2. Reunión en la biblioteca

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La sala común de Gryffindor era mi lugar preferido en todo el castillo. El rojo y dorado adornaban todo el lugar, un par de sillones bien rellenos, una estantería de libros que solo Hermione tocaba y una gran chimenea.

Había pasado toda la tarde echada en los sillones, como solía hacerlo. La sala común quedaba en una de las torres más altas del castillo, así que me limitaba a bajar solo si era necesario o estaba muy aburrida. Neville estaba en la biblioteca, dándole tutorías de herbología a una chica de cuarto año.

Así que opté por llamar a Sirius. Me agaché al lado de la chimenea y, pocos segundos después, su rostro apareció entre las flamas del fuego.

—Hola, tío Sirius—lo saludé con una sonrisa.

—Hola, pequeña. Me alegra verte—contestó—¿Qué tal el colegio?¿Cómo te está tratando el sexto año?—me preguntó.

Una mueca adornó mi rostro y su mirada alegre se convirtió de inmediato en una preocupada.

—¿Ha pasado algo?

—Tengo un nuevo compañero en pociones.

—¿Y es guapo...?—preguntó esbozando una sonrisa pícara.

—Es Malfoy—respondí seria.

Sirius llevó sus dedos a la boca e hizo un gesto de vomitar.

—¡Pobre de mi sobrina!—exclamó exagerando—. El rubio hueco le va a quemar las neuronas.

Reí junto a él. Pero si no convencía a Slughorn de cambiar lugar lo de terminar con las neuronas quemadas se haría realidad.

Lo cierto es que, en un principio, Malfoy me había parecido bastante atractivo. Su pelo rubio y sus penetrantes ojos grises lo convertían en el prototipo de chico ideal. Quizás, si su cerebro no estuviese lleno de mierda la historia hubiese sido distinta.

Pero en cuanto abrió su gran y fastidiosa bocota, toda la imagen del chico apuesto se fue a la basura. En cambio, frente a mí tenía ahora a un idiota inseguro y discriminador cuyo pasatiempo parecía ser hacer sentir mal al resto.

Recordé que había quedado con Malfoy en la biblioteca así que a las cinco menos cuarto me despedí de Sirius con la excusa de que le había prometido a Harry ayudarlo a estudiar encantamientos. Si tan solo supiera que he estado al borde de reprobar esa asignatura desde segundo año...

Me encaminé a la biblioteca y apenas llegué divisé al rubio recostado sobre una de las sillas, con sus pies sobre la mesa.

—Malfoy—llamé—¿Tus padres no te enseñaron que es de mala educación poner los pies sobre la mesa?

—Llegas cinco minutos tarde—hizo caso omiso a mi comentario y esbozó un falso bostezo.

Rodeé los ojos.

—Lo siento, vine lo más rápido que pude.

—Sí, claro—dijo sarcástico, dejándome entender que no me creía.

—Además, no es como si tuvieses algo mejor que hacer—respondí fastidiada.

Mi comentario pareció causarle la gracia. Se enderezó en la silla y esbozó una sonrisa burlona.

Demonios ¿Por qué los más apuestos siempre son los más idiotas?

—Se me ocurren mil mejores maneras de pasar la tarde, Lupin. Y créeme, ninguna te incluye.

Hubo un silencio incómodo mientras sacaba mis cosas del morral. Pensaba por donde comenzar hasta que noté una mancha azul en su mano. Parecía acrílico.

—¿Pintas?—señalé su mano.

Rápidamente la escondió debajo de la mesa y sus mejillas se ruborizaron.

—Claro que no, Lupin—escupió horrorizado—. Eso es de mujeres.

—¿Qué dices?—exclamé incrédula—Muchos de los grandes pintores fueron hombres. Además, si pintases sería una buena noticia... Hubiese sido la primera cosa interesante acerca de ti. Porque luego de conocerte por seis años a la única conclusión que llegue es que solo sirves para ser un dolor en el trasero.

Sus ojos brillaron y esbozó una sonrisa pícara.

—¿Osea que piensas en mi trasero?

—No tiene gracia —dije aguantando su mirada, agradecida de no haber tartamudeado.

—No, pero te puse nerviosa.

Carraspeé y negué con la cabeza.

—¿Qué es lo que más te gusta de Hogwarts?—pregunté tratando de cambiar de tema.

—Ver a mis amigos—se encogió de hombros—. No son muchos ¿Pero qué puedo decir? La gente estúpida abunda en este lugar—rodeé los ojos. Ahí estaba el insufrible Malfoy de vuelta—. Siguiente pregunta.

—Si no fueses Slytherin ¿En qué casa crees que estarías?

—Preferiría  cambiarme a Durmstrang antes de no ser Slytherin—contestó seguro. Lo miré inquisitiva, esperando una respuesta mas completa. Rodó los ojos y agregó:—. Pero si tuviese que elegir una sería Ravenclaw, son los menos desastrosos. Incluso Hufflepuff. Todo menos Gryffindor—esbozó una mueca de asco mirando el escudo en mi túnica. Rápidamente puse mi mano sobre el mismo, protectora, y lo miré con mala cara.

—Tendrías suerte en quedar en la mejor casa de todas—respondí orgullosa. Respiré ondo y me recompuse—. En fin, ¿Tienes pareja? Los vi a Pansy y a ti bastante cercanos...

—¿Por qué la pregunta?¿Quieres saber si estoy disponible para ti?—rió cuando le sonrojé, no por la vergüenza, sino por la rabia ¿Quién se creía que era?—. Respondiendo tu pregunta, Lupin, no. Estoy soltero. Para tu desgracia, no salgo con impuras. Pero si te portas bien, quizás pueda hacer una excepción...

—No me estás seduciendo—contesté seria—. Prefiero tirarme de la torre de astronomía antes de salir contigo.

—Eso esta por verse. Nadie se resiste a mis encantos—rodé los ojos, si tan solo supiera lo ridículo que suena en estos momentos...—. Te tendré suplicando por más, y entonces te recordaré lo que acabas de decir—agregó en un tono burlón.

Sin perder la compostura ante su comentario, me levanté de mi silla y estampé mis manos sobre la mesa, haciendo caso omiso a las quejas de la Señorita Prince.

—Ya está. Me marcho—exclamé irritada—. Eres insufrible. Así que no te sorprenda cuando le entregue a Slughorn un ensayo sobre lo hueco e insoportable que eres, Malfoy. Después de todo no estaría mintiendo.

Rió, como si lo que acababa de decir fuera chistoso. También se paró y me dedicó una última sonrisa burlona antes de decir:—Entonces nos vemos la próxima clase, Lupin.

PROYECTO GRYFFERIN, draco malfoy (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora