Capítulo 19

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Se levantaron por culpa de los murmullos que provenían de la puerta. Alba, que fue la primera en abrir los ojos, corrió a taparse tanto a ella como a Natalia con la sábana, pues se encontró con todos sus amigos observándolas.

-¿Pero se puede saber qué hacéis?- Con esa pregunta, la otra chica decidió abrir también los ojos, frunciendo el ceño al ver todas las cabecitas asomadas.

-Lo vuestro no es ni medio normal.

-¿La noche bien?- Preguntó, sin embargo, Joan.

-No hace falta ni que les preguntemos, mira qué caritas.- Respondió Miki.

-Marta, tía.- Se quejó Natalia  al saber que su amiga no había podido evitar contarlo.

-Me debo a mi público.- Se excusó.- Además, ya sabemos de sobra que en este grupo no hay secretos.

-Íbamos borrachas.- Interrumpió Alba, levantándose de la cama sin importarle mucho ir desnuda y empezando a vestirse.

-¿En serio?- Se notó la desilusión de todos en aquella pregunta que tan coordinada habían pronunciado. Hasta Natalia estuvo a punto de preguntarlo. La noche anterior había estado dándole repetidos besos delante de todos, ¿por qué de repente todo había cambiado? ¿De verdad todo había sido por culpa del alcohol?

-Fuera todos, venga.- Les echó Natalia, que miró a Alba en cuanto los perdió de vista.- Tú también.

-Nat.- Hizo un puchero. Había tenido la oportunidad de contárselo a todos, pero quería hacerlo bien y con la importancia que le daba su novia. Porque después de todo, sabía que se lo debía. Había tenido demasiada paciencia.

-Vete.- La miró desafiante.

-Natalia, por favor.- Musitó nerviosa, sin saber qué hacer o decir para convencerla.

-Alba.- Elevó ligeramente la voz. Los demás, que sabían lo que sentía la morena, se miraron entre ellos, expectantes por cómo iba a acabar aquello.

-No me voy, jolines.- Notó su labio temblar.

-Como quieras.- Murmuró, empezando a vestirse y recogiendo un par de cosas de la habitación.- Me voy yo entonces.- Salió de allí sin mirarla de nuevo, encontrándose a todos los demás tras la puerta, que se llevaron una fría mirada por parte de la morena.

Estaba enfadada, necesitaba estar sola y que le diera un poco de aire, por lo que salió de la casa sin decir nada a nadie.

-¡Nat!- Escucharon a Alba bajando las escaleras, que los miró en cuanto llegó al comedor.

-Se ha ido.- Se encogió de hombros Joan.

-Joder.- Bufó.- Voy a buscarla.

-Déjala un rato, mejor.- Propuso María, que la conocía muy bien también y sabía que la rubia no estaba pensando con claridad.- Sabes cómo es. Se enfada y necesita su espacio porque le da miedo soltar toda la mierda.

-Pero entonces... ¿Os habéis acostado?- Quiso saber Carlos.

-No pienso hablaros de mi vida sexual.- Se sentó en uno de los sofás, cruzada de brazos y sin despegar la mirada de la puerta.

-O sea que sí.- Alba decidió, simplemente, ignorar a sus amigos.

Había pasado una hora desde que Natalia se había ido, y la rubia no se había movido del sofá. Los demás habían estado observando cómo la cara de la más bajita iba pasando de tristeza a preocupación conforme pasaba el tiempo.

-Ya es casi la hora de comer y no ha vuelto.- Se mordió el interior de las mejillas por los nervios.- Voy a ir a buscarla.- Dijo mientras se levantaba. Ninguno intentó decirle que no, pues sabían que no iban a poder convencerla.

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora