Solo nosotros

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Fui a donde me llamaba, estaba recargada en la ventana que daba a la calle, vi una columna de humo, me acerque para ver más de cerca. Ella me jalo de la camisa y pegué mi cuerpo al de ella, la casa del vecino se estaba incendiando, solo una casa nos protegía de las llamas, también vimos a varios vecinos correr hasta el incendio.

—Debería estar preparada por si tenemos que irnos —mencione.

—Yo me quedo —respondió de manera sincera.

Volteo y me miró unos segundos a los ojos, sus palabras parecían sinceras —. ¿Aunque se queme?

—No me importa morir —me respondió aún en esa incómoda posición.

—Bien me quedo.

—¿Morirás conmigo?

—Por supuesto que no cuando el fuego llegue me iré corriendo —respondí sinceramente.

—Eres un pinche culero, ¿lo sabías?

Simplemente, le sonreí, nos quedamos viendo un poco más y me separé de ella, ya que no iba a aguantar más tiempo en esa posición «Veamos de cerca», nos fuimos a su patio trasero, el cual tenía una escalera que llevaba al techo, no sentamos ahí. De arriba se veía la columna de humo acompañado de una luz roja. 

—Se ve increíble —dijo viendo el espectáculo.

—Si bastante —respondí al verla, ya estaba atardeciendo.

Ella seguía con su bebida y se sentó en el suelo, hice lo mismo afortunadamente, la casa de un lado nos daba sombra —. ¿Tú nunca has tenido novia?

—Jamás siempre he sido introvertido —ella puso sus rodillas en su pecho y las uso para poner su cabeza, ahí también juntó sus brazos—. ¿Usted ha tenido muchos novios?

—Solo 4 con el segundo tuve mi primera vez a los 17, dolió menos de lo que esperaba.

—Bueno, una chica como usted podría tener a quien quisiese —le comente de manera sincera.

En respuesta, ella me tomó de mi brazo y quedó entre sus piernas, como con sus brazos, pero también entre sus pechos, recargo su cabeza en mi hombro —. ¿Por qué me hablas de usted?

—Costumbre, supongo —ella volteó a verme, yo veía el incendio —. Siempre les habló así a los clientes y pues se quedan algunas costumbres.

—Ya no somos desconocidos.

—Está bien lo entiendo, ¿Estás feliz?

Ella sonrió, ambos vimos el incendio que ya estaba controlado, al parecer —. Si nos alcanza, ¿huirás?

—Te echaré a mi hombro y huiré contigo.

—No le temo a la muerte, no es que quiera morir, pero no me va a asustar, algo que tarde o temprano va a llegar.

—Eso es inevitable, pero me gustaría que siguieras aquí —mencione con una sonrisa.

Cerró sus ojos y me apretó más con sus manos —. Sabes, este último año ha sido difícil, sobre todo por papá, una vez nos dijo que ojalá nosotras hayamos muerto, nosotras y no nuestra madre ese comentario sí que me dolió.

—¿Qué tipo de cáncer tiene él? —me volteo a ver con sorpresa —. Mi abuelo murió de un cáncer de próstata y mi padre me contaba cómo fueron sus últimos meses.

—Tiene un tumor en el cerebro. 

—Lo lamento —nos quedamos un momento en silencio, de aquel incendio, solo quedaba el humo, la luz del sol se iba metiendo dejándonos a oscuras poco a poco. Ella había sido sincera, supuse que lo mismo debía hacer yo —. En secundaria en segundo para ser más específico tenía 3 muy buenos amigos. Además de llevarme bien con toda la clase.

—¿Antes te llevabas bien con otras personas? —me pregunto con mucha curiosidad.

—Trataba de hacerlo, no al punto de ser sus amigos, pero mínimo les podía sacar algo de plática, fingiendo que me interesa, era difícil.

—¿Y qué pasó?

—Una chica me dijo que yo le gustaba, me dio gusto porque era bastante linda, pero ella le gustaba a mi amigo, así que la rechacé.

—Siempre has sido un buen amigo —dijo con una sonrisa.

—Pero al día siguiente le dijo a todo el mundo que yo fui quien sé confesó, ella me rechazó y yo le dije muchas cosas. Mis amigos jamás me volvieron a dirigir la palabra, incluso “mi amigo” me empujó, y me miró con desprecio, lo miré con cara de sorpresa, en ella vi una sonrisa, así que solo me fui me dolió mucho. Pero aprendí 2 cosas ese día. 1 las personas son miserables.

—¿Y 2?

—Estaba mucho mejor solo.

—¿Por qué?

—Así nadie volvería a lastimarme.

—A mí no me gusta estar sola, nunca me ha gustado

—Solo te tienes que acostumbrar.

—¿Crees que soy miserable?

—A veces —ella me vio, podía sentir su mirada, así que volteé y la vi a los ojos —. ¿Qué?

—¿Nunca te has enamorado?

—Trato de no hacerlo, pero justo ahora me resulta difícil.

Me miró, no podía verla, la oscuridad no me dejaba, pero aun así sentía su mirada —. ¿Tienes miedo?

—Pánico.

—No deberías.

Por algún motivo le creí, sonreí, al no verla toque sus mejillas, su nariz, sus labios, su mentón y así como así la besé, sentí sus labios eran suaves, su saliva sabía dulce, duramos casi un minuto, nos separamos y posteriormente bajamos del techo.

—¿A qué horas llega tu hermana?

—Pues supongo que a las 8. Fue a una cita con su novio.

—Te acompaño hasta que llegue.

—¿No tienes que ir a trabajar?

—Son las 6.30, ya no llego

—Gracias

Cenamos huevo con chorizo y vimos la película Gladiador y cuando llegó su hermana me fui a mi casa arrepentido de lo que había hecho, pero era mi primer beso y me había gustado, no había duda, aquella chica era diferente.  

Hasta que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora