El sábado por la mañana, Alba se había levantado bastante hiperactiva. Estaba nerviosa por ver a Natalia esa misma tarde. La había invitado a casa aprovechando que su hermana no estaba para poder hablar con ella con tranquilidad.
-Marina, levanta los pies.- Se quejó por cuarta vez cuando quiso pasar la escoba.
-Yo no sé qué te ha dado hoy, Alba. Pero llevas desde las siete de la mañana dando por culo.
-Yo por lo menos limpio. Que te has ido de casa de la mamá pero parece que tenga que hacer yo de ella.- Alzó una ceja.- Levántate y limpia tu habitación por lo menos.
-Madre mía.- Abrió mucho los ojos, riéndose sin poder evitarlo.- Eso ha sonado a la Rafi, Alba. Fue las carcajadas de Marina lo que hizo que Alba también acabara riéndose. Intentaba ponerse seria con ella, pero le era imposible. Sí que era verdad que su hermana era un poco más desordenada que ella, pero nunca habían discutido por nada relacionado a la limpieza. Sin embargo, había veces que a la mayor de las dos le daba el ataque y, sumado a los nervios de aquel día, estaba un poco más insoportable.
-Perdón, es que estoy nerviosa.
-Ven aquí y cuéntame por qué estás así, anda.
-Es que hoy he quedado don Nat.- Dijo obvia mientras se sentaba al lado de su hermana.- Y le voy a decir que me gusta.
-¿Y por eso estás tan nerviosa?- Rodó los ojos.- Le gustas, Alba, si ya lo sabes. Vas sobre seguro.
-Pero imagínate que al final se lió con la chica esa y ha decidido intentar algo con ella.
-Alba, que está enamorada de ti desde los trece años. Que ha estado con Alicia y aún así no se ha olvidado de ti.
-Vale, vale.- Suspiró, intentando tranquilizarse.
Pasaron la mañana haciendo cualquier cosa para que la mayor de las dos no se comiera la cabeza. Aunque eso no sucedió, y Marina se dio cuenta a la cuarta vez que Alba se metía en su habitación para arreglarla.
Desistió cuando supo que no había nada que hacer para distraerla, por lo que terminó yéndose antes de lo previsto para darle su espacio.
A las cinco en punto sonó el timbre. Se miró en el espejo una última vez cuando ya le había abierto la puerta de abajo e hizo una mueca.
-Es Nat.- Musitó.- Te ha visto hasta vomitando, Alba.- Rodó los ojos.
-Hola, Albi.- Saludó en cuanto se abrieron las puertas del ascensor.- Qué guapa.- Se sorprendió al verla en camisa y falda, pues el plan solo era ver alguna película chorra de Netflix para poder criticarla y echarse unas risas.
-Gracias.- Se mordió el labio, poniéndose de puntillas cuando la tuvo delante y dándole un beso en la mejilla.- Pasa. Ya he preparado la peli.
Se acomodaron en el sofá, con Alba tumbada sobre Natalia. La morena no sabía de qué iba la película, pero la rubia la había elegido con toda la intención. En ella, se describía la vida de una chica de casi treinta años que, estando casada con un hombre, había terminado divorciándose al conocer a una chica pocos años mayor que ella.
-Ha estado chula, ¿no?- Tanteó Alba cuando comenzaron los créditos.
-La verdad es que sí. Está guay que expresen que puedes considerarte hetero toda tu vida y que, aunque no te atraigan las chicas, de repente haya una en concreto que te guste.- Coincidió Natalia con el criterio de la rubia.
-Como tú a mí.- Respondió más segura de lo que esperaba.
-¿Qué?- Abrió mucho los ojos.
-Que... Que me gustas.- Tragó saliva. Se incorporó en el sofá hasta quedar sentada para darle algo de espacio a la otra, que no había sido capaz de moverse ni de dejar de boquear.
ESTÁS LEYENDO
Confesiones de invierno.// Albalia
Fiksi PenggemarParte 2 de "La canción del verano". Se pueden leer individualmente, pero en caso de querer leeros ambas, mejor primero la otra, porque sino os haréis spoilers <3