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—¡Rabis~! ¿Estás en casa? — Estaban parados fuera de la casa del oso,esperando que este les abriera.

—Siempre ha hecho casas culeras, pero está vez se mamó.—

—Tiene pensado hacer otra casa, quien sabe cuánto tiempo le cueste. — Le dijo Luzu, volviendo a tocar la puerta, recibiendo un grito por parte del dueño de esta.

—Joder Luzu que pesado eres. — Abrió la puerta de su casa, mirando al castaño con una mirada curiosa, pero luego notó la otra presencia, mirándolo de arriba a abajo. —¿Y este qué?—

—Rabis, el es Quackity. Quería presentartelo porque... Eh... Le estoy presentando a todos en el pueblo. —Mintió, pero fue sencillo hacer que el oso se lo creyera, dejando pasar a ambos a su humilde morada.

—¿Rubius es albino aquí o qué chingados?— Preguntó el mexicano en un susurro hacia el castaño, quien negó con una divertida sonrisa en su rostro.

—Se pintó el cabello, a qué le queda bien.—

—Puta madre, es tan difícil verte a ti llevarte bien con ese pendejo.— Seguían hablando en susurro, haciendo que el oso se cansara un poco ya que eran sus visitas y además de que tenía curiosidad por el nuevo.

—Si, si, ya entendí que os queréis mucho y la mierda, ¿de dónde eres tú? Eh... ¿Quackiri? —

—Es Quackity, pendejo. —

—Que grosero que eres, tío. Me agradas, tomad asiento.— El oso les sonrió, sentándose en uno de sus sillones, invitando a sus compañeros a tomar asiento. —No me has respondido la pregunta.—

—Vengo de... Un pueblo lejos de aquí, muy lejos. Demasiado. —

—He explorado muy lejos de aquí y yo no conozco ningún pueblo cercano. —

—Rabis, sabes que tenemos prohibido ir demasiado lejos, y Quackity viene de un pueblo que está a días de aquí. — Luzu se metió a la conversación tratando de explicar la situación.

—Vaya, que huevos los tuyos de caminar hasta Karmaland. Yo no hubiera elegido este lugar. —

—Yo tampoco, pero no tuve otra opción.—

—Vale, supongo que no tienes donde quedarte. —

—De hecho, me estoy quedando en casa de Lusu. — Quackity sonrió, aunque segundos después borró su sonrisa al recordar sus primeros días en Karmaland, que siempre estuvo pegado a Luzu y se quedaba con él, hasta tal punto de casi vivir con él.

—¿No le molesta a Auron? — Preguntó el oso, recibiendo una risa por parte del castaño.

—No, ayer hablé con él y dijo que no tenía problemas con ello. Que confía en mí y que se lo esperaba. —

—Claro, como no se lo va a esperar si eres lo más amable que hay en este jodido pueblo. —

—Que raro es verlos llevarse bien. — Susurró el mexicano, aún no procesando correctamente el comportamiento tan amable que tenían los otros dos.

En su Karmaland, Luzu y Rubius no se soportaban y aquí, parecían muy amigos.

—¿Qué? — Preguntó el peliblanco, quedando confundido por el comentario del otro.

—Nada, es que le decía a Lusu que de dónde vengo... No todos son amables, son unas ratas traicioneras que solo buscan tener el poder de todo y no puedes confiar en nadie, ni en la única persona en la que confiaste desde un inicio y que le entregaste tu vida en sus manos y lo único que logró fue destrozar toda confianza y cariño por completo solo por tener el pinche control de todo, dejándome como su pendejo. — Dijo con recelo, sorprendiendo (y asustando a Luzu) a los otros dos presentes, quienes se miraron antes de volver al mexicano.

In another life ✮ Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora