-𝑈𝑛 𝑝𝑜𝑐𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜, 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜-

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Morticia Frump y Amaris Slora fueron vecinas, y amigas durante toda su niñez.

Ambas eran unas jovencitas fuertes, independientes, hermosas, y sobre todo, extrañas.

Durante su adolescencia ambas comenzaron a estudiar en la conocida academia Nevermore, creando lazos y recuerdos que pasarían a la historia.

Con el tiempo, al salir de la academia, ambas formaron sus familias, sin perder el contacto.

Está amistad inquebrantable dió a luz a otra más extraña que la anterior, y tal vez con más inconvenientes.

Merlina Addams y Lylah Lyall eran prácticamente polos opuestos, la primera fría como el hielo y la segunda cálida como una noche de verano, aunque extrañamente se complementaban a la perfección.

Pero tal vez si había una razón para esta amistad peculiar, y no era el hecho de que venía de generaciones.

Merlina siempre fue una amante del peligro y la tortura, y Lylah era una impulsiva arma letal.

Quizás era el destino, aunque la pelinegra lo negaría, pero ellas debían estar juntas.

A los 10 años de las jovencitas, durante un verano infernal, la familia Slora-Lyall decidió mudarse, ignorando al universo y sus mandatos.

Un gran campo, alejado de todo y todos los esperaba. Pero el universo nunca se queda de brazos cruzados.

¿Alguna vez han visto el verdadero odio? Pues está familia, más específicamente Amaris lo vió frente a frente, y no vivió para contarlo.

— ¡Los monstruos siempre serán monstruos! — gritaron esa noche sus vecinos normis.

— ¡No queremos lobos aquí! — cantaban al unisono, mientras un par de hombres pateaban la puerta.

Las dos hijas pequeñas de los Lyall fueron sacadas de sus camas por su padre, quien se veía realmente aterrado.

— Vamos, cachorritas, debemos irnos — murmuró, tomando en brazos a la más pequeña.

Su mamá se asomó por el marcó de la puerta, con sus cabellos desprolijos.

— Iremos a ver a la tía Morticia y al tío Homero — dijo, intentando convencer a la mayor, quién parecía cuestionar la situación.

— Okay — sonrió levemente, y tomó un par de cosas.

La familia corrió hacia el sótano, encontrándose una salida algo alejada de su casa.

La luna en cuarto creciente era lo único que iluminaba su camino.

— Miren, se escapan! — grito uno de los hombres, señalándolos.

Agregaron rapidez a sus pasos, con el corazón en la garganta.

— Ay! — chillo Amaris, cuando su tobillo se dobló completamente.

— Cariño — su esposo la socorrió enseguida.

— No paren, sigan corriendo. — dijo, al ver el mal estado de su tobillo.

— ¿Que? — preguntó, pasmado.

— Cuida a las niñas. Vete.

— Pero—

— Hazlo por mí, si? — una lágrima rodó por la mejilla de Boris, pero hizo caso omiso. Tomó a su hija mayor del brazo, y la obligó a correr.

— Mamá! Mamá! — grito, con todas sus fuerzas. Ella le mando un beso, para luego intentar detener a los normis apoyada en un solo pie.

— Lobos fuera, lobos fuera, lobos fuera. — cantaron, mientras ella veía a su mamá luchar por su vida.

— No mires Lylah. — ordenó su papá con la voz entrecortada, y ella giró lentamente su cabeza.

Llegaron hasta su auto, y los tres se subieron con rapidez, arrancando enseguida.

— Y mamá? — preguntó la mayor, con desesperación. Su papá la miró por el espejo retrovisor, y bajo la mirada, indicando que ya era muy tarde.

En la mañana ya se encontraban en la casa Addams, pero a ella no pareció importarle demasiado.

Los ahora únicos tres integrantes de la familia bajaron de su vehículo, para entrar a la casa, y reunirse con los Addams en la sala de estar.

— Y Amaris? — preguntó Morticia, con inocencia, buscando a su amiga con la mirada.

Boris rompió en llanto, mientras su hija lo miraba con los ojos cristalizados. Fue cuestión de tiempo para que el resto en la habitación se enterará de lo sucedido.

Morticia con el corazón partido en dos abrazó a su sobrina, quién se esforzó en no llorar, mientras su amiga de trenzas le daba pequeñas palmaditas en la espalda, intentando demostrar su apoyo.

A partir de ese día los Lyall viven al lado de los Addams, sanando poco a poco el vacío que dejó esa licántropa de cabellos rubios.

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𝐼𝑚𝑝𝑢𝑙𝑠𝑖𝑣𝑒 [𝑋𝑎𝑣𝑖𝑒𝑟 𝑇ℎ𝑜𝑟𝑝𝑒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora