Capítulo 7

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"Una navidad en California"Parte Uno

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"Una navidad en California"
Parte Uno.

Los vuelos siempre me han parecido eternos, dudo que me canse algún momento de decirlo cada que voy a casa, porque Dios, juro que no miento. Sigo sin entender la afición de las personas en viajar al otro lado del mundo en un vuelo de más de 14 horas, ¿se imaginan?, dolor en el cuello, falta de sueño, alucinaciones a que el avión se estrelle, la creciente preocupación por tu equipaje que rueda como rata de laboratorio en la parte trasera del avión mientras otros beben champagne en la parte VIP; es incomprensible.

Aunque vamos, si tuviera el dinero de sobra, quizás uno que otro haría, porque la vida es una y el dolor en el cuello con una buena cirugía se arregla.

En París con artritis, pero hey, en París.

La aeromoza aprueba el retiro del cinturón de seguridad y comienzo a escuchar el típico saludo que da la bienvenida a uno de los condados más pintorescos de los Estados Unidos. Llevo a Winnie conmigo, esta dentro de su jaula para evitar futuras desgracias que de seguro terminaré pagando.

Recojo mi equipaje y camino a las escaleras mecánicas que llevan al piso de recibimiento, reviso mi celular ocasionalmente para corroborar que no haya pasado nada alarmante en estas 5 horas de viaje.

5 horas, madre mía. No siento nada, ni el espíritu.

— ¡Elsa, cielo! ¡Estamos aquí!

Levanto mi vista, y no. Es más humillante de lo que recordaba. Mis padres están de pie con un largo cartel con las letras inscritas "Bienvenida a casa hija". Con una débil sonrisa los saludo terminado de bajar la escaleras, me acerco a mamá y sus abrazos destripa almas me toman desprevenida.

— M-mamá...yo también...e-estoy. —. Tomo aire con fuerza. —. Estoy alegre de verte, madre.

— Cariño, si sigues asfixiando a la niña no tendremos a nadie a quién llevar a casa. —. Interviene papá con una sonrisa. —. Deja que respire.

— Por Dios, lo siento tanto. —. Chilla preocupada. —. Es que mírala, toda hermosa, bella, alta, ¿Cuánto creció desde la última vez que la vimos, amor?

— ¿Unos 13 centímetros?

— Quizás 10.

Ruedo los ojos dejando la jaula de Winnie sobre el suelo.

— Después de los 18 años nadie crece saben. —. Río divertida. —. Pero su intento de elevarme el autoestima funciona, así que lo apruebo.

— Oh, trajiste a Winnie contigo. —. Comenta mamá al ver a la bola de pelos jugar con su propia cola. Gata suertuda.  —. Pensé que la dejarías en New York con algún conocido.

Tardes de invierno ©  (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora