Este capítulo es un poquito corto pero el siguiente es muy largo, no worries :)
Me limpié la gota de sudor que me caía por la sien y, acto seguido, apoyé las manos en las rodillas. Estaba agotada y, por lo que se podía intuir, mis compañeros de equipo se encontraban en situaciones bastante similares.
Como siempre, el entrenador nos había puesto una actividad cualquiera —y agotadora— para tenernos cansaditos y que no nos quejáramos mucho. Especialmente ahora que Marco había sacado el tema de jugar en un torneo de baloncesto y sabía que andábamos un poco nerviosos con la idea de empezar a entrenar.
—No puedo más. —Tad se detuvo a mi lado con las manos también en las rodillas—. Como dé otro paso, me quedaré sin piernas.
—Ya somos dos —murmuré.
—¿Cómo crees que lo hacen ellos?
Los demás también parecían cansados, pero ni la mitad que nosotros. Especialmente Víctor y Marco, que eran los únicos que todavía, pese a todo, correteaban de un lado a otro.
Son cíborgs. E ahí la respuesta.
—¿Estáis haciendo un descansito? —preguntó Oscar y, aunque no estaba tan cansado, también se detuvo a nuestro lado—. Me apunto.
—¿Qué sentido tiene estar dando vueltas al campo si no entrenamos? —me lamenté—. Se supone que estas horas son para mejorar en baloncesto, y no hacemos más que tonterías...
—Díselo al entrenador, entonces —concluyó Oscar—. Si es que te atreves.
No, no me atrevía. Después de todo lo que me había costado ganarme mi posición en el equipo, no quería ponerla en riesgo por una tontería.
—Bueno —dijo Tad entonces, y ambos lo miramos—, ahora el entrenador no está y no puede ver lo que hacemos...
Y tenía razón. Se había ido a por algo de beber y, como siempre, seguramente se quedaría un rato por ahí mirando el móvil y pasando de nosotros.
—Es verdad —dije, teniendo la revelación del siglo—. ¿Y si aprovechamos para entrenar de verdad?
Tad torció el gesto.
—Eh..., yo lo decía por descansar...
—Me parece una buena idea —concluyó Oscar, e hizo un gesto a los demás—. ¡Oye, acercaos, que Ellie ha tenido una idea!
Eddie, Marco y Víctor no parecieron muy convencidos, pero aun así se acercaron a nuestro reducido grupo. Y no me quedó otra que explicarles la idea de entrenar.
Como desde que habíamos llegado, Víctor no dijo nada. Se limitó a contemplar la situación mientras Marco asentía con convicción.
—¡Exacto! Si el entrenador no lo hace, tendremos que hacerlo nosotros.
—¿Y cómo se supone que vamos a organizarnos? —preguntó Eddie, a su lado. Tenía una ceja enarcada.
—Entre nosotros, ¡ya te lo he dicho!
—Sí, ¿y quién nos organiza a nosotros?
—Necesitamos un capitán —interrumpió Oscar—. Y que conste que yo no me presento voluntario. Ahí dejo el dato.
Sus palabras dejaron un momento de silencio sepulcral en todo el grupo. Especialmente cuando todos empezamos a mirarnos entre sí, como si el de al lado fuera a lanzarse sobre el otro en cualquier momento.
Pero nadie se lanzó sobre nadie, y justo cuando creí que Marco iba a abrir la boca, me adelanté a él:
—Yo voto por Víctor.
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Las luces de febrero #4
RomanceCUARTO LIBRO DE 'MESES A TU LADO' [Disponible en librerías a partir del 2 de noviembre] Todos los demás están disponibles en mi perfil. Para Ellie Ross, solo existían dos cosas en la vida: el baloncesto y el éxito. Si algo tenía claro era que, dura...