Por Dios, ¿Otra vez tú?

Parte 04

Pasó la mayoría del tiempo encerrado en su habitación, desde que abandonó ese intento de cita fallida un sentimiento de cólera lo invadía cada que recordaba las palabras pronunciadas por el contrario; "soy un hombre casado, por nada del mundo podría serle infiel a la persona que amo". Era su culpa, estaba empezando a desarrollar sentimientos por un hombre casado y con tres hijos. ¡Con tres hijos! Se replicaba a sí mismo por amar, y aún más por la persona que recién se estaba instalando en lo profundo de su corazón, aunque lo que más le dolía e importaba era el que diría la sociedad sobre él y Leo.

Un nudo se formó en su garganta, el día de hoy también se negaba a salir lo cual era preocupante pues en dos días jugaba contra Arabia Saudita y no podían permitirse perder otra vez.

-¿Memo? Dime por favor que estás ahí. -Todo su equipo se encontraba fuera de su habitación preocupados por el guardameta, querían saber que le pasaba, fue Kevin quien habló pues Memo le tenía un gran cariño y seguro al menor si le daría explicación. -Todos estamos preocupados por ti, por favor no te encierres, no es bueno que enfrentes las cosas solo...

No había respuesta.

-Te compramos un pan porque las penas con pan son buenas ¿verdad? -Esta vez fue Lozano quien habló, todos sabían que Memo era fan del pan así que esperaban que con ese soborno abriera la puerta. -Bueno, si no sales será una lástima.

La puesta se abrió de golpe dejando ver a Memo con los ojos hinchados, era obvio que había llorado pero su equipo no sabía por qué o por quién, sin duda el soborno había funcionado aunque no al 100% pues Memo no se atrevía siquiera mirarlos en cambio, lo primero que hizo fue intentar quitarles el pan algo que no logró pues Lozano lo había puesto fuera de su alcance.

-No te vamos a dar nada hasta que nos digas lo que te está pasando. -Le reprochó Vega. -Eres un Ochoa malo, ahora no te vamos a dar nada.

-Oye no soy un perro. -Todos estaban felices pues Guillermo dibujó una sonrisa en su rostro. -Quiero disculparme por preocuparlos es solo que, tenía la cabeza en otra parte.

-Nos dimos cuenta, ven, vamos a entrenar para que te despejes de lo que sea que haya pasado además, en dos días jugamos contra Arabia.

Él asintió, su equipo tenía razón, no era momento para estar triste y menos por Messi quien de seguro estaba en otra parte con alguien más... De inmediato sacudió la cabeza para borrar esos pensamientos, tenía cosas más importantes que hacer, su país guardaba un poco de esperanza y lo que menos quería era decepcionarlos. Al llegar lo primero que divisó fue la silueta de alguna persona sentada viendo fijamente a la cancha, su primer pensamiento fue que era alguien de la limpieza o tal vez solo era su imaginación pero no fue así, al acercarse más pudo ver perfectamente como aquella persona era la que comenzó a atormentar su mente.

-Messi... -Susurró sorprendido, luego su corazón dio un vuelco pues aquel hombre iba en su dirección agitando la mano en señal de saludo.

Sin duda el entrenamiento no iba a lograr que se olvidara de él.

-¿Qué haces aquí? No creo que estés para apoyarnos así que habla, ten en cuenta que si vienes a burlarte yo mismo me haré cargo de sacarte a patadas. -Por el tono de su voz era obvio que estaba enojado aunque en lo profundo de su corazón era el más feliz.

-Siempre a la defensiva Guillermo, créeme que con ese humor no vas a enamorar a nadie.

-No lo voy a repetir más de dos veces, dime de una buena vez que buscas aquí.

El de menor altura suspiró. -Te lo diré, la verdad es que extrañaba verte... ¿Me permitirías quedarme solo un rato? Prometo no distraer a nadie, solo me sentaré a mirar.

-No, no puedes. -Guillermo quería que Leo se fuera lo más pronto posible pues alguien si iba a distraerse con su presencia y ese alguien era nada más y nada menos que Guillermo Ochoa.