Cap 2.

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Antes de la decepción. •

Ochoa al estar en su habitación se deshizo de todas sus prendas, el calor era insoportable y sus pensamientos no se desviaban de cierto argentino imaginandolo en escena íntimas con él mismo.

Se sintió avergonzado, apenas lo vió y su alfa ya se había vuelto un loco en busca de Lionel, no lo conocía y romperse la cabeza con esas imágenes mentales lo hacían sentirse un descarado.

Ya estando desnudo en totalidad se hundió en la tina que anteriormente había llenado con agua fría, el bochorno era más fuerte de lo que acostumbraba y en cierta parte le asustaba el hecho ya que nunca a lo largo de sus periodos de celo paso aquello.

Pasaron minutos en los cuales el agua dejo de mantener su cuerpo en una temperatura fresca por lo que tuvo que salir y en el mismo baño se colocó la bata que ofrecían, caminó a tropezones hasta los sillones, los hoteles de Qatar eran lujosos aún si te hospedabas en el más económico este aparentaba ser un departamento, por lo que el cuarto tenía todo incluido.

Jadeante se sentó de golpe, bajando la vista hasta su entrepierna que se veía firme y dura, exigiendo salir de la cómoda y suave tela que conformaba la bata. Ochoa no quería hacerlo, no quería masturbarse pensando en un desconocido pero al parecer era la única solución que mantenía en su mente cegada por el deseó.

Messi a mitad de caminó hacia su selección se detuvo, sintió una gran cantidad de líquido chorrear por su entrada y un característico calor abundar su cuerpo, por lo que lentamente y al mismo apresurando el pasó caminó a los vestidores, sacando un frasco lleno de supresores de su mochila, y después dejando que el tirante de este se apoyará en su hombro.

Al salir del lugar soltó un débil gemido pero su mano pudo detenerlo a tiempo.

—Sos un pelotudo, te querés saltar el entrenamiento—. Di María caminaba a el con una sonrisa burlona en su rostro.

El jugador no se había percatado de la circunstancia en la que estaba su amigo, no hasta que sus fosas nasales se llenaron de esas feromonas dulces que distinguen al futbolero, su expresión se transformó a una preocupante.

—Quédate ahí, voy por Joaquín—. Y luego de eso salió corriendo.

El argentino tuvo que apoyarse de la pared más cercana, sus piernas temblaban y el éxtasis aumentaba, necesitaba estar en el hotel, específicamente en su cuarto para tener privacidad y que nadie lo molestará.

Cosa que sucedió tal cómo lo deseaba, no recuerda haber llegado y no se esforzaria en hacerlo, deseaba complacerse y calmar el calor que no dejaba de rodearlo.

Recostado en la cama, con el trasero alzado y sin pizca de ropa comenzó a rozar sus dedos en la entrada húmeda, dejando que sonoros jadeos salgan sin importar quién pasará por el pasillo y lo escuchará.

Introdujo el primer dedo y entre sus pensamientos se presentó Guillermo, gruño por el disgusto pero su imaginación fue más lejos, pronto pensando en cómo el mexicano lo follaria duró contra el colchón en donde estaba ahora mismo, sus gemidos aclaraban que tanto le encantaba.

• • • •

Transcurrido un día y parte de la tardé, el omega y el alfa estaban agotados en sus cuartos de diferente hotel.

Aparentemente a Messi el celo no le había llegado de forma intensa ya que pocos días atrás había tenido el suyo, por lo que la situación aún seguía siendo extraña.

Con pesar se removió entre las sábanas hasta sujetar su teléfono que descansaba en la mesa de noche, daban las tres de la tarde y el apenas se libraba del calor.

Partido de amor. || MessichoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora