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El día siguiente, Heeseung decidió no abrir la Biblioteca a petición de Sunoo para ayudarlo con su plan para que Jay recuperara a Riki, y aunque él no se sentía del todo convencido, decidió hacerle caso al castaño, sin importar que todavía, Jay no le agradaba.

Jay, por su parte se encontraba demasiado nervioso, parado en el patio trasero de Riki frente a su ventana -o al menos eso era lo que esperaba-, vistiendo ropa ridícula que fue minuciosamente elegida por Sunoo, en su mano, un micrófono que estaba conectado a un mediocre sistema de karaoke que logró encontrar en su casa. Al principio, descartó completamente la idea de su mejor amigo, pero viendo la situación, cualquier cosa por obtener el perdón de Riki era una buena opción.

La noche anterior, Riki aceptó sus flores, sin embargo, no fue suficiente porque simplemente le agradeció y luego dijo que debía regresar a casa. Se sintió muy tonto, pero no podía quejarse, había arruinado todo, así que después de esa desilusión, se encaminó hasta la casa de Sunoo, lo dejaron pasar a su habitación a pesar de que él todavía no regresaba. Media hora después, Sunoo apareció con los globos que le había visto a Heeseung anteriormente, sonriendo con ilusión; sonrió al verlo de esa manera, ver a Sunoo feliz era suficiente.

Al menos, uno de los dos tuvo un buen resultado —dijo Jay desde la cama del castaño, abrazando una almohada.

—Heeseung es el mejor chico que he conocido —respondió, amarrando los globos en la cabecera de su cama sin dejar de sonreír.

—No estoy de acuerdo con eso, pero está bien, mientras no sea un idiota, está bien —suspiró, escondiendo su rostro entre las almohadas.

—¿Y tú? ¿Qué dijo Riki? —preguntó emocionado, quitándose los zapatos para tirarlos en algún punto de su habitación y subiéndose a la cama, abrazando sus piernas, viendo al mayor con atención.

Jay levantó la mirada y soltó un sonoro suspiro.

—Solo me agradeció y se fue.

—Bueno, lo comprendo.

El mayor entrecerró los ojos hacia su mejor amigo e hizo un puchero involuntario. Sabía que lo merecía, pero eso no quitaba que se sintiera decepcionado.

—¿Ahora qué hago? Quizás no me perdone nunca.

—No seas negativo, solo debes ser persistente —lo animó— Y para tu suerte, tengo otra idea —sus ojos brillaron con emoción y su sonrisa se ensanchó, y ante los ojos de Jay, parecía un loco.

—Conozco esa cara, Kim Sunoo, sé que significa que tienes una idea ridícula.

—¿Quieres mi ayuda o no? —se cruzó de brazos y frunció levemente el ceño.

—Bien, solo dila —accedió, tomando una mejor posición frente a él.

—Necesitaremos la ayuda de Heeseung —Jay frunció el ceño, confundido— Dime, Jay, ¿todavía eres muy fan de Chayanne?

Muchas veces, Sunoo tenía ideas descabelladas, y esa, era una de ellas.

Jay respiró hondo mientras escuchaba a Sunoo susurrarle a Heeseung que ya debía estar listo, y cuando menos lo esperó, el sonido de la guitarra lo hizo sobresaltarse, siendo esa su señal para empezar con la canción que había preparado apenas la noche anterior.

—Mil y un historias me he inventado, para estar aquí, aquí a tu lado... —su voz salió temblorosa debido a los nervios, se giró hacia Sunoo y él solo levantó sus pulgares en señal de aprobación— Y no te das cuenta qué, yo no encuentro ya qué hacer...

The library. ‹𝟹 HeesunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora