Capítulo 9.

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Puede que a veces con el pasar del tiempo, las decisiones que alguna vez tomaste te atormenten, entonces  sientes la necesidad de remediar los daños, pero, como lo dice su palabra; Son solo daños y, probablemente inexorables.

Habían transcurrido tres meses desde la boda de mi hermana, tres de tan solo enterarme lo suficiente de Sam como para saber que se encontraba bien. El día después de la boda, que sería el de mi retorno, decidí revelarle la verdad acerca de nuestra relación a mi familia. Ellos, por su parte, me comprendieron y apoyaron de una manera tan sorprendente que nunca antes creí posible.

Sam le pidió al idiota de papá que lo trasladara a una de las oficinas en cualquiera que fuese su destino. Papá aceptó sin pedir explicación puesto que ya la conocía. Yo, por otra parte, pensé en lo estúpido que había sido. Había sido un cobarde, un completo y absoluto cobarde. Y, de los más grandes.

Pero, también lo fuiste, Amelia.

Ignoré mis pensamientos y continúe revisando el informe semanal que me enviaba la nueva secretaria que por supuesto no necesitaba, pero papá se había empeñado en conseguirla y no vi de otra que aceptar. Después de todo, eran sus empresas; todo era por un bien común.

Terminé pasadas las cinco y me encaminé a recoger a Nick en el aeropuerto, pues, pasaría sus vacaciones de invierno con su nueva y adorada novia, Mara Law. Me sentía muy feliz por los dos. Ya era hora de que disfrutaran. Llegué faltando un cuarto para que su avión aterrizara y esperé. Se podría decir que aproximadamente diez minutos en los cuales ignoré las ganas de patearle el trasero a una pareja de ancianos que me consideraba una ramera por el elegante y muy sofisticado vestido que traía puesto.  Y esperé. Y seguí esperando. Hasta que divisé a un apuesto joven con una morena demasiado hermosa.

Diablos, sí que era ardiente.

No conocía de nada a esa tal Mara, pero podría asegurar que era realmente sexy.

Elevé el cartel que había improvisado de otro cartel que hallé en uno de los botes de basura con el mensaje de: "Aquí yace Dobby. El elfo libre" aplicándole con lápiz labial el mensaje de "Mi latigable hermano Nick y su muy añorada novia, Mara". A lo lejos vislumbré unos fenomenales ojos verdes que se encontraron con mi mirada, luego se posaron en el cartel y nuevamente posaron su vista en mí, para después sonreír. Ambos se acercaron, encontrándome con la sorpresa de que Mara me envolviera en un abrazo demasiado... Asfixiante.

—Diablos. Mara, nena, detente... —comenzó a decir Nick, pero luego se interrumpió cuando notó que yo le devolvía el abrazo.

Al instante en el que Mara me soltó de su agarre, fingí estar muy seria, dando unos pasos hacia la salida. Mi hermano traía esa expresión de ¿Qué demonios? en su rostro, y no pude contener las ganas de reír, para regresar corriendo hacia sus brazos.

Me abalancé sobre Nick, para luego quedar tendidos en el suelo y reír tan fuerte como una vaca con problemas intestinales.

—Oh, qué adorables son. No se muevan, les tomaré una fotografía —comentó Mara. Yo miré extrañada a Nick. Él no era tan... Afectivo. Sí, esa era la palabra. Porque la voz de Mara era tan dulce que te provocaba tomarla y lamerle cada parte de su ser.
Aunque, eso no estaría bien.

Al terminar una agradable conversación sobre su vuelo, los conduje hasta el auto. Nick insistió en quedarse en un hotel y patentemente me negué, no tuvo escapatoria y se dio por finalizada la discusión.

***


Mi departamento era una absoluta porquería. Cuando lo vi por primera vez tenía apenas diecinueve años, por lo que creí que era adecuado. Pero, ahora, con una mentalidad total y completamente diferente, unos cuantos años de más y otro tipo de necesidades, no era lo más acertado.

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⏰ Última actualización: Feb 04, 2016 ⏰

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