UN SIMPLE JUEGO SE SALE DE CONTROL

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Aquel almacén estaba a oscuras, lejos de todos los salones y alumnos chismosos que irrumpieran su tan sagrado ritual. Dónde solo 5 velas color rosa iluminaban un poco el tetrico y sucio lugar.

—¿Estás seguro que funcionara? — pregunto aquel pequeño joven prospecto a héroe, a quien sería su compinche en aquella travesura que estaban por hacer.

— Ya te dije que si Mineta, leí en internet que muchos ya lo han echo y les ha funcionado — el joven de cabello morado la verdad dubaba de lo que estaban por hacer y más porque era algo tan ilógico como la invocación, pero ellos estaban en un mundo donde existían los dones, villanos y héroes, ¿Algo como invocar a personas del futuro no sonaba tan descabellado después de todo, verdad? — además piensa en que si funciona, conocerás a tus hijos y con ello a la mujer con quién te casarás — Ok, eso último dicho por Denki, rompió toda duda y miedo del pequeño aspirante a héroe.

—¿Que más falta hacer? — pregunto al ver que las velas estaban acomodadas en forma de corazón, dónde pétalos de rosas rojas, tres inciensos con aroma a manzana, una fotografía donde se mostraba a toda la clase 1A rodeada con un objeto personal de cada aspirante a héroe era lo que estaba dentro del corazón de las velas. ¿Cómo era posible que hayan tenido cosas personales de sus compañeros de clase? Fue simple, era lo que diría Mineta.

— Es todo, solo hace falta recitar un mantra y con eso invocaremos a nuestros futuros descendientes, dime Mineta, ¿No te parece interesante saber que si esto funciona, todos los del salón se llevarán una sorpresa al ver a sus hijos frente a ellos? —.

Con esas últimas palabras Mineta se puso feliz al imaginar con quién se podría casar y que tan hermosos serían sus hijos.

Denki al ver que había llegado la hora de hacer el ritual, se sentó con las rodillas flexionadas y empezó a recitar aquel conjuro con los ojos cerrados, aquello que según él le traería emoción y felicidad.

Mineta imitó su actuar y empezó a recitar lo mismo que el rubio, al tener ambos los ojos cerrados, no lograron ver qué en cada palabra dicha, las flamas de las velas creían y se volvían transparentes, el humo del incienso empezaba a formar círculos extraños en el aire, las prendas empezaban a arder en fuego verde y los pétalos volaban por doquier mientras brillaban de un color escarlata vivo.

Una fuerte ráfaga inundó aquel almacén, levantando todo a su paso y con ello la caída de un potente rayo que hizo que Mineta y Denki salieran volando eh impactando contra el muro de la escuela, dejándolos inconscientes por tan fuerte golpe.

El sonido del rayo fue tan fuerte que se produjo un temblor, algo que puso en alerta a todos los alumnos y maestros de la escuela. Quienes no dudaron en salir de sus salones para ver qué había pasado. Si un villano había entrado a la UA, entonces ellos como futuros héroes, debían hacer frente a la situación (debo aclarar que aquí Izuku aún no pelea contra Tomura, osea hasta donde va el manga actualmente)

El nuevo eh inesperado golpe que recibió al parecer le había fracturado de nuevo un par de huesos, además del fuego que la estaba rodeando. No sabía dónde estaba, pero era obvio que debía alejarse de ese lugar lo más pronto posible. Porque morir quemada no era una de sus opciones favoritas.

Pero al mirar hacia el suelo noto un montón de objetos al igual que una fotografía que le llamo mucho la atención, se agachó como pudo y levanto aquel pedazo de papel, dónde se mostraba a un grupo de jóvenes que sonreían a la cámara con una y muy sincera sonrisa.

Apretó con fuerza la mandíbula antes de aventar la fotografía al fuego y salir de aquel destruido y quemado lugar. Pero ni bien salió de entre las llamas vio un cielo de lo más despejado, una luz del sol que la dejo atontada por unos minutos, además del fresco y delicioso aire puro que emanaba por el lugar.

Sin lugar a dudas ella ya no estaba en el Tártaros, sino en un lugar que al parecer ella conocía muy bien. Y sus dudas fueron aclaradas al ver a un par de metros de dónde estaba ella, se encontraba Chargebolt en su etapa de adolescente.

Se acercó despacio y con la intención de matarlo, al fin y al cabo ese bastardo era quien más la había torturado por todos los años que había estado en esa jaula de vidrio. Pero antes de siquiera tocarlo, un pequeño timbre sonó en el lugar.

Metió su mano en el pantalón del rubio en busca de lo que sería el teléfono celular de ese bastardo. Cuando vio que el teléfono estaba intacto por todo lo que había pasado eh incluso el golpe, lo encendió solo para llevarse la enorme sorpresa de que no estaba en su año, sino en el pasado.

Dejo el celular de Denki una vez más en su bolsa y se alejo de este, aún sin poder creer lo que estaba pasando. Al parecer había viajado al pasado, no sabía cómo ni porque pero estaba feliz, muy feliz.

Al escuchar unos pasos acercarse con rapidez, se puso en defensiva aún cuando sentia que sus costillas estaban por salirse de su cuerpo lastimado y fracturado.

Bastaron 10 minutos para que estuviera rodeada de alumnos aspirantes a héroes y maestros dispuesto a matarla si presentaba ser algún peligro para alguno de los presentes.

—¡Dime quién eres y como es que lograste entrar a territorio de la UA! — quien había exigido respuesta había sido Cement, siendo apoyado por otros maestros de la escuela al verla toda llena de sangre y con un escenario de lo más peligroso detrás de su espalda.

Mahoro estaba a la defensiva al no saber que responder ni esperar de los presentes, aunque era obvio que en su condición no podría ni sentarse por miedo a no poder levantarse.

—¡Que pasa! — Aizawa había sido el último en llegar con sus alumnos, ya que cuando todo paso, la clase A estaba en el sector Beta, pero que aún así quisieron saber que estaba pasando.

Fue entonces donde la respiración de Mahoro se detuvo y su mirada se torno cristalina al tener frente a ella a aquella persona que jamás pensó volver a ver. Hace tanto tiempo que lo había abrazado que no pudo suprimir su impulso y aunque le dolía horrores el cuerpo, no dudo en caminar hasta aquel que consideraba su rayo de sol, su esperanza, su alegria, su más grande héroe, su todo, su mundo, su paz mental, tanto fue así que no dudo en abrazarlo al tenerlo por fin cerca.

—¡Papá! — fue aquello que grito llena de emoción y felicidad, dejando no solo al abrazado en shock sino a todos los presentes también.

AL FINAL NO FUE LO QUE ES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora