Dios de las Citas || Min Yoongi ||

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Había pasado una semana, poco a poco iba descubriendo más cosas acerca de Shin Hari, era muy dedicada a la escuela y a sus entrenamientos, la mayor parte del tiempo la pasaba con cara de amargada pero cuando estaba con sus amigas se notaba más relajada. Aún así necesitaba más información para que Taehyung entrara en acción.

Durante mis horas libres me dediqué a observarla en sus entrenamientos, todos y cada uno de sus movimientos eran precisos, nunca fallaba un tiro y siempre daba en el blanco. Su vida era muy rutinaria, no mostraba más de lo que debía.

Se dedicaba únicamente a ir a clases, entrenamientos y su trabajo, o por lo menos era lo más que yo podía ver. Un día pregunté a una de sus amigas acerca de sus gustos pero su respuesta me dejó con los pensamientos hechos nudos.

—No hay algo que le guste en particular —cerró su casillero. —Si de verdad estás buscando que alguien la conquiste deberías rendirte, no quiero que la lastimes.

—¿A qué te refieres?

—No daré más explicaciones —y sin más se marchó.

El dios de las citas no podía rendirse, no hice caso a lo que me dijo esa chica y decidí continuar con mi trabajo.

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Al terminar las clases, esperé a que todos mis compañeros de aula salieran, quería quedarme a solas para aclarar mis pensamientos. No obstante, cuando el salón quedó completamente vacío, el sonido de unos pasos llamó mi atención y mi vista se dirigió a la puerta, ahí estaba parada ella, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, me sentí nervioso cuando la vi avanzar hasta mi lugar.

—¿Qué fue lo qué te dije? —se veía muy molesta, me hice el tonto y no respondí. —Te dije que no quería que me emparejaras con alguien y ahora ¿le preguntas a mis amigas sobre lo que me gusta?¿Qué es lo que tramas, Min?¿Quién te pidió consejos conmigo?

—Nadie, solo me causa curiosidad —me levanté del asiento para estar a su altura. No podía decirle la verdad acerca de Taehyung o todo se iría por el caño.

—¿Solo curiosidad? —chasqueó la lengua. —Pregunta qué quieres saber y te responderé ahora, quiero terminar con esto de una vez por todas.

No sabía que hacer, estaba teniendo un colapso interno, si era muy directo con mis preguntas, ella podría descubrir de una vez por todas que la estaba emparejando pero si me negaba a preguntar no descubriría nada y ella se mostraría más a la defensiva.

—Tengamos una cita.

Las palabras salieron sin autorización, mi corazón latió a toda velocidad cuando noté que el rostro de Hari estaba muy sonrojado. Mi mente me decía que todo estaba mal pero mi corazón me gritaba que esa chica era la más linda que mis ojos habían visto, mis manos comenzaron a sudar y a temblar al esperar una respuesta.

—¿U-una cita? —comenzó a tartamudear y evitó la mirada, asentí con un nudo en la garganta que me impedía hablar. —Está bien —se dio la media vuelta y salió casi corriendo pero a los segundos volvió. —Te veo el sábado en el centro comercial a las 5:00 p.m. —y desapareció.

Cuando se marchó definitivamente pude respirar con tranquilidad, no entendía la razón de mi reaccionar, Shin Hari no me gustaba en lo absoluto, quería convencerme de eso pero en la vida hay cosas que no se pueden evitar y los sentimientos son una de ellas.