Capítulo nueve: Entrada número treinta.

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Un día cualquiera, 2014.

  Buenos días, tardes, o noches, según me estén leyendo en este preciso momento. Gracias por tomarse la molestia de entrar a mi blog —si es que alguien entra, claro está—. Realmente, estos días han sido un tormento, pero siendo sincera no tengo ánimos de relatar mis penas por lo que, en vez de hablarles de mis abrumadores pensamientos y acontecimientos, les hablaré de la vida, mejor conocida como el sin sabor de lo sin sentido. Empezaré de lo particular, a lo general.

  Las cosas son simples y más horrendas si las observas desde una distancia más aproximada. Es como una modelo, puedes verla en fotografías o en un escenario y pensarás "vaya... ¡pero qué mujer tan preciosa!", en cambio, cuando tienes la posibilidad de observarla frente a frente, te darás cuenta de que ciertamente, ella es como cualquier otra persona... tiene imperfecciones en el rostro, su cabello realmente no contiene ese brillo que se aprecia en las fotografías, o mejor dicho, fotomontajes, y sus dientes realmente no son tan blancos como creías que eran. Así es todo, mis queridos lectores. La vida es un juego de sin sabores y todos, cada uno de nosotros, de nosotras, somos los protagonistas en la misteriosa y simple existencia.

  Creo que si dijera, que yo soy la única que se cuestiona por los motivos en la existencia, estaría mintiendo. No entiendo de qué va mi vida, y tampoco logro entender por qué la vida ha avanzado como lo ha hecho. El mundo está lleno de maldad, de injusticia, de sufrimiento... todos y cada uno de nosotros lo compartimos. Nosotros mismos somos la cadena que se enreda en nuestro cuello, y que nos asfixia. Suena tan fácil deducir soluciones, pero realmente a nadie le importa una mierda, por lo que esas posibles respuestas no son factibles de emplear. ¿Por qué? Pereza. La gente es demasiado floja, demasiado libertina. Prefieren esperar a que venga Dios a solucionar sus disgustos en la desabrida realidad. Quizás es por eso que muchos religiosos dudan de su fe en muchos momentos críticos de su vida, y tal vez también por eso existen los ateos... son pensamientos que quizás nunca tendrán un verdadera respuesta.

  La vida pareciera no tener sentido cuando aún no sabes qué será de tú vida, pero realmente es algo demasiado simple, aunque complejo a la vez. Confusión. ¿De qué sirve crear un mundo donde todos se autodestruyen, ya sea entre unos y otros, o a nosotros mismos? ¿Por qué existe el sufrimiento en el amor, y el amor en el sufrimiento? ¿Qué es lo que los demás esperan de nosotros? O incluso, más complicado aún, ¿qué esperamos de nosotros mismo? ¿Qué será los que nos satisfaga? Quizás las personas son obstinadas e insuficientes. Es algo alterno porque, si eliges algo que te hará subir, está bien porque es un esfuerzo por ser cada vez mejor, pero en cambio, si se escoge algo dañino, cada vez te destruirá más, lentamente.

  Quizás la vida no fue hecha para llenar las expectativas. Es decir, mis padres nunca estarán cien por ciento orgullosos de mí, por ejemplo. Puedo ser la mejor hija en todo el mundo, ayudarles en todo lo que ellos me piden, sacar excelentes calificaciones y eso pero, ¿qué pasará cuando esto no sea lo suficientemente bueno? Todo lo excelente se convertirá en simple, perderá el efecto a si antes reprobaba y ahora obtuve un diploma de excelencia. Mis padres dejarían de felicitarme, empezarían a buscar otras formas de seguirme haciendo subir y subir y subir. Pero, ¿qué pasará cuando llegue a mi límite? Es por eso que yo en lo personal, no me siento en la obligación de llenarlos a ellos. Puede sonar narcisista pero, sólo me interesa satisfacerme a mí misma. Yo soy consciente de mis límites, de lo que quiero para mí, y estoy casi segura de que yo sé lo que me hace feliz. Pero si puedo seguir siendo honesta, mis padres no están de acuerdo con mis decisiones. Ellos creen estar seguros de qué es lo que yo haré con mi vida, no están de acuerdo con mi forma de pensar, aun cuando ellos me educaron de esa forma.

  Mis padres. Como ustedes ya saben, yo quiero ser escritora. Me gustaría poder ir al centro de creación literaria de Xavier Villarrutia en cuanto termine el bachiller, pero ellos no están de acuerdo. Sé que tienen razón en el hecho de que, un escritor hoy en día es más identificable por ser un desempleado que por ser reconocido por sus obras, pero es lo que yo quiero para mí. Realmente, ¿de qué sirve estudiar algo que no te hará feliz, que no te llenará? ¿De qué sirve estudiar algo que te dejará mucho dinero cuando en realidad cambiaste lo que te llena, por algo con que rellenar los espacios vacíos? No lo entiendo.

  No entiendo la vida. No entiendo las cosas. No me entiendo ni siquiera a mí.

Queridos lectores fantasmas, me despido por hoy.

Atentamente:

Lunática Lovegood.

Despersonalización.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora