Capítulo 3.

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A la mañana siguiente me desperté a eso de las diez de la mañana, desayuné e hice un poco de ejercicio. Cuando estaba a punto de darme un incomparable baño, mi móvil sonó.

Y, déjenme decirles que estaba cansada de que me sucedieran cosas como esas. ¿Por qué cuándo realizaría algo, me interrumpían? Enserio, ya no lo toleraba. Si le añadimos a esto el hecho de que mi nivel de tolerancia no es muy agradable qué digamos.

Descolgué el teléfono.

—¿Diga? —pregunté un poco indignada.

Hola, Ams.

No podía ser cierto. De las más de siete billones de personas que habitan el mundo, nunca imaginé recibir una llamada de ella.

—Alisson —saludé.

¿Cómo has estado, Amelia? —preguntó.

—De maravilla —mentí.

Oh, me alegro —respondió.

—Sí, yo igual. Oye, ¿A qué se debe el placer de tu llamada?

Puede que sonara un poco grosera y algo descortés, pero, tenía mis motivos. Mi familia no merecía el respeto que yo pudiera brindarle a una persona común. Ellos no se merecían mi cariño.

Eh, yo... —esperé—, me casaré. Me casaré, Ams.

Parpadeé. Mis labios formaron una o sin sonido. ¿Cómo era eso posible?

—Bueno, pues... ¡Felicidades! —respondí con un toque de sarcasmo, solo un toque.

Gracias. Y bien, llamaba para invitarte. Es fin de semana, y sé es una decisión un poco apresurada pero espero me comprendan. Me he... Enamorado.

Sonreí. Durante toda mi vida había escuchado historias de amor con similitudes o demasiado originales, y eso me gustaba. No juzgaba a nadie por el hecho de enamorarse, todos teníamos el derecho, ¿no? Aunque, personalmente, no pensaba aplicarlo en mi caso. El amor en mí no existía.

—Está bien. Muchas gracias, envíame los datos por e-mail, ¿de acuerdo?

Perfecto. Oye, Amelia... —proferí un sonido con mis labios—, sé que nunca tuvimos una buena relación, pero quiero que por favor te alegres por mí. Y enserio, me complace escucharte y saber que estás bien —dijo mi hermana.

Me dejó sin palabras. Se había notado muy sincera y diferente en lo poco que llevábamos hablando. De todos mis hermanos, a Alisson era la que más detestaba. Ella siempre había sido el centro de atención, la niña de casa. Cualquiera pensaría que mis sentimientos hacia ella era aquello llamado "envidia", pero, no era así. Nunca lo había sido.

Al notar que no respondía, prosiguió:

Te espero aquí, por favor no faltes. La familia te necesita, ¿sabes? Oh, y puedes traer a tu chico.

¿Mi familia me necesitaba? ¿Chico?

Definitivamente había perdido todo signo de cordura. Asentí, luego recordé que era una llamada telefónica y sacudí la cabeza con diversión.

—Okay. Nos vemos.

Colgué.

*

Mi baño no fue tan bueno a la final, dormí dos horas y luego fui en busca de algún vestido para la boda de mi hermana. Necesitaba verme más deslumbrante que ella, así que la tienda Chanel no estaría nada mal. Habían vestidos espectaculares y otros aún más. Era mi tienda favorita en todo el mundo, no la comparaba con nada más. Me llamó la atención un vestido dorado, de talle largo y ceñido al cuerpo. La parte superior era estraple en forma de corazón, y la inferior tenía vuelos desde mucho más abajo de los muslos. No era cualquier vestido, era ¡El vestido! y sabía que estaría perfecta para la ocasión.

Sin Etiqueta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora