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Lo que empezó siendo el mejor día para Sunoo, se tornó de un momento a otro, en un día que no quisiera recordar.

Jay insistió en buscar a Heeseung para enfrentarlo, pero Sunoo lo detuvo bajo el argumento de que él no había hecho nada malo, incluso tuvo que fingir que no se sintió dolido cuando a lo lejos vio a Heeseung junto a sus amigos bajando de aquella gran atracción con Jake. Suspiró derrotado y decidió que quería irse a casa.

—No debí dejar que se fuera solo —dijo Jay luego de un rato— Sunoo es muy llorón y conociéndolo, pasará llorando toda la noche.

—Escuchaste lo que dijo, él necesita estar solo, no podemos insistir en estar a su lado si no quiere —dijo Riki, tomando su mano con timidez, causando que Jay pusiera sus ojos en él—Estará bien, lo sabes.

Jay asintió con una débil sonrisa, sintiendo su corazón latir con rapidez ante el cálido tacto. Sabía que lo había arruinado todo desde el momento en el que Riki dejó de ser una apuesta para él, ni siquiera supo en qué momento sus sentimientos habían evolucionado de esa manera en su interior, haciendo su trabajo de decir la verdad cada vez más difícil.

—Tienes razón —asintió el mayor, entrelazando sus dedos con los del pelirosa— ¿Tienes hambre?

Riki asintió con una sonrisa, sintiendo su estómago cosquillear, regañándose por ser el idiota más grande del mundo al empezar a ceder ante sus propios límites. De seguro, Jay y sus amigos se reían de él a sus espaldas, pero podía seguir fingiendo que todo eso era simple actuación, sin revelar que eran sus verdaderos sentimientos.

¿Cómo podían ser ambos tan tontos?

୧ · · ♡ · · ୨

A la mañana siguiente, Jay llegó muy temprano a la casa de los Kim, entró a la habitación de Sunoo sin siquiera tocar y se acercó a su cama. Suspiró al verlo todavía dormido a pesar de que ya eran casi las doce del medio día, y Kim Sunoo nunca despertaba tan tarde.

Lo movió con sutileza hasta que el menor abrió sus ojos lentamente, quejándose por lo bajo por la interrupción en su sueño, cubriéndose completamente con las sábanas.

—Ya levántate, es tarde —dijo el mayor, moviéndolo de nuevo.

—Déjame en paz, hay comida en la cocina, no necesitas levantarme para que comas algo —se quejó, girándose para darle la espalda.

—No vine por la comida —sonó indignado, apartando las sábanas de su mejor amigo— Bueno, en parte sí, pero ahora solo quiero que te levantes.

Sunoo suspiró resignado, talló sus ojos y se sentó, viéndolo con clara molestia.

—Bien, ya me levanté, ¿qué quieres?

—¿Qué es ese humor tan feo?

—No tengo un humor feo —hizo un puchero, frunciendo el ceño.

—¿Te sientes mejor? Ya sabes, por lo de ayer.

—No, todavía me siento triste, y si vienes a decirme que vaya a la biblioteca, no pierdas el tiempo y vete tú solo —volvió a acostarse, subiendo la sábana sobre su cabeza.

—No vengo a pedirte eso... ¿No ves que sigo en pijama?

Sunoo salió de su escondite y lo miró, apenas dándose cuenta; rió por lo bajo al ver que tenía esa pijama ridícula de la que muchas veces se burló.

—¿Entonces?

—Solo vine a pasar el día —se encogió de hombros— Vamos por elotes donde Sunghoon, hay algunas películas pendientes que debemos ver.

The library. ‹𝟹 HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora