CAPÍTULO III

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El castaño se encontraba recogiendo las cosas de su escritorio, ya era muy noche, pero esta vez tuvo que laborar fuera de jornada por algunos pendientes de suma importancia.

-¿Ya terminaste?- preguntó el alcalde mientras se acercaba a él.

-Si, Don Quackity.- lo miro mientras seguía levantando sus cosas.

-¿Y todo está en orden?-

-Claro, ¿Necesita algo más?- se levantó de su asiento y caminó hacia el menor.

-Ahora que lo mencionas... Si, hay algo que me gustaría hacer.- se acercó a él. -Ahora que estamos solos, qué te parece si tu y yo, no sé... Vamos a-...- no pudo terminar la frase, porque fue interrumpido por el mayor.

-Con todo el respeto que se merece, señor.- lo miró sin emoción alguna. -Pero me refería a algo del trabajo.- el menor rió levemente.

-Ay, mi querido Lusu.- negó. -Claro que no, puedes retirarte ya.-

-Gracias.- hizo una leve reverencia mientras caminaba hacia la puerta.

-Te veo mañana en la boda de Lolito y Vegetta.- el mayor se detuvo por un momento, por alguna extraña razón este comentario lo había hecho molestarse.

-Claro que si... ¡Hasta mañana!- cerró la puerta tras de sí mientras suspiraba profundamente, para después comenzar a caminar a su hogar.

Detestaba trabajar para Quackity, lo aborrecía con todo su ser. No tanto por haberse sentido traicionado por el menor, estos sentimientos ya no significaban nada para él. Ni siquiera podía odiarlo, porque este ya no merecía ni su odio. Lo que detestaba era como el menor había sido sucumbido por el poder y la corrupción.

-"¿A dónde se había ido ese pequeño niño que solo quería ver bien al pueblo?"- pensó.

Además debía aguantar sus incontables coqueteos y acosos, no sabia porque se estaba comportando así, ya que el menor aun se encontraba en una relación con el híbrido oso. Lo único que agradecía es que no llegaba a forzarlo a base de amenazas. Finalmente el castaño estaba en las manos del menor, un movimiento en falso podría ser perjudicial.

Al llegar a su hogar, lo primero que hizo fue ir a acostarse, se sentía mal, aun no asimilaba que su amigo se casaría mañana, por alguna extraña razón esto le estaba doliendo, era un dolor en el pecho, un dolor profundo y punzante.

-Vegetta y Lolito serán muy felices... Y si Vegetta es feliz, yo también.- susurro, como si quisiera creer en sus propias palabras. Se abrazó a sí mismo mientras comenzaba a llorar, no sabía porque se estaba sintiendo así, pero debía dejarlo pasar, debía ser fuerte y afrontar la realidad.



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Hoy era el día tan esperado para el ojos violeta, puesto que se casaría con Lolito. Este se encontraba arreglándose felizmente mientras tarareaba una melodía, estaba feliz y enamorado. Fue cuando de repente alguien tocó su puerta.

-¡Adelante!- gritó mientras se perfumaba.

-Buenos días, Vegettita.-

-¡Pero si es mi querido Luzu!- se abalanzó para poder abrazar al mayor. -Aún es muy temprano bobo.- rió levemente.

-Lo dice el que ya trae el traje puesto a pesar de que faltan horas.- sonrió levemente mientras lo abrazaba de igual manera. El mayor no podía negarlo, lo habían atrapado, así que comenzó a reír.

Amante amigo ⟦ Luzugetta ⟧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora