro del pequeño cubículo. Su voz no salió. Lo único que manifestó fue una tos constante y ruidosa. Escupió sangre.
— Ella no te durará mucho. Nadie soporta a la gente abusada y depresiva. Tarde o temprano... Se dará cuenta de lo destruida que estás, Minji.
Minji no actuaba como "destruida" cuando estaba con Yoohyeon. Al contrario, sonreía más de la cuenta. Su sonrisa era brillante. Yoohyeon la hacía olvidar de su vida. De su mala vida, mejor dicho. Y ella era tan bonita que todavía seguía preparando té con miel, tomaban té juntas mientras leían, por supuesto, cada una por su lado, y era medio divertido porque su resfriado se había curado hace rato, aún así, Yoohyeon no paró ni un segundo en a hacerla sentir mejor.
"Tu labio está, prácticamente, roto".
— Sí. Duele.
Ella. Ella y su tierno té con miel provocaban un cambio radical. Su día se volvía gracioso y fabuloso. Minji quiso que Yoohyeon también pensara lo mismo alguna vez cuando se detenían por un instante a mirar el cielo por la ventana de la biblioteca. O cuando tan solo se miraban sin escribir. Yoohyeon colocaba a propósito la palma de Minji encima de su frente. Porque para Yoohyeon, las manos de Minji eran las más suaves y cálidas del mundo. Le gustaban, a pesar de que su amiga le dijera que no, que no podían ser lindas, porque las cicatrices lo arruinaban. Cuando Minji le confesó a través de señas aquello bajo el precioso árbol de manzanas, desde ahí, todos los días, sin falta, Yoohyeon besaba sus nudillos luego de decirle "hola" en el cuaderno. El tercer día... Minji se atrevió a preguntar a qué se debía ese acto lindo de su parte. Y su respuesta la dejó pensando casi toda la tarde del martes.
— Yoohyeon. Gracias por el budín.
"Oh, de nada. ¿En serio te gustó? Mi especialidad no es la cocina".
— Me gustó.
"Te guardaré un pedazo cada que haga, entonces. Ahora ya sé que te gusta".
Las comisuras de Minji se elevaron. En eso, Yoohyeon tomó su mano. Sus dedos se entrelazaron.
"El día está soleado. ¿Compramos café?"
"¿También tomas café solo cuando hay días soleados?"
Yoohyeon asintió. Cogió esa vaga costumbre de su padre. Ya no salían tanto como antes, pero disfrutaba de su compañía. De pequeña, el hombre llevaba de la mano de su hija a la cafetería más cercana de su lugar de trabajo. Por ello, luego del colegio, no regresaban de inmediato a casa, sino que antes pasaban por una buena taza de cafeína. El corazón de Yoohyeon se sintió contento cuando Minji le dijo que sí. Y sin pensarlo demasiado, estaban frecuentando aquellos lugares que Yoohyeon siempre amó. En cierto punto, Minji estaba ocupando un pequeño espacio en su vida. Era alguien especial. Estaba empezando a quererla de una forma difícil de poner en palabras. Su querer era grande.
— Yoohyeon. No tengo dinero... Yo...
Esa misma semana... Se gastó lo último que tenía en la luz. Y todavía ni le pagaron en el local de comida rápida. Estaba en 0, en pocas palabras. Pero a Yoohyeon no le importó. Terminó pagando su pedido. Pagó lo de ambas... Sin decir nada al respecto.
"¿Te acompaño a tu casa?"
Minji negó. Miró de reojo el reloj de mano de Yoohyeon. Las cuatro de la tarde. Hora de a hacer hamburguesas en la calle principal.
— Tengo que ir a trabajar.
A Yoohyeon a veces se le olvidaba que Minji no siempre podía pasar tiempo con ella. Por obvias razones, debía ocuparse de otras cuestiones. Trabajar era una de ellas. Yoohyeon quiso preguntar por qué consiguió empleo siendo menor. Pensó en sus progenitores. Ellos, ¿dónde se encontraban?
— Nos veremos mañana, seguro.
"Eso espero..."
"Tú no me fallaste, Yoohyeon, yo tampoco lo haré, eres mi amiga ahora".
Amiga. Amigas...




🐢= ¡Gracias por leer! Atte: N.










Fantasy Oasis [jiyoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora