Abril.
Ya estaba de vacaciones, pero aún no le entregaban su certificado de secundaria. Era viernes. No había vuelto a hablar con Greg desde su cumpleaños... otro día más sin hablar.
Abril había decidido salir al cine con su hermano y con Miguel, uno de sus mejores amigos al que casi nunca veía. Fueron a ver bajo la misma estrella, el famosísimo libro que habían hecho película y que estaba causando gran revuelo entre los adolescentes. Quedaron de verse en el centro comercial. Habían quedado con otra amiga también, se llamaba Fernanda.
Hermano y hermana se sentaron a esperar la llegada de sus amigos al cine.
Gregorio.
Sofía: Ya lo hablamos...
Greg: No lo hablamos lo suficiente
Sofía: Greg... basta, por favor
Greg: ¿Cómo puedes pedirme que pare?
Sofía: Es que ya lo hablamos, por favor. Dejémoslo así...
Greg: ¿Eso es lo que quieres, enserio?
Sofía: Por ahora, sí
Greg: Bien...
Abril.
Salvador se puso de pie en cuanto vio llegar a Miguel.
— ¿Y Fer, güey?
—No sé, güey. Yo vengo de la escuela. Me salté las últimas clases para venir.
Abril se puso de pie y se acercó a ambos. Se paró en puntas para alcanzar a su amigo y lo abrazó sonriente. Miguel aún traía el uniforme de la escuela, e incluso traía su mochila.
—Hola, Bubu.
—Hola, Gorrito.
Rieron.
—Entonces, ¿no te dijo si iba a venir, güey? —Pregunto Salvador.
—No sé, Chavita. La verdad yo no he hablado con ella hace mucho...
—Msht —emitió el sonido con fastidio—. Deja le marco.
Salvador se alejó de ambos amigos para hacer la llamada. Miguel la observó entrecerrando los ojos, divertido. Abril le devolvió la mirada intentando adivinar el plan macabro que su amigo seguramente ideaba sin piedad en su subconsciente. Bubu la empujó ligeramente con dos dedos. Abril iba a caer pero no perdió el equilibrio.
—¿Quieres dejar de burlarte de mi, por favor? —preguntó Abril acomodando su blusa.
—No —dijo riéndose.
—Ja, ja, ja, ja... gracioso —dijo Abril riendo falsamente.
Miguel le enseñó la lengua y Abril le respondió el gesto. Salvador se acercó a ellos de nuevo, enojado.
—No vendrá. ¿Por qué es así? Joder, ya me había confirmado.
—Bueno, tendrá algo que hacer, quizás... —intentó calmarlo Abril.
— ¡Ja! No. Me dijo que su mamá no la dejó ir. La misma excusa de siempre.
Abril hizo una mueca de lado. Miguel abrazó bruscamente a Salvador y le acarició el pelo.
—Ya, Chavita... ya. Déjalo fluir...
Abril empezó a reír y Salvador se soltó en defensa de su masculinidad.