CAPÍTULO NUEVE

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Liverpool, Inglaterra
Año no especificado
Yoohyeon ejerció una sonrisa feliz cuando vio a Minji ingresar al salón con su bufanda, esa misma que le regaló esa vez en la biblioteca.
— Hey.
Minji sobó su hombro, sonriente. Como siempre, las dos no paraban de sonreír.
"Te ves bonita".
Yoohyeon escribió calmada sobre el papel. Minji leyó con la misma postura. Tranquilidad. Con la misma armonía.
— ¿Sí? ¿Me veo qué...?
"Bonita".
Volvió a expresar. Minji bajó la mirada, algo avergonzada. Se cruzó de brazos.
"Te ves muy bonita, Minji".
— Yah... no me mires, ya deja de a hacerlo.
Yoohyeon desvió la mirada. De nuevo, su rostro joven estalló en una sonrisa divertida. Cuando Minji fingió molestia, Yoohyeon acarició cariñosa por debajo de su suéter su muñeca para poder a hacerla reír.
"Te ves mucho más bonita cuando te sonrojas".
Luego de escribir eso, Yoohyeon abandonó el lugar para poder usar el baño. Afortunadamente, Minji vio su pequeña nota.
— Esta chica...
Susurró, riendo.
Yoohyeon quería que Minji leyera lo que había escrito antes de pararse de su asiento, y lo consiguió enseguida. Aquello era lo más quería.
"¿Sabes una cosa? A mí me gusta cuando me dices cosas lindas. Por favor, sigue haciéndolo, nunca dejes de a hacer eso. Yoohyeon. Confío en tu palabra, eh".
La muchacha asintió contenta, sosteniendo su brazo mientras salían de la escuela. Mientras caminaban, Yoohyeon otra vez leyó la nota de Minji, la de recién. Sonrió.
— ¿Tus padres pasarán por ti?
"Sí. Hoy no podré ir a tu casa. Puedo ir mañana, si es que no estás muy ocupada".
— ¿Mañana? ¿A qué hora?
"No lo sé. Después de la escuela... ¿Qué te parece? ¿Qué dices?"
— Me parece perfecto.
Yoohyeon llegó a casa ese mismo mediodía a las 12:30. Al despedirse de Minji, por más exagerado y absurdo que suene, sintió un dolor inmenso en el pecho. Se sintió demasiado triste. Ni siquiera sabía por qué. Ni siquiera sabía por qué no podía estar sin ella. ¿Acaso... Las relaciones son así? ¿Acaso las personas no pueden estar sin su amistad favorita? Porque Yoohyeon se sentía de esa forma, exactamente. Estaba comenzando a extrañar a Minji... A pesar de que recién una hora había pasado desde la última vez que la vio en el día, la chica no paró ni un segundo de pensar en ella y en cómo le estará yendo en el trabajo. Las preguntas llegaron de la nada. ¿Habrá mucha gente? ¿Estará bien? ¿Tendrá dolores? ¿Sueño? ¿Sentirá mucho estrés? ¿Qué función le tocaba esta tarde? ¿Los compañeros la estarán tratando bien? ¿A qué hora saldrá? ¿Qué hará después? Lamentablemente, los cuestionamientos no pararon, jodieron su mente hasta el cansancio, hasta que cayó dormida en su cama después de almorzar.
— Yoohyeon. ¿Qué tal la escuela?
En la hora de la merienda, Yoohyeon acompañó a sus padres a tomar algo de té.
— Bien, mamá...
Trató de modular lo más que pudo mientras movía las manos, expresando al 100% con su cuerpo. En eso, su madre elevó las cejas. Era bastante extraño que su hija usara su voz. Supongo que hoy su familia estuvo de suerte. Su hija, mejor dicho, estaba de suerte, más o menos, de buen humor.
— ¿Sí? ¿Nuevos amigos?
Al leer los labios de su madre, Yoohyeon se sonrojó.
— S-sí... Nuevos amigos.
Su voz salió como un murmuro inocente.
— ¡Es una excelente noticia, Yoohyeon!
Casi siempre, su madre se ponía muy contenta cuando alguien se le acercaba. Estaba segura que solo hacía esa cosa porque ella también se preocupaba por su salud, por la poca comunicación que tenía con la sociedad, por su... Discapacidad.
— Ella es linda...
— ¿Contigo?
Yoohyeon asintió.
— Se sienta conmigo en clase.
Con la única que podía llegar a hablar de más era su madre. Con la única que usaba su voz, de igual manera, muy de vez en cuando. Pero por un momento, también quiso que Minji conociera su voz, poder comunicarse de la misma forma en la que lo hacía con su progenitora. Pensó que tal vez el miedo la paralizaba demasiado. El miedo a ser rechazada. Su más grande miedo.
— ¿Eso te gusta? ¿Te gusta que se siente contigo?
— Sí, me gusta.
¿Minji le gustará su voz rara? Rara en el sentido que no era igual que las demás personas. Aún así, lo intentaba. Trataba de expresarse todo lo que pudiera, lo mejor que le saliera.
— ¿Cómo se llama?
— Kim Minji... También es coreana, es una de nosotros.
— ¿Minji? ¿Y cómo es ella?
— Es rubia... Es más baja que yo, pero solo un poco, es muy inteligente y estudia mucho.
— Oh. Buena estudiante.
— Sí, buena estudiante.
A la mañana siguiente, cuando hizo su rutina matutina, Yoohyeon emprendió rumbo hacia la escuela. Su padre la alcanzó hasta ella. 
— Hola.
Minji tanteó suave su espalda. Se saludaron con un leve apretón de manos. Yoohyeon pensó toda la noche en ella. Se puso realmente alegre cuando del brazo caminaron hasta el salón de clases.
"¿Todo en orden?"
— Sí. Solo que anoche no pude dormir bien. No tanto. A decir verdad, llegué muy tarde del trabajo. Me siento algo cansada.
"¿Cenaste?"
— Sí, lo hice. Odio padecer de insomnio.
"¿Insomnio? ¿Desde cuándo?"
— Desde que empecé a crecer, creo.
Ella ni siquiera pareció darle ni un poco de importancia. Simplemente, acomodó su morral encima de la pequeña mesa. Yoohyeon se le quedó mirando con una sonrisa bonita. Y se quedó así casi toda la mañana: mirando a su amiga de perfil. No escribió nada en la hoja de carpeta. Mientras Minji hacía serena los ejercicios matemáticos, Yoohyeon colocó su mentón en sus propios brazos. No tenía ganas de estudiar. De nada, en serio, de hecho. Solo de observar a su amiga. De verla con el ceño fruncido. De verla escribir sobre el papel cuadriculado. De trazar pequeñas líneas con la regla para a hacer las funciones cuadráticas. De ver su sonrisa de vez en cuando. De ver sus lindas manos pasando las hojas de su carpeta colorida. Varias veces. Yoohyeon repitió la misma acción una y otra vez. De acomodarse en la mesa. De girar la cabeza para mirarla mejor. De apoyarse en el pupitre. Por un momento, sus pupilas se dilataron. Se sentía tan bien que no podía creerlo. Eran emociones nuevas.
— Minji...
Minji imaginó que estaba delirando. Volteó el cráneo. Yoohyeon permaneció estática, con la boca un poco abierta. Su mano tembló en la suya mientras se miraban directo a los ojos. El ambiente se volvió algo pesado. Lo que Yoohyeon lo quería... Que el ambiente se convirtiera en uno incómodo.
— ¿Tú... Me hablaste?
Yoohyeon asintió, como era costumbre. Mirándose mutuamente, Minji cogió una bocanada de aire bastante grande.
— Y-yo... Hablo, sí. Pero no igual que tú...
Minji observó detenidamente el movimiento continuo de sus manos delgadas. La observó muy atenta mientras oía su explicación. Y Yoohyeon se calmó recién cuando Minji le sonrió, y luego le dio un abrazo fuerte.
— Hablas bien.
Yoohyeon leyó sus labios, de nuevo.
— Lo haces increíble.
El abrazo duró mucho. Para cuando se alejaron, Yoohyeon otra vez agarró su brazo. La chica alta sentía la felicidad de su amiga, lo cual eso la hacía emocionarse.
"Vamos a casa".
— Vamos, Yoohyeon.

[...]




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