CAPÍTULO VIII

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             CAPÍTULO VIII

Estuvo todo el día con malestares por lo que optó quedarse en la habitación.

—Señorita, el joven la espera para cenar

—No creo que sea buena idea, no me siento bien —se sentó en la cama

—Estoy segura de que mejorará un poco si lo acompaña

—¿Porque?

—Solo venga, por favor

Sin más la acompañó a paso lento, todo el cuerpo le dolía y no quería moverse pero debía esforzarse. Asintió al duque en modo de saludo y tomó asiento. No tenía hambre, solo movía la comida de un lado al otro con el cubierto.

—¿Tan mal te sientes? —llamó su atención —tu expresión es lamentable

—Lo sé —respondió sin ganas

—Acompañame

—Hice un gran esfuerzo para llegar hasta aquí, no quiero levantarme —negó

—No te arrepentirás

Suspiró y con gran esfuerzo lo siguió por unos pasillos hasta una puerta. V la abrió e ingresaron encontrándose con un joven pelirrojo

—Señor —hizo una reverencia

—¿Tienes lo que te pedí? —preguntó con seriedad

—En efecto, aquí lo tiene —le entregó un pequeño frasco —si no me necesita, volveré a mi hogar

—Puedes irte

Quedaron solos en esa pequeña habitación hasta que Luna se quejó tomándose el pecho.

—Bebe esto —le extendió el frasco

—¿Que es? ¿Quieres envenenarme? —frunció el ceño por el dolor

—¿Porque estas tan a la defensiva conmigo? ¿temes que te devore? —no respondió —tranquila, detesto a los humanos. Además dije que sería amable, soy de palabra

—Solo es por como me siento, disculpa —tomó lo ofrecido y lo bebió todo

Se mareó un poco provocando que V la tomará entre sus brazos y pudo apreciar sus ojos de cerca. Parecía que su mayor encanto se reducía allí.

—¿Estas bien? —preguntó en tono bajo

—Si —recuperó la postura —¿que fue eso? El dolor... —tocó su pecho

—Estarás bien por un tiempo. Incluso tomarás uno cuando la muerte este cerca, así te vayas sin dolor

—Vaya, si que eres una bestia —se molestó —sé que moriré pero no tenías porque decirlo así, arruinaste un momento pacífico

Salió totalmente molesta regresando al comedor con un hambre voraz. Comenzó a comer sin esperarlo.

—Me llamas bestia pero tu no tienes nada de delicadeza al comer —dijo con seriedad tomando su asiento

—¡Joven! —Carmel se acercó —¿porque le dice eso?

—La ayudé y ni tuvo la decencia de agradecer —la señaló

—Pero debe ser educado, es una señorita

—¿Señorita? —ironizó —mira como come, parece un animal

—¿Animal yo? Por favor. Mira quien lo dice —lo señaló con el cuchillo

—¡Señorita! —exclamó Carmel sorprendida

EL LLAMADO DE LUNA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora