PRÓLOGO.

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Es la primera y la última caja.

Cuando aceptó compartir apartamento con Ava no imaginó que las cosas seguirían siendo tan idénticas al pasado.

Misma ilusión en la mirada, mismas ganas de probar algo distinto, misma conversación sobre llenar el salón de algunas de las plantas de la floristería A ARTE EM FLOR, adoptar un gato callejero o consumir cantidades indecentes de una serie cualquiera de Netflix.

Le gustaría decir que no se asombra y enmudece ante el encanto precipitado de Ava, pero sería mentirse a sí misma porque lo cierto es que la joven es emocionalmente accesible hasta un punto que quizás nadie alcanza con facilidad, y por supuesto que prueba a intentar que no le guste; cuando se levanta por la mañana temprano para preparar café, cuando le deja la bandeja con el desayuno sobre la mesa o cuando escribe una nota antes de irse al trabajo, de esas que solo Ava puede escribir repletas de exclamaciones, rostros sonrientes o incluso soles.

Pero, de todos modos, acoger a Ava como huésped no estaba entre sus planes. Sólo que la vida otorga distintas vías y caminos sin pedir permiso o sin esperar a que reacciones a tiempo, y después de evaluarlo durante días, moverse en una balanza de "pros" y "contras" supo que aunque quizás no era lo mejor para su itinerario mental, era lo mejor para Ava.

El tema del halo está en pausa. Después de que ella se ofreciese hace unas semanas, Lilith entró en una especie de colapso en el que aseguró que sería un error fatal porque la preparación no podía competir con el destino. O algo así. El caso es que la Doctora Salvius tuvo un breve periodo de tiempo para construir una pequeña jaula solidificada con divinium y material de contención para catalizar la energía del halo todo lo que fuese posible, teniendo en cuenta que acabaría rebosando de alguna manera. En otras palabras, es una medida provisional mientras las cosas se asientan en la orden tras las crecidas olas de plagas, posesiones y conflictos vaticanos.

Si alguien o algo está tras el halo, también está tras Ava y la orden no es un lugar seguro para ella ahora que el halo vuelve a pertenecer a la iglesia católica.

Por eso aceptó.

Esa mañana la playa del lago está tranquila y silenciosa y se abre paso justo debajo de ellas. No hay signos de civilización en ningún sitio, ninguna casa, ningún embarcadero abarrotado, ningún faro lleno de turistas, ningún barco y nadie lanzando voces. Más alejado, como siempre, se hallan los alpes y si fuerza la vista, casi percibe la sombra que dibujan a esa hora de la mañana.

—Así que este es tu sitio—Lyah le pasa una de las bebidas y se sienta con ella en la arena.

—Uno de ellos—sonríe—. A este lugar sólo vengo a leer. He perdido la cuenta de cuántos libros he leído aquí.

—Ahora entiendo por qué siempre rechazas mis citas. Te gusta demasiado estar sola—y aunque tiene razón y es reprochable en algún tipo de sentido, Lyah se las apaña para hacer chocar su brazo con el de ella y ella se relaja.

—Mi vida ha sufrido cambios y tengo que acomodarme. Por eso rechazo tus citas últimamente. Además, a nadie le gusta estar sola siempre, pero he aprendido a vivir con ello.

—¿Eres siempre tan sabia?—sigue preguntando.

¿Estaría, la joven, a punto de llevar la conversación por una vía condescendiente previa a una de esas charlas que ejercen sobre las personas como ella para propiciar un cambio como que sea más simpática, más abierta, más accesible o más extrovertida? ¿Es quizás lo que precede a una posición de psiquiatra personal?

Aunque cuando toma aire por la nariz y lo suelta por la boca, decide dejar de intentar malinterpretar las intenciones de los demás, sobre todo de los que siguen sentado a su lado en cualquier lago suizo.

Dice:

—No soy sabia. En realidad me cuesta hablar o actuar sobre las cosas que de verdad importan.

—Y ahí está—Lyah niega con la cabeza.

—¿Ahí está, qué?

—Siempre te menosprecias, aunque lo ocultas para que no sea tan obvio. ¿Tanto miedo tienes de lo que otros puedan descubrir en ti o hasta llegar a querer?

EN OTRO LUGAR DE SUIZA.

—No es eso, Ava, es que...¿Dónde te metes todo el tiempo?

—Ya te lo he dicho, Oli, estoy ocupada.

Niega con la cabeza justo después de servir una cerveza de importación al siguiente cliente. Son esos momentos los que la hacen sentir muy vulnerable, totalmente desnuda pero con cientos de capas. La acaricia, la pone nerviosa y a menos que ella lo evite, él siempre la descubre. No, no tiene respuesta para eso porque los entrenamientos son más exhaustivos con Beatrice, porque es la primera vez que comparte apartamento con alguien que la confunde, la riega, la seca y la conmueve todo a la vez y porque, además, el mundo en el que creía vivir, que era un mundo paralitico pero normal parece ser algo totalmente distinto ahora que sabe lo que hay fuera.

Así que sí, le gustaría tener más paseos, recorridos por pueblos costeros, siestas en cualquier tienda de campaña pero a los pies de los alpes, sesiones extensas de yoga con música suave, compartir una conversación en un muelle y todas esas cosas que hacen las personas mundanas. Pero ella está descubriendo una versión y dimensión paralela que no puede ignorar porque aunque su mente quiere, su cuerpo no cede.

Olivier la mira fijamente. Está esperando una respuesta.

Y en la mayoría de las ocasiones, ella vislumbra su mirada y la aparta, la retira porque no quiere sumergirse en el agua clara y amable que suponen sus ojos porque la invitan de una manera que grita estoy aquí, úsame, háblame, haz lo que quieras, pero hazlo conmigo.

—¡Oh! Estás poniéndome las cosas muy difíciles.

Lo sabe. Pero finge.

—¿De qué manera te estoy poniendo las cosas difíciles?—fuerza una sonrisa mientras sirve la siguiente copa al tipo que se ha acercado a la barra.

—Es que todo el rato tengo que fingir que no se me pasan ciertas cosas por la cabeza.

Hay un tono oscuro que le cruza la cara.

Aclara:

—Tengo que contenerme.

Su afirmación, que parece incitar a abrir todas las compuertas entre ellos, es precisamente lo que hunde su necesidad de continuar. ¿Hacía dónde quieren ir a partir de ahí? ¿Es Olivier el significado mismo de lo que supone tener una vida normal y todo lo demás que la rodea lo contrario? ¿Qué más queda por hacer?

















N/A: Sorpresa, sorpresa. En realidad en una sola noche de insomnio me ha dado tiempo a esquematizar y a escribir algunas partes, así que aquí estamos de nuevo.

Empezamos como siempre, suave y despacito simplemente para ajustarnos un poco a la situación.

Nos leemos!!

SALMOS 34:14 (SEGUNDA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora