Capituló 4 - ¿Le tienes miedo a la oscuridad, capitán?

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Habían pasado más de dos años desde la última vez que Roxana había oído el sonido de las aguas encantadas del bosque susurrante

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Habían pasado más de dos años desde la última vez que Roxana había oído el sonido de las aguas encantadas del bosque susurrante. Todavía le resultaba extraño, sabiendo que antes de que la capturaran y encerraran en Délmor, se despertaba cada mañana con ese sonido relajante de fondo.

Lo extrañaba, sin embargo, la asesina a menudo soñaba con lugares de Artelya donde había vivido en el pasado, lo que conseguía que no echara tanto de menos cosas como esa. «El dolor que no te mata te hace más fuerte», solía susurrar antes de irse a la dormir en la prisión mientras sus pensamientos volaban a recuerdos de sí misma en alejadas tierras del reino. Imaginaba momentos de su antigua vida, recordándose de pequeña deambulando por el reino de Taenia con el antiguo Rey y las antiguas princesas y yendo juntos en familia a la biblioteca real a escoger un nuevo libro para que el rey se lo pudiera leer a las chicas antes de dormir, como era costumbre.

Roxana soñaba también con frecuencia con su temporada viviendo en el bosque susurrante de Artelya, su nuevo hogar después de que el reino de Taenia fuera masacrado junto con los antiguos regentes. Fantaseaba con los enormes árboles del bosque y sus lagos extensos de agua cristalina, pero nunca antes había soñado con el sonido de las aguas encantadas con tanta claridad.

En este sueño, además, sentía una ligera voz que la llamaba, no como los legendarios susurros del bosque a los que estaba acostumbrada, si no una voz grave y masculina que la persuadía para que se despertara.

Abrió los ojos, esperando ver las oscuras y sucias paredes de su celda, pero en lugar de eso, captó un sol naciente sobre Artelya y oyó la canción que producía el viento chocando contra las ramas de los árboles del bosque.

Enseguida le sorprendieron otros aspectos, como el hecho de que tenía los labios secos y estaba sedienta. Pestañeo con fuerza porque debía de seguir soñando. ¿Cómo si no podía explicar que se encontrara en medio del bosque, medio desplomada sobre un caballo negro...? «¿Un caballo?»

El pánico le recorrió el cuerpo en un santiamén y activó sus cinco sentidos, alarmada. Se tensó al sentir como su cuerpo estaba apoyado contra un pecho firme que se elevaba y caía con un ritmo suave y constante.

Con un grito ensordecedor, Roxana echó brazo hacia atrás con fuerza y le dio un codazo a su acompañante, bajándose del caballo en marcha. Un gruñido grave se escuchó se fondo y solo cuando la asesina tocó el césped con los pies se dio cuenta de que no había pensado en nada más aparte de realizar ese torpe movimiento. Miró su vestimenta, y tal y cómo se había imaginado, seguía teniendo puesto el uniforme de la prisión; no tenía sus armas.

— ¡Mierda! — maldijo, mirando con desesperación hacia ambos lados, buscando una salida, aún sin haberle dirigido una sola mirada a su acompañante y posible secuestrador.

— Eso ha sido extrañamente impresionante, Xanders, pero no entiendo a que viene todo esto — habló una voz grave detrás de ella.

Ah, cierto. Jeje.

El corazón de la asesina volvió a la normalidad y su cuerpo se relajó. Apretó los labios, avergonzada, y se dio la vuelta lentamente para finalmente mirarle.

— Perdón — soltó apresuradamente —, no pretendía... no recordaba... Perdón.

Aiden la miró por unos segundos con el semblante serio, antes de comenzar a reírse con fuerza, colocando una mano sobre su abdomen e inclinándose levemente hacia adelante.

— ¿Quién hubiera dicho que la asesina más famosa de Artelya podría ser tan torpe y olvidadiza al despertarse? — habló, dejándole claro a la joven que le había hecho gracia su momento de pánico.

Roxana se acerco a él, aún sentado sobre el caballo, y le dio un suave empujón en el hombro, fingiendo estar enfadada.

— ¿Quién diría que el capitán de la guardia real podría ser tan idiota y desconsiderado? — dijo de vuelta, intentando contener una sonrisa y comenzando a mirarle con nuevos ojos.

El guardia pareció darse cuenta del cambio de ambiente y se aclaró la garganta.

— Estamos a unas pocas horas de Liandro, pero es posible que lleguemos cuando ya haya anochecido.

Roxana abrió los ojos como platos.

— ¿Cuánto tiempo he estado dormida exactamente?

Aiden sonrió.

— Diría que unas cinco horas — habló, y a Roxana casi se le para el corazón por su respuesta —, debías estar muy cómoda para haber dormido tanto, Xanders.

Roxana alzó una ceja, sorprendida por su audacia. Nunca hubiera pensado que el guardia fuera tan atrevido e inapropiado, aunque era de esperarse.

— Y tú debías estar disfrutando bastante de que yo estuviera dormida sobre ti para no haberme despertado, capitán.

Roxana le sonrió de vuelta, arrogante, y Aiden se ruborizó levemente, aunque se recompuso rápidamente.

— Debemos seguir con el viaje — habló el guardia, enderezando la espalda sobre el caballo —. No conozco muy bien este bosque, pero si las leyendas sobre él son ciertas, debemos llegar a Liandro antes de que se haga de noche.

Roxana tomó un paso hacia Shadow.

— ¿Le tienes miedo a la oscuridad, capitán?

Aiden bufó.

— Más bien de lo que se esconde en ella, listilla — contestó, dejándose al fin de las formalidades y recolocándose en el caballo para hacerle espacio —. Ahora sube al caballo.

Roxana suspiro y le hizo caso, subiéndose a Shadow, de nuevo con la ayuda de Aiden, aunque esta vez en lugar de ayudar a subirla desde abajo la ayudó estirándole un brazo para que se agarrara y pudiera tirar de ella. Una vez sentada, Roxana se acomodó mejor en la silla y le rodeó la cintura con los brazos, al igual que había hecho por la mañana.

— Para que conste, he vivido en este bosque la mayoría de mi vida, se podría decir que me he criado aquí, así te puedo confirmar que lo que se esconde en él tan aterrador como los rumores que circulan por ahí; pero no solo deberías tener miedo de lo que se esconde en el bosque, Aiden, deberías temer al bosque en sí. Si escuchas algún susurro, no lo sigas, pase lo que pase — le advirtió Roxana, dejándose de juegos y mirándole con seriedad.

Aiden tragó el nudo de su garganta y asintió, dándole un leve apretón a Shadow con las piernas para que comenzara a avanzar nuevamente.

— Entendido.

...

07/12/22

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