✰✰✰

894 145 20
                                    

La sala de estar estaba en completo silencio. Luzu observaba fijamente su espada y Quackity solo estaba pensando en como iniciar la conversación, además de concentrarse en otra cosa que no sea en su nariz (lastimada horas atrás por caer de cara y después por haber sido punto de entrega a un puñetazo) y en su tobillo previamente pateado justo en la espinilla.

— Gracias. Otra vez. — Agradeció, refiriéndose a las dos veces que lo salvó en menos de veinticuatro horas.

— ¿No te hizo mucho daño? — Preguntó Luzu algo preocupado, pero sin dejar de ver su espada.

— Nah, yo podía solito con él, pero nomás le dí ventaja pero pues me interrumpiste así que no pude partirle su madre. — Luzu río, siendo consciente de que, si no hubiera llegado a tiempo, Quackity hubiese ido a un Meet and greet con Dios.

— ¿Por qué le dijiste que nos habíamos besado? — El castaño levantó su mirada, dirigiéndola al híbrido, quien enrojeció.

— ¿Me estás espiando o te comiste un pinche mago para adivinar? —

— La primera opción. Supuse que ibas a venir después de, bueno, ya sabes, así que estuve esperándote. Y cuando te ví con Auron, preferí acercarme un poco más a ambos y alcancé a escuchar vuestra conversación. Creí que con el primer golpe ibas a darle su merecido, pero parece que me equivoqué. — Luzu río en forma de burla, ofendiendo al mexicano, quien, exageradamente, puso su mano en su pecho.

— Es que te digo que le estaba dando ventaja. —

— Quacks, no llevas armas contigo. —

— ¿Quién dijo que necesito de un arma para darle en la madre? — Se quedó callado un momento, hasta que analizó el hecho de que Luzu volvió a nombrarlo con el apodo al que más cariño le tenía y el que, inconscientemente, había deseado volver a escuchar. — No, a ver espérate. ¿Cómo me llamaste? —

— ¿Quacks? —

Quackity se emocionó bastante, quizás demasiado, ya que, terminó por acercarse a Luzu y se tomó el atrevimiento de sentarse en sus piernas, quedando frente al, ya muy enrojecido, castaño.

— Dilo otra vez. —

— Quacks. — Luzu no entendía nada, pero tampoco quiso preguntar.

Supuso que el golpe en la cara que le dió Auron al menor había tenido efectos secundarios.

— Ya se que no eres mi Luzu, pero como te quiero cabrón. — Quackity abrazó a Luzu por los hombros, escondiendo su cara en el cuello  de este.

— Debería de devolverte con él, ¿no crees? — Le susurró, abrazándolo devuelta y sintiendo un extraño sentimiento de molestia al pensar en devolver a Quackity a su mundo.

— Si... No. Ya no quiero, ahora viviré aquí contigo para siempre y te chingas. —

— ¿No piensas en qué mi otro yo te va a extrañar? —

— Estoy seguro de que me odia. Hice un pinche desmadre y la última vez que "hablé" con él, terminamos gritando y declarándonos la guerra. — Quackity se separó un poco, mirando la cara del castaño, quien le sonreía ligeramente, cosa que hizo sonrojarse.

— Yo no podría odiarte. —

— Tú quizás no, pero él... O sea, sé que son la misma chingadera pero... Siento que no hice las cosas como debería. La neta si me dieran una segunda oportunidad de hacer todo de nuevo, la tomaría sin dudar. —

— ¿Y por qué no arreglas mejor los problemas con mi otro yo? —

— La cagué wey. La cagué desde un inicio. Yo... Hice prácticamente lo que te hizo el chingado Auron; no quise formalizar nada contigo, andaba coqueteando con medio mundo y... Sabía que eso te molestaba y aún así seguía haciéndolo porque sabía que me perdonarías todo por solo ser yo. Si no fuera por el pendejo miedo de enamorarme, otra historia sería. — Luzu se quedó callado, no sabía que decir en realidad.

Solamente se quedó mirando a Quackity, tratando de apoyarlo pese a saber que había hecho casi lo mismo que Auron.

— Perdón. — Volvió a hablar el mexicano, bajando la mirada al notar cómo parecía que lo que había dicho, había dejado algo incómodo al castaño.

— A mi no me deberías pedirme perdón. —

— Técnicamente si. —

— Quacks. — Luzu rió, contagiando al menor.

— La neta si me gustas. Tú o mi Luzu, solo se que tienen algo que hizo que me enculara bien recio de ambos... O de ti, o tú otro tú o... ay wey mi mente. — Volvieron a reír, para después Luzu dejar un beso sobre la frente del menor.

— Me encantaría corresponderte pero no podemos estar juntos. No me puedo hacer eso a mí mismo. Además de que aún no estoy listo para otra relación. — Quackity asintió algo desanimado, pero entendía las varias razones por las cuales no podía estar con ese Luzu.

La mejor opción era volver a dónde pertenecía, arreglar las cosas y pedirle matrimonio a Luzu. El orden en el que lo hiciera no le importaba, lo que le importaba ahora era poder estar con su Luzu.

— ¿Te puedo dar otro beso? — Preguntó el mexicano con timidez, sorprendiendo al castaño quien negó suavemente con la cabeza.

— No creo que sea lo correcto, Quacks. — Dijo, notando cómo nuevamente la actitud del menor decaía mientras asentía ante la respuesta del otro, cosa que no pudo soportar de ver, y por impulso, tomó el rostro del pelinegro entre sus manos para verle a los ojos. — Carajo. — Susurró, antes de pegar sus labios a los del menor, sintiendo como este ponía sus manos sobre sus hombros correspondiendo al beso.

Quackity sentía que iba a explotar de emoción en cualquier momento, aunque, al acomodarse para poder profundizar el beso, recordó en qué posición se encontraban, por lo que, abruptamente, se separó del castaño, alejándolo por sus hombros mientras este tenía aún su cintura agarrada con firmeza para que no cayera hacía atrás.

— ¿Qué pasa? — Preguntó, aún desorientado por la brusquedad del menor.

— Me voy a poner cachondo por tu culpa. —

— Interesante. —

— ¡No seas pendejo! ¡Aún estoy chiquito! Además, yo te dije que te quería dar un beso, pero nunca especifiqué en donde, viejo goloso. — Dijo, cruzándose de brazos y girando exageramente su cabeza a otro lado mientras cerraba los ojos.

— Tengo una idea de dónde podrías darme un beso. — Con aquel comentario, nuevamente la rojez que había desaparecido del rostro del mexicano un poco, volvió, y está vez con más fuerza; miró molesto al castaño, sintiendo una vergüenza repentina.

— ¡Pinche Luzu cochino! —

— ¿De qué hablas? Si yo iba a sugerir un beso en mi mejilla. — Luzu rió, acercándose para poder dejar un beso sobre la punta de la nariz del menor. — Pero parece que el cochino es otro. — Quackity se encontraba ya bastante avergonzado, por lo que solo optó por poner sus manos en ambas mejillas del mayor.

— Bésame o te aplasto las bolas de un sentón. — Y como ordenó, Luzu volvió a acercarse a él para poder besarlo.

•✮•✮•✮•✮•✮•✮•✮•


<3

In another life ✮ Luckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora