Capítulo 9

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Natalia esperaba pacientemente a que María saliese de clase. Había quedado con ella y con Marina para ponerles al día de lo que había estado ocurriendo. No estaba entendiendo nada, porque a veces le daba la sensación de que Alba estaba rara con ella, y otras veces de que todo estaba igual que siempre.

-No creo que tarde demasiado.- Informó Marina al ver la hora.

Se habían sentado en una de las mesas de la cafetería mientras María terminaba una de sus clases. Habían aprovechado que Alba estaba en un examen y seguramente tardaría más tiempo de lo normal en salir.

-Ya estoy aquí, ya estoy aquí.- Escucharon a María desde la puerta, provocando que Natalia se tapara la cara avergonzada cuando casi todo el mundo se giró hacia la rubia y la siguió con la mirada hasta su mesa.

-¿Puedes ser un poco menos escandalosa la próxima vez, por favor?- La miró Natalia directamente a los ojos.

-No.- Se encogió de hombros, como si la cosa no fuera con ella.

-Bueno, venga, cuenta.- Las interrumpió Marina.- ¿Qué ha pasado?

-Alba lo ha dejado con Nael.

-¡No jodas!- Exclamó María, volviendo a ganarse la atención de muchas de las personas presentes.

-¡María!- Bufó Natalia.

-Perdón.- Rodó los ojos.- Sigue, sigue.

-Pues eso, que lo han dejado. No me ha querido decir por qué. Me dijo que sentía que no quería estar con él porque no estaba segura, pero nada más.- Frunció el ceño.- Es que se me hace raro, no sé. Me llamó llorando a las doce de la noche y fui a su casa y... Se nos fue un poquito de las manos.

-Para no gustarle las tías...- Alzó las cejas María.

-Y ahora es como que está todo bien, pero hay algo raro. No sé.

-¿Tú sabes algo, mini Reche?- Le preguntó María.

-Nada de nada. Solo sabía que lo había dejado con Nael, pero tampoco me ha querido decir el por qué.- Se encogió de hombros. No le parecía buena idea decirle nada a Natalia sobre lo que habían hablado. Igual que no le había dicho nada a Alba sobre lo que sentía Natalia. Eso era algo entre ellas dos, y sabía que no era quién para decir nada si ellas necesitaban sus tiempos.

-Hola, chicas.- Saludó Alba que, sorprendentemente, había salido más pronto de lo que esperaban.- ¿De qué habláis?- Preguntó mientras se sentaba al lado de Natalia, pues era el hueco que había libre.

-De las clases.

-De irnos otro finde.

-De cómo podemos organizarnos con las clases para irnos algún otro finde.- Intentó salvar la situación Marina.

-Ay, pues estaría guay.- Sonrió. Le apetecía volver a desconectar de todo un poco y, sobre todo, pasar un finde entero sin despegarse ni un momento de Natalia.

-Yo me voy a ir yendo, chicas, que me toca turno esta tarde y quiero comer con tranquilidad.- Se despidió Marina.

-Yo he quedado con Pablo.- Se inventó María una excusa para dejarlas solas.

Se quedaron en silencio unos minutos, sin saber muy bien qué decir o qué hacer. Últimamente les pasaba eso. Cada vez que quedaban o se quedaban a solas, les costaba actuar con normalidad.

-¿Vamos a comer por ahí? Luego podemos ir a mi casa a estudiar.- Propuso Alba, que no quería despedirse aún de Natalia.

-Claro, sí.- Sonrió y se levantó.

Confesiones de invierno.// AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora