— Hora de levantarte. — La voz de mi padre retumba en mi sueño. El sonido de tres golpes a su misma vez, me hace despertar asustada.
Brinque de un salto. Tomó mi movil y observo la hora
Un ratito más..
6:00 am. La hora perfecta para comenzar tu día
Después de estirarme más de 10 veces intentado combatir el sueño, y durmiendo por intercalós de 5 minutos.
Al ver las 6:30 am, me voy casi corriendo ala ducha.
Me metí sin esperar a que esta se calentara el agua.
Fria. fria. fria. Hasta los huesos
No dure ni 5 minutos en la ducha hasta que salí al exterior.
Nueva vida. Nuevos amigos. Nueva ciudad. Nuevo instituto.
Es dificil cambiar tu vida y empezar una nueva. Pero cuando a tu papá le dan un asenso, es imposible hacer que tu familia se niegue.
// Flash back.
2 años atrás
—Tan solo 14 años tienes Ámber. — Grita mi padre, con rudeza.
La vena en su cuello se marca cada que el grita. Mi cabeza esta hundida entre mis piernas escucho cada palabra de él. Mi madre solo observa la escena en el rincón de la pared, y niega con la cabeza cada que la observó.
—Te quiero lejos de ese idiota. — grita fuerte, y muy claro. Era obvio lo que quería, podía sentir como el polvito del techo caía en mi cabeza con el estruendo de la voz de mi padre.
—¿Lejos?. — Susurró. — ¿Que tan lejos?
— Ámber. — Mi madre me mira como si fuera el ser más estúpido del mundo. Me decía con la mirada que no era momento de empezar con bromas y comentarios sarcásticos. — Cuando tu padre dice lejos habla de que no te quiere ver con el. — Antes de que mi madre dijera algo más, mi padre ya estaba interrumpiéndole.
— Nunca más. — Dice con frialdad. Toma mi barbilla con rudeza y me hace mirarle a los ojos. — ¿En que pensabas?. - Me pregunta con seriedad, sintiendo un poco de su saliva en mi rostro, por la forma en la me lo dice. Me mira fijamente a los ojos. — ¿Tienes mierda en la cabeza, acaso?
Aush. Sentí mis ojos cristalizarte de repente.
Mi mente esta peleando conmigo misma para no llorar.— Si papá. — Río irónica, esa risita que se te escapa cuando sabes que las palabras te están lastimando. — Tengo mierda, por qué me enamore de el. No pensé que eso fuese un pecado
— ¿Enamorarte?. — Se burla. — ¿Enamorarte?. — Grita con fuerza, ante mi confesión.
Cubro mis oidos. Sus gritos revientan mis tímpanos
— Mírame cuando te hablo. — Escupe sus palabras en mi rostro. — ¡CARAJO!
— Déjame en paz. — Alzo la voz. Gateo hacia la esquina de mi colchón.
— El no es para ti, nunca lo será. — Toma mi coleta de cabello y la jala con fuerza, logrando que nuestras miradas choquen con rabia. Mi mirada se inyecta en la de el con enojo, con irá.
— Te odio. — Le grito. Y mi mente se cansa de luchar conmigo, me tiene una trampa y cuando menos lo pienso, mi boca ya saborea el agua salada que brota de mis ojos. — ¡TE ODIO! —
— Ódiame lo que quieras, jovencita.- Susurra. — Pero ese hijo de puta no te iba a deshonrar. —Entre cierra sus ojos. — Y si lo hubiera hecho Ámber, estoy seguro que ahora mismo estuvieras muerta a golpes. — Me amenaza antes de salir de mi habitación.