𝐒𝐓𝐀𝐓𝐔𝐄𝐎𝐅𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ┃ Obito nunca había oído hablar de la invocación de dragones.
Tampoco sabía que iba a tener un compañero tan terco como un Hatake. Tampoco pensó que sería capaz de sellarse solo para escapar de la guerra. Definit...
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La mañana es perezosa. Obito aún sigue dormido mientras Kakashi intenta caminar a través del río de pergaminos en el suelo. Sobu duerme pacíficamente en la esquina de la habitación, y Kamui no se encuentra a la vista.
Suspira mientras frota sus manos en su rostro. El chakra de Obito no parece estar presente y eso llega a preocuparlo. Pero, en ese caso, ¿cómo demonios Sobu habría sido invocada?
Con ese pensamiento en mente, solo le queda esperar a que Obito despierte.
Se lava el rostro, el cansancio yéndose lentamente de sus ojos y su cabello está teñido de gris, en vez de su plateado natural.
Se estira perezosamente, toma una ducha fría y se sienta en el borde de la cama. Desde ahí, puede ver cómo Obito babea la almohada fundido en su sueño pesado. Su olor es suave.
Estaba de un humor decente, no se preocupa cuando hace una pequeña bola de papel con algún pedazo de pergamino tirado y se lo lanza a la cabeza de Obito.
Hace un pequeño ruido cuando choca y Obito se queja entre balbuceos. Kakashi lo ve con ojos aburridos. Son, probablemente, las ocho de la mañana.
Kakashi parpadea y, oh, Skrill le devuelve la mirada. Sigue boca abajo, su nariz enterrada en la almohada cómoda, pero los ojos blancos se clavan en él profundamente. El chakra eléctrico hace erizar sus bellos.
Ah, joder, otra mañana silenciosa.
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─¿Que Obito qué?─ balbucea Hashirama.
Están en la torre del Hokage, Skrill a su lado. El dragón de Cuidado se entretiene haciendo chispas eléctricas en sus dedos, cada tanto forma una pequeña explosión que hace salir humo oscuro.
─Creí que lo sabía, Hokage-sama.─murmura Kakashi. Rasca su nuca algo confundido. ─Quiero decir, Sobu y Kamui han rondado por Konoha.
─Yo- no sabía que mi nieto tenía un dragón dentro.─ susurra Hashirama. Fija la mirada en Skrill, buscando algún tipo de.. Obito en él. El dragón le devuelve la mirada con una sonrisa que deja expuesto los dientes afilados.
