CAPÍTULO CATORCE

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Liverpool, Inglaterra
Año no especificado
Ese mismo día, Yoohyeon llegó a ver dos facetas muy importantes de su querida amiga: frustrada, medio triste, mejor dicho, y llorando.
— Ahora... ¿Quién está cuidando a tu pez?
— Una amiga de mi abuela. Me vino bastante bien. Vive justo enfrente de mi casa. Ella es la misma que se propuso de cuidar de mi conejo, bueno, ex. Preferí que ella lo tuviera consigo porque yo no suelo tener tanto tiempo libre, de acuerdo, no como ahora.
— Iba a preguntar por él, por cierto. Espero que esté bien.
— Ella me recuerda a mi abuela. Se parecen un poco. No tengo problema con que cuide de mis adorables amiguitos. Me siento segura.
Yoohyeon asintió con el cráneo mientras se quitaba la chamarra gris para ponerla encima de los hombros de su amiga. El frío estaba comenzando a pegar, notarse, sentirse. Minji sostuvo sus manos en las suyas.
"¿Y qué tal te sientes? ¿Te gusta esto? Sé que jamás lo mencioné, pero esta es la primera vez que traigo a alguien a esta pequeña casa de verano. Otra cosa. Si me lo permites, por favor, de ahora en más, no pares de acompañarme, ven conmigo siempre de vacaciones".
— ¿Puedo, acaso...?
— Dime. ¿Por qué no podrías? Le caes bien a mis padres. Puedes estar con nosotros siempre, Minji.
Dejando de lado el cuaderno junto con el bolígrafo negro, Minji se cruzó de piernas. Estaba segura que fue una pésima idea haberse puesto un short de jean de noche.
— ¿Tienes sueño?
La voz baja de Yoohyeon chocó suave contra su oreja.
— No, todavía no. ¿Tú? Podemos volver a la habitación, si quieres.
Leyendo sus labios, negó.
— ¿Segura? ¿No tienes frío? Estás en playera, Yoohyeon. Puedes enfermarte si no te cuidas. Toma. Abrígate.
Cuando Minji trató de quitarse el abrigo, Yoohyeon la detuvo con un leve apretón de muñeca derecha.
— Soy tolerante. No te preocupes.
A pesar de sus uñas ya casi blancas, pegó más el cuerpo al de su amiga, buscando algo de calor entre sus anatomías jóvenes. Pero luego de unos minutos, Minji se puso en marcha en a hacer una fogata. Yoohyeon le preguntó si necesitaba ayuda, y ella solo le dijo que podía sola. En eso, mientras miraba a Minji ejercer uno de sus pequeños deseos, su corazón dio un brinco imprevisto. Ladeó la cabeza. Sí, eso era lo que quería. De noche a hacer fuego y permanecer ahí... Observando el mar... Las estrellas... Sentir el viento helado chocar contra su rostro. Estar con Yoohyeon... Siempre con Yoohyeon.
— Gracias por invitarme...
Minji juntó las piernas de ambas mientras levantaban las manos para poder calentarse un poco.
— No deberías agradecerme. Todo esto lo hago por ti. Porque...
— Porque nos queremos...
Yoohyeon sonrió, de nuevo. Pero su sonrisa se convirtió en otra cosa para cuando sintió los labios de Minji en su mejilla. Fue un beso diferente. Fue lento pero tan lento que el corazón de las dos se aceleró. Cuando Minji se separó un poco de Yoohyeon, acarició con su yema cálida la parte recién besada. Ninguna sabía cuánto tiempo exacto se miraron.
— Sí, porque nos queremos.
Afirmó mientras le acomodaba inquieta el fleco rubio a su amiga. Tragó saliva. No podía estar pensando en eso... No podía pensar en querer besar la boca de Minji. No. No otra vez. Bajó la cabeza. Pero Minji cogió suave su mentón. Gracias a Dios, no fue un beso en los labios, sino un abrazo.
— Estás helada...
Yoohyeon no llegó a leerle los labios, así que no entendió lo que quiso decir. Solo la sostuvo por la cadera. De esa cadera pequeña y joven.
Para Yoohyeon, los próximos días fueron un completo martirio. En el buen sentido, creo. Porque Minji no hacía más que ser perfecta en cada cosa chiquita que manifestaba. Minji no tenía la culpa. Porque siempre supo que Minji amaba a alguien más.
"Tengo que irme, Namu".
Minji escribió.
"Cuídate mucho".
Respondió cabizbaja.
Dejando el café a la mitad, Minji se levantó de la silla para luego despedirse con un rápido beso en la mejilla. Yoohyeon la vio irse con el corazón en la garganta. Bueno, por lo menos, esta vez, no le canceló la salida. Eso era lo más importante. Simplemente, ella también se retiró después de unos segundos. No hizo otra cosa más que caminar a paso lento hasta su hogar. Pateando una que otra piedra en el camino. Sintiéndose extraña. Lo suficientemente abandonada y dejada como para encerrarse en su cuarto a solo dibujar mientras pequeñas lágrimas descendían con tristeza por sus mejillas.
"Las personas con baja autoestima no pueden enamorarse".
Minji la dejó para ir detrás de un muchacho. Era ya la segunda vez que lo hacía. No era el trabajo. No era la escuela. Era él. Esta vez era él. Aquel chico desconocido y buen amante del té y los libros románticos. Yoohyeon era medio diferente al enamorado de su amiga. Yoohyeon tenía una discapacidad horrible. Él podía a hacer todo lo que quisiera, en cambio. La vida de Yoohyeon estaba limitada. Todo su círculo lo estaba. Y odiaba tener que vivir de en comparación en comparación porque nunca lograba sentirse del todo bien consigo misma. Odiaba ahora tener que pasar las horas infinitas sola en la biblioteca. Odiaba tomar té sola. Odiaba sentarse sola. Odiaba dormir sola. Odiaba estar sola en vacaciones. Sentarse en la arena y no ver a Minji a su lado. No había ningún rastro de ella. Yoohyeon estaba sola. Volvía a estar sola. Tan sola como siempre.
"Cabeza".
El doctor asintió sonriente.
Acostándose en la camilla, cerró los ojos por un momento. Tuvo que salir de clase porque el dolor de cráneo era insoportable.
— Yoohyeon.
Al sentir una mano puesta en su rodilla, los abrió.
— ¿Qué... Qué?
— Dolor de cabeza.
Le dijo en un susurro. La mueca quejosa en su rostro se notaba a leguas.
Luego de tanto tiempo, Minji apoyó su mentón en su brazo. Se agachó mientras la miraba fijo. Pero al tomar su mano, Yoohyeon volvió a sentir lo mismo de siempre. Amor. Amor hacia su amiga de biblioteca.
— Tienes que regresar.
— No lo haré sin ti, Yoohyeon.
— Estoy bien.
— No, no lo estás. No soy estúpida. Esta es la tercera vez que vienes a la enfermería. ¿Qué te pasa? ¿Qué te sucede? ¿Por qué... Por qué...?
Yoohyeon se levantó un poco para tomar suavemente su mandíbula en su mano temblarosa. Minji se quedó esperando algo que siempre deseó, pero que jamás mencionó por rechazo. Ella también amaba de una forma diferente. Ella también veía a Yoohyeon como algo más que solo una simple amistad. Tomando cuidadosa de su camisa escolar, finalmente, sus labios chocaron, se encontraron. Fue un beso inexperto pero lindo. Minji se escondió en el hueco de su cuello para cuando el momento acabó.
— Minji...
— No digas nada, Yoohyeon...

[...]




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Fantasy Oasis [jiyoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora