4.~Éste no será el día en que te conozca

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Habían pasado un par de días, y en aquel lugar desconocido te habían tratado sospechosamente bien, sobre todo el vizconde Lotteshu, quien había comprado suficiente ropa para ti, sin embargo no tenías permitido salir de la habitación que compartías con un pequeño niño que tenía de nombre Ian.
Era realmente encantador, aun más cuando sonreía, y Alan solía cuidarle bien, aquél joven era el que más pasaba tiempo en esa habitación, y a pesar de que le estabas realmente agradecida muy rara era la ocasión en que intercambiabas palabras con él más allá de la formalidad de un saludo o agradecimiento.

Te gustaba cuidar de Ian, y a el pequeño le gustaba tu compañia pues solía quedarse dormido en tus brazos.

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-¡¿Qué?! ¡¿El emperador se va a divorciar?!

Exclamó atónito el vizconde Lotteshu, a lo que su acompañante respondió.

-Aún no se ha hecho el anuncio oficial, pero el sumo sacerdote habló con el emperador y luego habló por separado con la emperatriz. Es muy evidente lo que pasará.
-¿si?
-Después de que el sumo sacerdote se reúne por separado con la familia imperial inicia el juicio de divorcio.
-Ya veo...
-Seguro se debe a Lady rashta. ¡El emperador está encantado con esa mujer!
-Así que se van a divorciar...

~Es pronto para saber si ésto será bueno o malo pora mí...

Pensó el hombre castaño. En ese instante su hija dejó salir un grito de preocupación, por coincidencia pasaba en ese momento y escuchó la noticia, de inmediato decidió que iría a ver a la emperatriz.

-Espera

Dijo su padre.
Desde luego le preocupaba su hija, puesto que llegaría muy tarde al Palacio incluso si partía en ese momento, no obstante no debía perder esa oportunidad.

-Permite que una sirvienta te acompañe

La sonrisa en el rostro de aquel hombre era un tanto sombría, sin embargo nadie lo notó. Su hija aceptó rápidamente y entonces el hombre te llamó.

Saliste de la habitación con un velo sobre el rostro y un vestido que cubría casi en su totalidad tu físico. Libetty conocía tu cara, mas no tu manera de bailar, aún así no le agradabas pues te comparaba constantemente con Rashta.

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Después de un largo y silencioso viaje llegaron hasta el Palacio, y la joven señorita entró a ver a la emperatriz así que solo pudiste quedarte afuera y esperar.
El lugar era glorioso y elegante a pesar de que era difícil ver porque las velas no ahuyentaban demasiado la oscuridad de la noche.

~¿Será la emperatriz tan imponente y glaciar como todos dicen?

Pensaste, realmente te daba curiosidad conocer a aquella monarca, pero ¿qué sería después del divorcio? Ella había hecho tantas cosas malas hacia Rashta que era probable que no tuviera sentimientos, como decían los rumores.

Repentinamente Libetty salió de la habitación de Navier y siguió su camino de vuelta al carruaje. Una vez dentro tomaste tu lugar bastante lejos de la castaña para que no se sintiera abrumada, pues sus ojos estaban ligeramente inchados y rojos.
Estabas inmersa en el paisaje de la ventana, cuando la delicada voz te llamó.

-T/N....
-¿Si, señorita Libetty?
-¿Quisieras trabajar en el Palacio?

Era una pregunta más que extraña, sin embargo ¿quién no querría trabajar en él?

-Si

Fue tu respuesta y ella sonrió.
En ese momento a la chica de ojos verdes ya no le importaba si "eras como Rashta", lo que más le importaba era cumplir aquello que le prometió a la emperatriz; vengarse por ella. Pese a que Navier le había pedido que no se metiera con esa mujer, Libetty no podía dejarlo pasar, realmente apreciaba a la emperatriz, y si lo pensaba detenidamente ella no sería quien interfiriera sino tú, una mujer hermosa, aun más que Rashta, tenías cualidades más llamativas que la de pelo blanco, así que con un poco de suerte el emperador podría fijarse en ti.

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Finalmente llegó el día en que el anuncio de solicitar el divorcio se había hecho oficial.
Justo ese día el vizconde Lotteshu te había permitido salir y por petición de Libetty habías tenido que ir al Palacio Imperial, según la instrucción que habías recibido simplemente tenías que mantenerte en los jardines, sin embargo no tenías permitido retirar el velo de tu rostro.

Después de un muy largo tiempo en el que caminaste sin rumbo un hombre se empezó a acercar poco a poco hasta ti, y una vez cerca, habló.

-Te ves mejor que antes

Su cabellera rubia y esos ojos verdes eran inconfundibles, se trataba de el joven que te pagó para que intentaras llegar al Palacio.

-Usted dijo-
-No hay nadie aquí

Interrumpió. Querias decir que él aclaró que cuando se volvieran a encontrar lo tratarías como un extraño, pero aun así era bastante tu curiosidad.

-¿Puedo saber quién eres en ésta ocasión?
-Aun no
-¿Cómo supiste que era yo?
-Una vez viéndote bailar es imposible olvidarse de ti, incluso si no se mira tu rostro.

En ese momento descubríste tu cara y con indiferencia tus labios respondieron.

-Gracias por el halago.
-Veo que su Majestad no es la única mujer excepcional que pisa el Palacio.

Dijo con una simpática sonrisa.
Él era una persona que no era nada conocída, no obstante poco te costaba diferenciar cuándo lo que decía era cierto y cuándo era falso.

Fue ese el instante en que una voz resonó en el jardín.

-¡Duque Ergi!

Era una voz de mujer, alegre y juguetona, pero te abstuviste de mirar de quién provenía, solo clavaste tus ojos en el duque y repetíste su título y nombre a manera de despedida para después caminar al lado contrario del que venía la mujer.

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-Duque Ergi... ¿Quién era ella?

Preguntó rashta mientras miraba la espalda de aquella mujer que se retiraba sin prisa aparente, sin embargo frunció el ceño después de escuchar la respuesta de el joven de ojos verdes.

-No lo sé. Se acercó a mí porque estaba perdida en el palacio y le dije cómo salir.
-Fué muy grosera al no saludar a rashta.

Ergi río y acarició un poco la cabeza de rashta.

-Escuché que ahora es oficial que su Majestad se divorcia de la emperatriz Navier

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Don't touch the crown! because you don't need it ❀La Emperatriz Divorciada❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora