Capítulo 16

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Se había despertado ilusionada por el fin de semana que le esperaba con sus amigos. Las cosas con Alba iban cada vez mejor. La notaba mucho más receptiva cuando estaban en público, y aunque no sabía a qué se debía aquel cambio tan radical de un día para otro, se alegró. Aunque supuso que había sido por lo que había pasado el finde anterior con Miriam.

-Acordarse todo el mundo que hemos quedado en cuanto salgamos de clase.- Recordó María. Pablo vendrá con su coche para tener más hueco.

-Me pido con María y con Marina de acompañantes.- Levantó la mano Natalia.

-¿Yo puedo ir con vosotras?- La miró Alba con una sonrisa, que estaba a su lado.

-Tú no, piojo.- Negó María.

-¿Nat?- Le hizo pucheritos, y esta tuvo que apartar la mirada para no caer en su juego.

-Ya has oído a María.- Se encogió de hombros.

-Te odio.- Se cruzó de brazos.

-No es verdad, rubia.- Dejó un beso en su mejilla, notando su pulso acelerarse al sentir las miradas de todos los demás sobre ellas. Desde que había confesado lo que sentía por Alba delante de todos, sentía que estaban mucho más pendientes de ellas dos. Que a cada gesto que hacía alguna respecto con la otra, tenían todos los pares de ojos sobre ellas.

-Bueno, yo voy yendo a clase.- Se despidieron Marta y Sabela, que iban juntas.

-Sí, yo también debería ir entrando.- Hizo una mueca Joan al ver la hora.

-Yo hasta dentro de una hora no empiezo.- Informó Natalia.- Me voy a ir a la cafetería un rato, ¿os venís?- Preguntó a María y a Alba, que eran las únicas que quedaban.

-Yo tengo clase también. Os dejo solitas.- Les guiñó el ojo, entrando en la universidad.

-Yo sí que me quedo contigo.- Se abrazó a Natalia y, por unos segundos, dudó en si darle o no un beso. Pero quiso esperarse a hacer lo que tenía planeado. Quería demostrarle a Natalia que sí que quería estar con ella y, sobre todo, que no se avergonzaba de estar con ella. Le parecía una tontería que la morena pudiera rayarse por eso, pero si su novia le daba importancia y realmente era algo que pensaba, ella no iba a ser quien lo menospreciase. Así que le daría la misma importancia y actuaría en consecuencia.

-Estás muy cariñosa últimamente tú, ¿eh?- Pasó su brazo sobre los hombros de Alba.- ¿A qué se debe, si se puede saber?

-Es que eres mi novia, y te quiero.- Explicó obvia. Eso, para ella, ya era razón más que suficiente.

-Qué bien suena, joder.- Suspiró embobada, mirando a Alba y dejando un beso en su mejilla.- Yo también te quiero.

Se sentaron en su mesa de siempre cuando ya habían cogido dos cafés. Veinte minutos después, apareció Miriam, que se sentó al lado de Natalia ignorando la presencia de Alba.

-Buenos días, guapa.- Saludó.- ¿Cómo te lo pasaste el sábado?- Acarició de brazo sin ningún tipo de reparo.- A mí se me hizo corta la noche.

-Bien, bien.- Carraspeó, mirándola y sonriéndole nerviosa.- Estuvo bien.

-Te fuiste pronto.- Se acercó un poco.- Cuando más emocionante estaba la cosa, además.

-Yo... Sí... Eh...- Miró hacia Alba por unos segundos, que rodó los ojos a la vez que se levantaba.

-Me voy a clase, Nat. Nos vemos luego, ¿vale?- Dejó un pequeño beso en su mejilla, sin ni siquiera mirar a la otra.

-Claro, Albi.- Musitó, mirando después a Miriam.

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora