Abril.
—Idiota —murmuró para ella misma.
Sin duda necesitaba relajarse. Se había molestado mucho por lo que acababa de pasar y sin duda, se sentía fúrica. Se imaginaba echando humo por las orejas como pasa en las caricaturas.
Observó sus contactos en línea. Greg Riuk Castro era el primero que le aparecía en la lista. Dudó entre hablarle o seguir esperando a que él tomara la iniciativa. Se decidió por ser ella quien hablara primero. Le mandó un mensaje.
Realmente sentía que lo conocía de algún lugar, pero la pregunta era... ¿de dónde?
Abril: ¡Hola! ¿Te conozco? Ja, ja.
(...)
No recibía respuesta. Dejó su móvil a un lado y decidió distraerse un rato. Alcanzó el mando de la televisión y le subió al volumen. Volvió a recostarse en su cama y siguió viendo la película.
Destino final.
(...)
Pasaron aproximadamente cuarenta y cinco minutos. El móvil vibró y luego sonó. Un mensaje.
Greg: No creo ja,ja...
Abril: Bueno, como podrás leer... soy Abril.
Greg: Un gusto ja, ja
Greg: Soy Riuk
Abril: ¿Riuk? ¡Qué nombre tan original!
Greg: No es mi nombre ja, ja
Greg: Es mi apodo
Abril: ¿Y por qué "Riuk"?
Abril: Ja, ja.
Greg: Es un secreto...
Greg: No te creas ja, ja
Greg: Quizás algún día te diga el porqué
Abril: Que intriga... ¡Cuánto misterio! Ja, ja.
Greg: Sí ja, ja
Abril: ¿Y cuántos años tienes?
Greg: Quince, ¿y tú?
Abril: Aún tengo catorce ja, ja. En dos semanas cumplo los quince.
Greg: ¿Invitarás a la pachanga?
Abril: ¡Por supuesto! Ja, ja.
Greg: Ya dijiste ja, ja
Abril: Sí, ya dije.
Greg: ¿Y qué te harán, niña Abril?
Abril leyó el mensaje y entró a Google Maps para buscar la ubicación del salón.
Gregorio.
«Visto a las 9:48 p.m.».
Abril le había dejado de contestar. Pasaron diez minutos y aún no respondía. Visualizó sus contactos y se decidió por mandar un mensaje, tras posar su atención en cierto contacto. Clic.
Greg: Hola... ¿podemos hablar?
Abril.
¡Bingo! ¡Al fin la encontró! Tomó captura de pantalla y regresó a Facebook.
Abril: Perdón por no responder. Estaba buscando esto:
Abril agregó la foto y se la envió. Se sentía extraño... estaba invitando a ese chico con el que apenas había hablado a su fiesta. Aquello le causaba mucha gracia y no tenía idea de porqué. Sentía alegría y ganas de reír.
Greg: ¿Será hasta el centro de la ciudad?
Abril: Sí... ¿muy lejos?
Greg: Sí... la verdad no creo poder ir si es tan lejos...
Abril: Oh... ¿en serio? ¿Dónde vives?
Greg: Por detrás de Home Depot, ¿y tú?
Abril: Yo vivo por el bosque de las etnias.
Greg: Mm... creo que ya sé por dónde ja, ja
Abril: Por mi parte, yo no me ubico contigo ja, ja.
Greg: Ja, ja no importa, vivimos algo cerca
Abril: ¡Mentira! Vivimos lejos.
Greg: ¡Cerca! Ja, ja
Abril: Lejos.
Greg: Como eres terca ja, ja...
Abril: Sólo a veces ja, ja.
Greg: Joder...
Abril: ¿Qué pasa? ¿Te tienes que ir?
Greg: Traigo jaqueca
Abril: Oh...
Abril: Tómate una pastilla.
Greg: Iugh, no. Odio las pastillas. ¡Las aborrezco!
Abril: Pero tienes que tomártelas para que te sientas mejor...
Greg: No, ahorita se me pasa
Abril: ¡Uff...! Y luego la terca soy yo.
Greg: Ja, ja. Sólo a veces...
Abril: Uff... bueno, ¿por lo menos tienes tés en tu casa? Los tés de manzanilla ayudan muchísimo.
Greg: Mm... no. No tengo
Abril: Rayos... yo sí tengo. Si pudiera te los llevaría.
Greg: Ja, ja. Pero no puedes
Abril: No, no puedo...
Greg: No lo harías aunque pudieras
Abril: Sí lo haría.
Greg: No sabes en que casa vivo ja, ja
Abril: Sé que vives por Home Depot. Iré por todas las calles gritando "¡Greg!" hasta que salgas a callarme, o hasta que me digan dónde vives.
Greg: Ja, ja tu plan no resultará
Abril: Algún día lo veremos.
Greg: Ja, ja
Abril se quedó pensativa un momento. ¿De qué otras cosas podrían hablar? Greg era un poco cerrado. Quizás era sólo el hecho de que apenas se estaban conociendo...
Abril: ¿Y qué haces?
Greg: Nada importante, ¿y tú?
Abril: Veo la masacre en Texas. Acaba de empezar ja, ja. Nunca la he visto completa.
Greg: Ja, ja yo tampoco
Abril: Ja, ja.
Se quedó sin nada más que decir, y bueno, aunque tuviera algo que decir, no quería hablar. En otras palabras más directas, no quería ser una pesada... él se tardaba en contestarle como mínimo unos cinco minutos, y en cambio ella le respondía al instante. ¿Eso era incorrecto? ¿Ella lucía mal? No quería que se malinterpretaran sus acciones, ni su forma de ser...
(...)
«Visto a las 10:57 p.m.».
Oh.
Decepción.