Capítulo 2

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Después del interrogatorio intente convencer a los aristócratas de cancelar la competencia de caza, pero estos se negaron excusándose con el prestigio del Imperio y de los importantes extranjeros que vinieron de visita a presenciar esto.

Había regresado temprano en la mañana y ahora nos encontrábamos reunidos dentro de la cabaña desayunando.

Penelope no puedo evitar arrugar la cara ante la noticia de que la competencia de caza continuaría como estaba previsto sin ningún retraso. 

—¿Qué tiene de bueno el prestigio cuando habían monstruos corriendo? —Preguntó estaba estupefacta y molesta.

—El imperio no puede retroceder ante un asunto pequeño sino personas insignificantes nos despreciaran. —Respondí.

Mi Padre asintió sinceramente y simpatizó.

—Pero aunque así fuera, ¿Quién se atrevería a despreciar nuestro imperio? La familia imperial no consideró el terror que vivieron los presentes anoche y los días de recuperación necesarios para poder pasar página. —Agregué sorprendiendo a todos en la mesa.

—¡Derrick!

—Padre. 

Penelope estaba boquiabierta por lo que acababa de decir.

—Lo más apto habría sido posponer la competencia de caza unos días para evitar que un ataque sorpresa como el de anoche se vuelva a repetir.

Penelope asintió fugazmente.

—Tienes razón. Lamentablemente el resto de los nobles solo piensan en sus propios interesés.

Miré de reojo a Penelope pude notar como se mordió el labio y tenía una mirada titubeante.

—No me siento bien, así que no creo que pueda participar en la competencia.

—Sí. Trabajaste demasiado ayer. —Acepto Padre las palabras de Penelope.

Penelope suspiró con alivio.

Era demasiado obvia con el hecho de no querer estar en la competencia de caza cerre un momento mis ojos buscando en mi memoria que había ocurrido o mejor dicho que ocurrirá en la competencia.

—¿Qué...? ¿La condesa? —Exclamó Penelope con sorpresa.

Su pequeño grito hizo que me desconcentrada de mis pensamientos obligandome de nuevo a prestar atención a la conversación frente a mí.

—Te está pidiendo que asistas a la fiesta de té en la ceremonia de apertura. —Le explicó Padre mirándola con una expresión orgullosa.

—¿Fiesta de té? —Murmuré y de inmediato lo recordé.

Penelope había sido molestada nuevamente en la fiesta de té, pero había algo más que pasaría pero no podía recordar.

—Ella solo empacó un montón de ropa de caza, Padre. —Habló Reynol con una sonrisa.

—Bueno. ¡Eso es aún mejor! ¡Las jóvenes aventureras son la tendencia en estos días, estúpido! —Exclamó Padre a la defensiva. —Por eso no eres popular entre las mujeres. —Agregó mirando a Reynold.

—¡¿Quién no es popular?! —Reynold respondió enojado, pero todos lo ignoramos.

—Y nunca se sabe incluso podrías convertirte en la reina de caza después de que unos sinvergúenzas te ofrezcan sus cacerías ganadas con esfuerzo después de enamorarse de tu incomparable valentía de anoche.

—Padre. Eso es suficiente.

—Padre. Lo mejor para ella sería descansar, ya que se siente mal podría dejar en verguenza el apellido Eckart si llegase a colapsar durante la fiesta de té. —Hablé intentando ayudarla a no participar.

Pero solo logré que se molestara conmigo.

"Quizás mis palabras no fueron las correctas" —Pensé.

—¡Derrick!

—¿Así? Descuida, Joven Duque. —Forzó una sonrisa. —Padre tiene razón quizás me vendría bien restablecerme en el mundo social y un poco de aire fresco no me haría mal.

Busque con la mirada sus manos en la mesa y al no encontrarlas podía suponer que estaban debajo de esta maldiciéndome.

—Haz lo que desees.

Nuevamente es su rostro se reflejó su molestia.

Unas horas más tardes nos encontrabamos fuera de la tienda esperándola.

—¡Hey! ¿Ya estás lista?

Penelope salió de la tienda vistiendo la ropa de caza que solia utilizar cuando practicaba con la ballesta y esta otra la cargaba en su espalda.

—¿Por qué vienes tan tarde? —Le preguntó molesto Reynold.

Penelope no respondió y nos escaneó con la mirada a cada uno de nosotros.

—Te dije que te vistieras bien, así que ¿Por qué haz vuelto a traer la ballesta? —Le preguntó Padre que hace un momento la veía con orgullo, pero al percatarse de la ballesta su sonrisa se borró.

—No creo sentirme lo suficientemente mal como para colapsar en cualquier momento como dijo alguien. —Ella me miró.

Desvíe la mirada.

Padre se alejó por un momento con ella  de nosotros y lo único que pude oír de su conversación fue un:

—Por supuesto. —Le respondió con una sonrisa.

Después de haber celebrado la ceremonia de apertura nos separamos los 3 de Penelope para ir a verificar nuestros caballos.

Luego de verificar el estado de mi caballo un sirviente se acercó a mí.

—Aquí está lo que pidió, Joven Maestro. —Me entrego un informe detallado sobre los acontecimientos de la anterior competencia de caza.

Apenas leía las primeras hojas arrugue todas al instante.

—¿Cómo se atreven? —Musité furioso.

Estaba enojado y no solo con las señoritas involucradas sino también conmigo mismo y mi incompetencia.

—Debí haber investigado más al fondo este asunto. —Arroje las hojas de papel a una pequeña fogata y me uní a Reynold en busca de nuestro Padre.

Montamos nuestros caballos y nos colocamos cada uno a lado de Padre.

—¡Hola, Duque Eckart! —Saludó en voz alta el Princípe Heredero a Padre.

—Saludos al pequeño sol del imperio. —Le regresó el saludo Padre.

—Parece que el Duque ha recibido el mismo regalo que yo.

—¿Disculpe?

—Ahora que lo pienso no pude preguntar que hechizo tiene mi amuleto, ¿Cuál tiene el suyo, Duque?

Los tres quedamos boquiabiertos y miramos simultáneamente en dirección a Penelope, perplejos sin poder creer que había recibido un regalo de parte de ella.

El sonido de la bocina que indicaba el comienzo de la competencia nos hizo volver a la realidad.

—¡Hyah!

Todos los competidores se apresuraron adentrarse al bosque.

Una vez que el resto se dispersaron me volví en dirección hacia donde sería la fiesta de té.

La regresión de Derrick EckartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora