Hater • YM

O31

—Cualquier cosa voy a estar abajo por si necesitan algo.

Fue lo que recibió Yoongi de parte de su suegro antes de verlo bajar por las escaleras.

Sintiendo sus piernas temblar, tomó aire con fuerza antes de abrir con delicadeza la puerta de la habitación de Jimin, asomando la cabeza pudo ver todo a oscuras y solo la luz suave de una lámpara iluminar.

Cerró la puerta detrás suyo, con sus ojos recorrió toda la habitación observando con atención cada detalle antes de detener su mirada en el pequeño bulto que descansaba en la cama cubierto como un burrito con las sábanas. Se acercó a pasos lentos rodeando la misma y encontró un lugar donde sentarse, lo más cerca posible al menor.

Esperando un momento por si Jimin se dejaba ver (cosa que no sucedió), decidió acercar su mano hasta el borde de las sábanas bajándolas para encontrarse con una imagen que dolía ver. Jimin tenía los ojos cerrados aunque por el tono rojizo notaba que estuvo llorando un buen tiempo, ojeras se marcaban bajo ellos, sus labios rellenos formaban un pequeño puchero y su mejilla apoyada en un brazo se abultaba.

Era una imagen que dolía y lo llenaba de ternura.

Su mano acarició los suaves cabellos rubios escuchando la respiración tranquila del menor, una tentación a dormir a su lado que no pudo aguantar, se dejó caer a su lado buscando una posición cómoda para ambos y una vez hecho siguió con las caricias, observando la hermosa imagen que le era regalada frente a sus ojos. Apoyado en un brazo se acercó para dejar un beso en aquella mejilla que lo llamaba, el aroma a vainilla que tanto extrañó llegó a su nariz y cerró sus ojos, disfrutando del momento.

De verdad que lo había extrañado, por un momento estuvo asustado de perderlo todo, perder sus sonrisas, los momentos de risas, sesiones de besos y caricias atrevidas. No se imaginaba perder aquella calidez que le hacía sentir Jimin, no sabía que haría sin él en su vida, sería muy aburrido y seguiría con su rutina llena de estrés, sin un camino seguro.

Jimin es su motor, su pequeña luz, su ancla, su serotonina, lo es todo.

—¿Yoongi?

Salió de su mundo pisando la realidad, se alejó conectando su mirada con la confundida del menor, lo observó tocar sus ojos en un intento por despertar completamente.

Yoongi tomó otra posición apoyándose en un brazo, los ojos de Jimin lo miraron fijos sin entender que estaba pasando, parecía estar sorprendido y confundido.

—¿Sigo soñando? —preguntó recibiendo una respuesta negativa. —¿Entonces por qué viniste? ¿Quién te dijo dónde estaba?

—Eso no importa, ¿no querés que esté acá? Me puedo ir si así lo querés.

Jimin negó buscando una posición más cómoda, el mayor bajó su mano hasta la espalda tomándose el atrevimiento de acercarlo más a él, cuando observó que no reclamaba pasó su brazo debajo de la cabeza del menor. Finalmente se encontraron en silencio, mirándose atentos con los rostros cerca pero sin tomar fuerzas para decir algo o comenzar una conversación.

Hasta que Yoongi tomó riendas en el asunto.

—¿Tenés algo para decirme? —murmuró recibiendo un no de inmediato. —¿Estás enojado conmigo? ¿Triste? ¿Feliz?

—No sé a que viene todo esto, no entiendo nada de lo que está pasando y me siento raro.

—¿Raro en qué sentido? Jimin, vine desde Seúl hasta acá porque sentí que te estaba perdiendo y es justo lo que no quiero. Tuve muchas relaciones pero ninguna como esta, me dolería demasiado no tenerte a mi lado, gracias a vos me siento más vivo que nunca, sos la única persona además de mi familia que me saca hacia adelante cuando me siento sin rumbo. Dulce, amable, hermoso, a veces sacado pero una gran persona en todo sentido. —acarició su mejilla rellenita mirando aquellos ojitos iluminarse de esperanza.—Nunca quise lastimarte aceptando esto, a cambio de tu seguridad haría cualquier cosa, lo juro. Si me pidieras terminar con todo, mandarlos a la mierda... Lo haría si así puedo verte feliz a mi lado.