Se levantaron por culpa de los murmullos que provenían de la puerta. Alba, que fue la primera en abrir los ojos, corrió a taparse tanto a ella como a Natalia con la sábana, pues se encontró con todos sus amigos observándolas.
-¿Pero se puede saber qué hacéis?- Con esa pregunta, la otra chica decidió abrir también los ojos, frunciendo el ceño al ver todas las cabecitas asomadas.
-Lo vuestro no es ni medio normal.
-¿La noche bien?- Preguntó, sin embargo, Joan.
-No hace falta ni que les preguntemos, mira qué caritas.- Respondió Miki.
-Marta, tía.- Se quejó Natalia al saber que su amiga no había podido evitar contarlo.
-Me debo a mi público.- Se excusó.- Además, ya sabemos de sobra que en este grupo no hay secretos.
-Íbamos borrachas.- Interrumpió Alba, levantándose de la cama sin importarle mucho ir desnuda y empezando a vestirse.
-¿En serio?- Se notó la desilusión de todos en aquella pregunta que tan coordinada habían pronunciado. Hasta Natalia estuvo a punto de preguntarlo. La noche anterior había estado dándole repetidos besos delante de todos, ¿por qué de repente todo había cambiado? ¿De verdad todo había sido por culpa del alcohol?
-Fuera todos, venga.- Les echó Natalia, que miró a Alba en cuanto los perdió de vista.- Tú también.
-Nat.- Hizo un puchero. Había tenido la oportunidad de contárselo a todos, pero quería hacerlo bien y con la importancia que le daba su novia. Porque después de todo, sabía que se lo debía. Había tenido demasiada paciencia.
-Vete.- La miró desafiante.
-Natalia, por favor.- Musitó nerviosa, sin saber qué hacer o decir para convencerla.
-Alba.- Elevó ligeramente la voz. Los demás, que sabían lo que sentía la morena, se miraron entre ellos, expectantes por cómo iba a acabar aquello.
-No me voy, jolines.- Notó su labio temblar.
-Como quieras.- Murmuró, empezando a vestirse y recogiendo un par de cosas de la habitación.- Me voy yo entonces.- Salió de allí sin mirarla de nuevo, encontrándose a todos los demás tras la puerta, que se llevaron una fría mirada por parte de la morena.
Estaba enfadada, necesitaba estar sola y que le diera un poco de aire, por lo que salió de la casa sin decir nada a nadie.
-¡Nat!- Escucharon a Alba bajando las escaleras, que los miró en cuanto llegó al comedor.
-Se ha ido.- Se encogió de hombros Joan.
-Joder.- Bufó.- Voy a buscarla.
-Déjala un rato, mejor.- Propuso María, que la conocía muy bien también y sabía que la rubia no estaba pensando con claridad.- Sabes cómo es. Se enfada y necesita su espacio porque le da miedo soltar toda la mierda.
-Pero entonces... ¿Os habéis acostado?- Quiso saber Carlos.
-No pienso hablaros de mi vida sexual.- Se sentó en uno de los sofás, cruzada de brazos y sin despegar la mirada de la puerta.
-O sea que sí.- Alba decidió, simplemente, ignorar a sus amigos.
Había pasado una hora desde que Natalia se había ido, y la rubia no se había movido del sofá. Los demás habían estado observando cómo la cara de la más bajita iba pasando de tristeza a preocupación conforme pasaba el tiempo.
-Ya es casi la hora de comer y no ha vuelto.- Se mordió el interior de las mejillas por los nervios.- Voy a ir a buscarla.- Dijo mientras se levantaba. Ninguno intentó decirle que no, pues sabían que no iban a poder convencerla.
ESTÁS LEYENDO
Confesiones de invierno.// Albalia
Hayran KurguParte 2 de "La canción del verano". Se pueden leer individualmente, pero en caso de querer leeros ambas, mejor primero la otra, porque sino os haréis spoilers <3