🌻Capítulo 8🌻

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Bailey

—¿Vives aquí? —Pregunté con cautela. El edificio era enorme.

—Los tres últimos pisos son míos. —Abrí ligeramente la boca formando una perfecta o.

Eso era demasiado para alguien que vivía solo.

Sin decir más bajó del auto y como todo un caballero abrió mi puerta y juntos entramos hacia el recibidor del hotel. Se volvieron un poco incómodas las miradas que la gente me dedicaba; sin embargo, pude notar que ninguna de ellas se posaba sobre Blake por más de un segundo, esquivaban su figura y parecían rodearlo para no estar a una distancia cercana, como si los intimidara.

Segundos después ingresamos a un elevador privado, tal y como el que teníamos en la empresa. Dentro de aquella caja metálica se mantuvo ausente, a una distancia prudente de mí, apretaba las manos, movía los dedos, todo ello me hacía pensar en que se hallaba nervioso, aunque lo dudaba.

¿Cómo un hombre como él podía sentirse nervioso ante mí? Era ridículo.

Después de unos instantes, las puertas se abrieron de golpe, ninguno de los dos dijo palabra alguna y avanzamos por una especie de recibidor, todo el suelo era de mármol, cuadros caros y de artistas reconocidos colgaban de las paredes, los mismos que ya tendría tiempo de admirar a la perfección, el arte me atraía.

Blake abrió una puerta de cristal para mí y me hizo una seña para que entrara. Cuando puse un pie dentro, mi reacción fue la misma a la que tuve hacía unos instantes en el estacionamiento al saber que él vivía aquí. Todo era muy lujoso y ostentoso, cada rincón del Pent-House estaba finamente decorado en detalles muy masculinos, pero advertí ligeros indicios que me hicieron saber que hubo el toque de una mujer.

—Mi madre lo decoró —habló Blake, saciando así mis dudas.

—Es... Dios, no tengo palabras.

Caminé hacia una pared de cristal, esta ocupaba todo un espacio de lado a lado. La vista era realmente hermosa. Podía observar todo, desde Manhattan a Central Park, vislumbré también el río Hudson y el río Este. Un paisaje digno de una postal.

—No puedo creer que vivas aquí, es simplemente hermoso e impresionante.

De forma sutil sus manos se cerraron alrededor de mi abdomen, su mentón descansó en mi hombro mientras su mejilla rozaba la mía transmitiéndome calor, dejaba sobre mi piel su aroma fragante. Cualquiera que nos viera pensaría que llevábamos años juntos por cómo me trataba, en cómo nos acoplábamos y la manera en la que él me miraba, como si llevara conociéndome de toda la vida; sin embargo, solo hacía poco más de unas cuantas semanas, pero sin duda, la conexión que sentía con él, nunca la sentí con nadie más.

No lo quise admitir, no quise dar mi brazo a torcer, pero no podía huir más y continuar negándome a él, lo que experimentaba al tenerlo cerca y al besarlo, esto fue lo que me impulsó a venir hoy, necesitaba dejar las cosas claras, hablar de frente sin mentiras, decirnos cara a cara lo que queríamos del otro; estábamos muy grandes para seguir así, sin contar con la insoportable presencia de Aarón en mi vida.

—Ahora que tú estás aquí, todo es perfecto. —Sonreí y tomé sus manos entre las mías con confianza, tocándole el dorso y sintiendo bajo la yema de mis dedos los bordes de aquellas cicatrices.

—Necesitamos hablar —susurré con la vista en la ciudad—, necesitamos hablar, Blake.

—Lo sé.

Me volví hacia él, incluso cuando no debería de hacerlo, ya que sería caer en la tentación de sus labios. Mantuve los brazos a cada lado de mis costados, enfrenté a la Bestia sin temor y con los cientos de exigencias con las que cargaba desde que él llegó a mi vida. Exigencia de respuestas a mis preguntas.

Por tu amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora