Por fin había vencido a Draco Malfoy.
Después de seis años de peleas e insultos elaborados, por primera vez había tenido con la última palabra. Gané en su juego. La víbora se ahogó en su propio veneno.
Debería sentirme feliz, satisfecha. Tras años de crueles burlas, le hice probar de su propia medicina.
Entonces, ¿por qué no podía dormir? Mis palabras retumbaban en mi cabeza. Me preguntaba si había algo más profundo en Malfoy, si algo lo estaba atormentando. Parecía demasiado herido con mis palabras.
Intenté ignorar aquel pensamiento, pero la visión de su andar cabizbajo, la expresión de dolor en su rostro no abandonaban mi mente.
¿Cómo hacía él para atormentar tanta gente y dormir en paz? Pronto llegué a la conclusión de que su cabeza no podía ser capaz de pensar más allá de él y sus sentimientos.
Pero yo era mejor que eso.
Así que me encontré entrando en puntas de pie al dormitorio de Harry. Ya había pasado media hora del toque de queda, así que necesitaría una ayuda extra si no quería que Flitch me atrapara. Visualicé la capa de invisibilidad colgada en una silla de escritorio ¿A Harry no le molestaría si la tomara prestada? Nah, no quería despertarlo. Además, de esta forma evitaría el interrogatorio sobre que información logré sacarle a Malfoy.
Así que me envolví en la capa, e invisible, caminé por los pasillos de Hogwarts hasta llegar a las mazmorras, donde me encontré con el cuadro del varón.
—Contraseña—preguntó amargo el cuadro. La Dama Gorda era mucho mas amable.
—Busco a Draco Malfoy—le dije al cuadro—. Es importante.
—Contraseña—repitió ignorándome, con una mueca aburrida.
—¡Que no la tengo!—espeté enojada—. Solo necesito hablar con Malfoy, y prometo que me marcharé.
—Seguirías necesitando la contraseña—contestó—. Pero de igual manera, el chico Malfoy no ha llegado todavía.
—¿Cómo se que no me estás mintiendo para que me largué?—inquirí elevando una ceja.
—Supongo que deberás confiar en mi—se encogió de hombros—. No lo veo desde la tarde.
Bufé frustrada, no le creía nada.
—De todas formas, me quedaré aquí a esperar un rato—me senté frente al cuadro y tapé mi cuerpo con la capa de invisibilidad, por las dudas.
Prefería quedarme aquí, con la vaga posibilidad de pedirle perdón, a que no poder conciliar el sueño en mi dormitorio.
...
Un fuerte golpe en mi costado me levanta. Siento un dolor punzante, como si me hubiesen pateado. En ese momento me dí cuenta de que me había quedado dormida en la entrada de Slytherin.
—¿Qué carajos?—inquirió una voz, que me patea de vuelta.
—¡Auch, idiota!—espeté molesta.
Una mano quitó la capa de mi cuerpo, y recién allí caí en cuenta de que había sido invisible todo este tiempo.
—¿Qué demonios haces aquí, Lupin?—preguntó fastidiado, con la frente fruncida y una expresión que solo transmitía agotamiento.
Pasos resonaron por los pasillos de las mazmorras, seguidos de maullidos. Rápido, Malfoy tomó de mi brazo y me arrastró al interior de las mazmorras.
La sala común de Slytherin era larga, semisubterránea, con los muros y el techo de piedra basta. Varias lámparas de color verdoso colgaban del techo mediante cadenas. Debajo de la repisa labrada de la chimenea, crepitaba la hoguera.
—Demasiado cálido para un nido de serpientes—opiné en voz alta.
Malfoy se limitó a rodar los ojos.
—No tengo más energías para seguir peleando, Lupin.
Una punzada de lamento invadió mi corazón.
—Lo siento—lo miré apenada—. No vine a discutir contigo, Malfoy. Quería...—empecé a ponerme nerviosa. Las disculpas se me daban bien, solo que no con este idiota—decirte algo.
Malfoy se sentó en el sillón y aflojó el cuello de su camisa, mirándome curioso.
—¿Qué cosa tan importante debes decirme comp para quedarte dormida frente a mi sala común?—inquirió—. O será que te acostumbraste tanto a mi presencia que ya me hechas de menos.
Sonrojada, negué enojada. Era un idiota.
—No hables estupideces—bufé—. Si alguna vez te hecho de menos, asegúrate de matarme porque me habré vuelto completamente loca.
—Como tu digas, Lupin—rió por lo bajo—. Ahora dime a qué viniste. No es que esta charla no me entretenga, pero necesito dormir.
—Lo siento.
Frunció las cejas confundido, como si no supiese a qué me refería.
—Por lo que dije hoy, después de posiciones—aclaré—. Estaba enojada y no pensaba en lo que decía. Lo siento.
Para mí sorpresa, Malfoy soltó una carcajada que resonó por la sala común. Enojada, rodé los ojos ¿Qué le parecía tan cómico a este idiota?
Al ver mi expresión molesta, la risa del rubio cesó. Pero su mueca divertida jamás abandonó su rostro.
—Eres tan patética que no aguantas la culpa del primer insulto real que me dices—argumentó entretenido.
—Vine aquí a ofrecerte una disculpa, solo porque soy mejor que ti—espeté con aires de superioridad—. Y tu solo me insultas y te burlas de mi ¡Ves!¡Esa es la diferencia entre tú y yo!—lo apunté con mi dedo—¡Vete al demonio, Malfoy!
Enfurecida, me di la vuelta y me encaminé a la salida. Pero una mano rodeó mi brazo y tiró de mi antes de que pudiese llegar a la puerta. Cansada, me di la vuelta para enfrentar al rubio.
—¡¿Ahora qué, idiota?!
—Lo siento, esta bien—me dijo calmado—. Acepto tus disculpas, y siento haberte llamado patética.
Rodé los ojos.
—¿En paz?—me tendió el brazo.
—En paz—acepté su mano.
—Es tarde—comentó antes de que tuviese oportunidad de marcharme—. Puedes quedarte en mi dormitorio si quieres.
Lo miré como si fuese un monstruo de tres cabezas.
—No hagas esa cara, idiota—espetó—. Si Flitch te pilla y le pregunta algo al Varón, ambos estaremos muertos. No pienses que lo hago por tí—dijo amargo—. Además, tendrás que acomodarte en el sofá.
Dubitativa acepté.
Y así fue como pasé la noche en el dormitorio de mi rival y objetivo. Sorprendentemente, nada extraño sucedió. Y la mañana siguiente, fue Malfoy el que me despertó y me ayudó a escabullirme a mi sala común. Quizás Harry este confundido... Malfoy no es tan cruel como aparenta.
Pero mi yo de aquella noche no advirtió que al día siguiente estaba regresando a la sala común con una impresión errónea y sin capa de invisibilidad en mi bolso.
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PROYECTO GRYFFERIN, draco malfoy (editando)
Fanfic"Ella vivía su vida al máximo, él dejaba que el resto controle la suya". Andy Lupin y Draco Malfoy solo estaban de acuerdo en una cosa: se odiaban. O al menos eso creían. Hasta que en un acto de locura su nuevo profesor de pociones intenta enmendar...