3: Vendidos

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Era media tarde ya, los pájaros habían dejado de cantar hace un rato, pero por alguna extraña razón, Ochoa se despertó con mucho esfuerzo por la alarma de su celular. Cuando cayó en cuenta de que era un ruido muy fuerte, la apagó enseguida para no despertar a Messi, quien se le veía aún dormido, boca abajo y con las manos por debajo de las almohadas. Memo parpadeó un par de veces para seguir asimilando su segundo encuentro con el delantero de Argentina, pero lo único que podía pensar era en lo bien que se veía Lio mientras dormía, en cómo cada vez que respiraba su pecho desnudo se hinchaba y después volvía a la normalidad, en cómo la posición de su cuerpo hacía ver que su cuerpo semi fornido se viera hermoso, con una cintura de envidia para todos, y por supuesto sus fuertes muslos que hacían que Memo perdiera su propio juicio. Este último, tomó su celular para comprobar la hora, acción que solo hizo que se asustara, pues a pesar de que sus compañeros apenas empezaron a entrenar hace ya una hora, parecía que su amigo Hirving estaba preocupado, pues sus mensajes insistentes comprobaban que algo había pasado: 

 Este último, tomó su celular para comprobar la hora, acción que solo hizo que se asustara, pues a pesar de que sus compañeros apenas empezaron a entrenar hace ya una hora, parecía que su amigo Hirving estaba preocupado, pues sus mensajes insisten...

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Guillermo al leer que Lozano sabía algo, sintió un pinchazo en el pecho y su cabeza comenzó a dar mil vueltas. «¿Y si alguien nos vio? ¿Nos escucharon? ¿De verdad Lio gritó tan fuerte? ¿Qué pasó?» Pensaba en sus adentros, así que pronto le respondió a Hirving:  


El joven tenía una forma muy peculiar de hablar, y a veces se reía de cosas que ni siquiera Memo entendía, pero sabía que era una persona de fiar; siempre fueron buenos amigos, y ambos se cuidaban como hermanos, así que técnicamente no habría en q...

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El joven tenía una forma muy peculiar de hablar, y a veces se reía de cosas que ni siquiera Memo entendía, pero sabía que era una persona de fiar; siempre fueron buenos amigos, y ambos se cuidaban como hermanos, así que técnicamente no habría en qué temer.

Era hora de irse, porque Ochoa no podía presentarse al entrenamiento vestido como estaba ahora, por ende, tenía que pasar por su habitación de hotel antes de llegar a su entrenamiento. Se sentía culpable por ser tan irresponsable, no era un partido cualquiera el que iban a tener en exactamente tres días, él tenía el honor de estar dentro de la selección mexicana en el mundial y ahora llegaba tarde a los entrenamientos exhaustivos que tenían diariamente para dar lo mejor de sí.

—Mmm, ¿ya te vas? —escuchó por fin esa masculina y hermosa voz ronca de Lionel. No se había dado cuenta que se había despertado por estar divagando en sus pensamientos, así que volteó regalándole una sonrisa agradecida y dijo:

Las metidas del mundial // Messi x OchoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora