Las semanas pasaron hasta que Odasaku reapareció. Chūya desconocía el motivo porque, pero sentía que se trataba de algo que Odasaku sabía y él no.
Cuando se despertó aquella mañana sintió que aquel dolor en la garganta que había desaparecido volvía a estar presente, toqueteó la horquilla que había vuelto a colocarse. Luego volteó el rostro, junto a él Dazai dormía sin una sábana que lo cubriera, a pesar de que Chūya tuviera de sobra.
No fue difícil para el castaño darse cuenta, por ende que cuando su cuerpo era poseído por Oda, el contrario cambiaba. No importaba la cantidad de veces que al despertar el castaño lo observara con una mirada fría y sonrisa burlona, Dazai usualmente se encontraba a su lado, y él desde el principio había estado arropado por una manta con un cariño que le generaba escalofríos. Además, para variar, siempre era acompañado por Dazai cuando regresaba a su casa.
El pelirrojo se sentó al borde de la cama, e iba tirando la manta sobre Dazai, quién recién comenzaba a despabilarse.
Chūya observó el cuerpo desgarbado del contrario, a pesar de todos los anteriores actos de caballerosidad, Dazai había comenzado a descuidar de si mismo aún más. Ya no solo sus heridas parecían multiplicarse por segundo, sino que también su cuerpo se había vuelto más frágil, no estaba comiendo como era debido y las bolsas debajo de sus ojos delataban que tampoco estaba durmiendo adecuadamente.
Kioyo lo habría regañado por su actual estado. Pero el pelirrojo estaba seguro que si iba y le contaba el estado en el que se encontraba el exmiembro de la mafia, no le creerían.
Mientras Dazai giraba de un lado al otro en la cama, Chūya comprendió que tal vez Oda no podía descansar a pesar de estar muerto ya que no quiere separarse de Dazai. Pero no porque Dazai estuviera "perdido" a pesar de lo que detonaba su apariencia, sino que Oda no puede abandonarlo ya que lo vé como uno de esos niños huérfanos, es por eso que desea protegerlo.
—Es hora de que me vaya —comunicó, el castaño lo observó sin querer levantarse,
—Ok —soltó sin interés, como si fuera un mensaje de texto, mientras el pelirrojo recogía sus cosas el castaño observó en voz alta con el ceño fruncido—, has perdido peso.
El pelirrojo observó su propio estómago, como si aquello le sirviera para saber si el contrario tenía razón o no. Escuchó como el más alto se incorporaba, y se acercaba a él.
—Puede ser —respondió levantando los hombros, aunque "tu también", fue la primer respuesta que cruzó por su cabeza.
Se sentía repentinamente presionado por la cercanía del contrario, por lo que se apresuró a abrir la puerta de la habitación. Pero su movimiento se vió interrumpido por el brazo del contrario, quién sostuvo la puerta e impidió que esta se abriera.
—Tu brazo está herido —comentó, mientras se inclinaba sobre él. Chūya se encogió sobre si mismo, y observó la herida que se había ganado en su última misión, nuevamente por andar pensando en otras cosas.
—Si, no es nada —respondió—, gajes del oficio. Conoces de ellos —bromeó.
—Déjame verla, seguro no fuiste al médico —. Tenía razón, habían sido compañeros, lo sabía—. Puede infectarse, debemos tratarla adecuadamente —mencionó mientras tomaba su brazo para observar el largo corte transversal que siquiera se había preocupado por cubrir, sabía que terminaría por curarse, siempre lo hacían. Pero en ese momento el accionar de Dazai no dejaba de confundirlo, su corazón latía fuertemente contra su pecho, pero su garganta ardía como si hubiera probado el licor más fuerte de su vida, salvo que el sabor que dejaba este era horriblemente amargo.
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Lágrimas en un rostro estoico
FanfictionSegún lo que había escuchado, uno habitualmente tiene "golpes de suerte". Pero Chūya, parecía atraer meros golpes de desgracia. Fue al finalizar una misión sofocante, que inesperadamente parte del techo calló sobre su cabeza sin darle tiempo a reac...